Introducción
La Organización Mundial de la Salud [OMS] (2021) define el término de trastorno del espectro autista (TEA) como “un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo” (párr. 6). Se le reconoce como trastorno por los diferentes síntomas que puede llegar a presentar cada individuo.
El autismo presenta un debate desde diversas disciplinas. Desde 1911, la definición de autismo ha evolucionado (Villeda & García, 2019). A finales de los años 80 la postura de ser vista como una enfermedad o discapacidad fue puesta en duda por la comunidad con espectro autista. Propuestas recientes incluyen el término neurodiverso: “El movimiento de la neurodiversidad evita el lenguaje negativo como trastorno, déficit y discapacidad, y prefiere las descripciones del autismo como una forma de ser” (Kenny et al., 2015).
En México, se calcula que 1 % de niños, niñas y adolescentes se encuentran dentro del espectro autista, esto es, cerca de 392 800 personas entre los 0 y 19 años (Secretaría de Salud, 2018).
Uno de los principales retos que enfrenta la comunidad con TEA es la inclusión social, debido a que las personas con esta condición presentan patrones de comportamiento particulares, así como déficit en la comunicación e interacción social. La discriminación, por su parte, juega un rol importante en las diferentes dimensiones de la persona para poder desarrollar sus habilidades. En 2015, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), junto con funcionarios de organismos multilaterales, Gobierno, representantes de la sociedad civil, el sector privado y el profesional docente, emitió la Declaración de Incheon. Allí se presenta una nueva visión de la educación para los próximos 15 años y se propone incrementar los esfuerzos para “tener acceso a una educación de calidad inclusiva y equitativa y oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida” (Unesco, 2015).
Los docentes son, precisamente, los principales medios que pueden tanto facilitar como obstaculizar la inclusión educativa. Es necesario que los profesores asimilen y comprendan las características del niño para individualizar su estrategia de enseñanza (Falkmer et al., 2015).
En cuanto a los retos que enfrenta el sistema educativo en México, uno de ellos es diseñar políticas públicas que brinden una educación de calidad a todos los estudiantes sin importar sus condiciones de aprendizaje. En esa línea, en el artículo 12 de la Ley General para la Inclusión de Personas con Discapacidad se menciona que deben existir las herramientas necesarias para promover la educación de los alumnos con discapacidad, y los centros educativos contar con los apoyos didácticos, materiales y técnicos y con un personal docente capacitado. Sin embargo, la realidad es que ni las escuelas ni los docentes están capacitados para atender dicha diversidad, por lo que los alumnos terminan por migrar a instituciones particulares que sí poseen las herramientas y el personal adecuados para su aprendizaje (Juárez et al., 2010).
Justificación teórica
La educación es un proceso que influye en el progreso y desarrollo de una sociedad en conjunto. Dada la importancia y la situación actual de la educación en México, es necesario mejorar las condiciones educativas y hacer un replanteamiento en el sistema de enseñanza, así como optimizar los procesos de aprendizaje mediante la implementación de mejoras en los planes de estudio y una mayor capacitación al personal docente. Se requiere contar con un nuevo proceso de aprendizaje que otorgue conocimientos ajustados a las diversas necesidades de un mundo globalizado. Que sea más incluyente con los alumnos y tome en consideración las distintas formas de aprendizaje (Moreno, 2016).
Desde hace algunos años, las tecnologías de información y comunicación (TIC) han sido herramientas necesarias para el desarrollo de la inclusión educativa en la sociedad y desempeñan un reto crucial para el crecimiento de los individuos. Los desafíos de hoy exigen la integración de todas las personas para la participación colaborativa que brinde soluciones a los diversos problemas existentes dentro del entorno. Además, la inclusión educativa es un factor clave en la socioformación, ya que permite establecer estrategias fundamentadas para vencer las barreras de discriminación existentes, tal y como lo ejemplifican los proyectos formativos (Hernández & Tobón, 2016).
Así pues, para hacer frente a los actuales desafíos actuales, es imprescindible encontrar estrategias de liderazgo y las herramientas óptimas para que los docentes puedan cubrir las necesidades educativas. Se trata de ir más allá del mero aprendizaje y buscar un desarrollo que sea integral (Pérez-Castro, 2016).
La actitud del docente es trascendental en el proceso de inclusión escolar; por lo tanto, el análisis de sus percepciones, actitudes y expectativas es muy importante para el desarrollo exitoso de la educación inclusiva de los niños con autismo (Zambrano & Orellana, 2018).
Por supuesto, existen varios casos de éxito de la inclusión educativa. Inclusive algunos de ellos suscitados en escuelas telesecundarias, donde, pese a que no se cuenta con tratamiento especial en materia de infraestructura, planificación o preparación de los docentes, no se niega la oportunidad de participar a las personas con discapacidad (Loza & Villafaña, 2019). De acuerdo con lo anterior, es posible llevar a cabo diversas estrategias de liderazgo para la inclusión en ambientes escolares adversos.
En la actualidad, aunque se vislumbra un gran avance en la materia gracias a las políticas y leyes orientadas a lograr un acceso universal para la educación básica, aún existen factores que no permiten que exista una correcta equidad, calidad y acceso a la educación (Blanco, 2006).
El proceso de inclusión de los alumnos con TEA en las escuelas de educación básica ha puesto en evidencia, en la práctica y en los resultados, diversas limitaciones en términos de infraestructura y estrategias de liderazgo. Para lograr una adecuada inclusión en las instituciones educativas se necesita la colaboración de actores políticos, educativos y sociales que brinden facilidad al establecimiento de sociedades plenas (Ramos, 2018).
Planteamiento del problema
Tomando en cuenta lo mencionado anteriormente, el problema de la presente investigación podría plantearse en los siguientes términos: ¿qué estrategias de liderazgo pueden implementarse en los colegios de primer grado de primaria en Puebla, México, para generar una cultura incluyente, gracias a la cual los niños con TEA sean integrados a un entorno de convivencia escolar normalizada?
Objetivo general
Diseñar una guía teórico-práctica de estrategias de liderazgo para generar una cultura incluyente en el primer grado de primaria, donde los niños con TEA sean integrados a un entorno de convivencia social normalizada en la comunidad escolar.
Marco teórico
En este apartado se definirán los conceptos con los que se trabajará a lo largo de la investigación para llevar a cabo una guía para la inclusión de niños con TEA en los colegios de primer grado de primaria en Puebla.
Guía de liderazgo
Es imprescindible diseñar una guía en los procesos de enseñanza-aprendizaje debido a que posibilita la organización eficiente de sus contenidos, lo que facilita la transmisión de conocimientos. Una guía, indiscutiblemente, se debe fundamentar en los contenidos de los temas que aborda y es necesario que contemple la experiencia, la práctica docente e inclusive los ejes curriculares conectados con el programa que plantea (Calvo, 2015).
Para los diferentes tipos de liderazgo existen guías que pueden implementarse en empresas y organizaciones. Por supuesto, dentro de estas guías se menciona el concepto de liderazgo, sus características, cómo aplicarlo y las principales ventajas. Una muestra de este tipo de documentos la aporta la EAE Business School (2015).
Las guías para educadores pueden ser breves. Entre los contenidos de este tipo de guías, distribuidos en dos cuartillas, se incluyen definiciones de liderazgo y las posibles actividades del quehacer educativo en las aulas como profesor. Esto con base en los roles de un líder: escuchar, apoyar, adaptar, distribuir y delegar, evaluar y reorganizar en el aula (Paz, 2019).
En Estados Unidos, desde 1975, se promulgó la Individuals with Disabilities Education Act (IDEA), donde se establece que toda persona debe recibir una educación adecuada. En este sentido, se han elaborado distintos documentos que acompañan el liderazgo de directivos y educadores para generar mejores resultados desde la educación especial. La educación requiere de líderes que comprendan el contexto y que, a la vez, promuevan una participación activa de todos los actores involucrados, la familia, los educadores, los terapeutas y los líderes de la comunidad, para poder lograr el éxito educativo en los alumnos mediante la inclusión (Gallo, 2020).
En Canadá, la organización Inclusive Education Canada (2014) publicó el documento Teachers Helping Teachers. A Thirty-minute Problem Solving Model. Entre sus páginas se expone un modelo de acompañamiento entre pares docentes que propone la resolución de problemáticas emergentes en un espacio de 30 minutos. A lo largo de este periodo se aborda la problemática, se buscan soluciones y se llega a conclusiones. Este acercamiento parte del entendido de que todos los estudiantes tienen el derecho a una educación de calidad y los profesores tienen la responsabilidad de proveer esta educación mediante diferentes estrategias, incluyendo la formulación de situaciones retadoras del día a día.
Estrategias de liderazgo
Entre las definiciones de liderazgo que han emergido con el paso del tiempo, se puede hablar de una nueva ola, la de liderazgo transformacional. Este concepto pretende generar una identidad en la comunidad en la que se ejerce el liderazgo y promover ideas con el fin de que las personas asuman esa identidad y se comprometan con ella. En el ámbito escolar, un liderazgo pedagógico o instruccional tiene concepciones muy variadas: “Desde la revisión de resultados de los alumnos y el progreso de la escuela, hasta todas aquellas acciones que apoyen la mejora de estos” (García, 2016).
La dirección de las instituciones educativas suele encontrar su camino en el momento en que el líder ejerce su rol. Cuando logra que el trabajo en equipo de su personal se encamine hacia el cumplimiento de las metas educacionales de la institución a través de la transparencia, la responsabilidad y el sentido de compromiso. Asimismo, es indispensable que los tipos de liderazgo que se ejecuten atiendan a las necesidades, por lo que en ocasiones se requiere compartir tanto los planes como las visiones (Martínez & Martínez, 2017).
Una de las estrategias de liderazgo pedagógico es el desarrollo profesional del personal docente. El diseño de un plan de desarrollo profesional colaborativo reafirma la comunidad, los valores y motiva la reflexión. La implementación del plan impulsa la colaboración de directivos y docentes y pone en foco las necesidades de los alumnos con el objetivo de motivar cambios para formar líderes dentro de las aulas que constantemente se cuestionen las necesidades de mejora día a día (Burgos, 2018).
El liderazgo ha tomado parte importante en los estudios sobre mejora escolar, especialmente si se contempla la gestión educacional tanto en las condiciones en que se desempeñan los directores como en la injerencia de estos en los resultados escolares del alumnado. No obstante, a pesar de que existe un consenso con respecto a la importancia del papel de los directores escolares, hay escasa cantidad de información con respecto al concepto de liderazgo escolar abordado desde una perspectiva de inclusión y justicia social. Aunque no existe una receta específica para concebir a una escuela como inclusiva, se puede hablar de conceptos que las escuelas inclusivas comparten, tales como políticas y prácticas educativas coherentes, dinamización de recursos humanos, tener en cuenta diferentes evidencias, apoyo pedagógico coordinado, cultura organizativa que valore la diversidad como algo positivo y líderes escolares inclusivos (Valdés & Gómez, 2019).
Liderazgo inclusivo
El desarrollo de prácticas más inclusivas en la educación implica muchos desafíos en la mayoría de los países del mundo. En los países en desarrollo se centra en los niños; mientras que en los países desarrollados el reto está en los jóvenes que abandonan la escuela con bajas notas. Consecuentemente, se ha prestado un mayor interés en una educación inclusiva: conforme se avanza en el tema, surgen más dudas sobre cómo poder dar un paso en las políticas públicas y los procedimientos para alcanzar dicha inclusión. La escuela debe responder a las demandas de la sociedad, por consiguiente, debe existir un liderazgo efectivo que se aplique desde el interior y que pueda extenderse dentro de su contexto a través de la aplicación de normas con perspectivas colaborativas y democráticas que apunten hacia la diversidad (Gómez, 2013).
Actualmente, se ha abordado considerablemente el tema de liderazgo inclusivo tanto nacional como internacionalmente, lo que refleja la importancia de entender las diversas mejoras en las escuelas que están en el comienzo e implementación de estas prácticas. Al hablar de liderazgo dentro del contexto escolar, deben existir acuerdos, diversidad de ideas y circunstancias para comprender a la escuela como una obra global. La dirección es un componente fundamental de la construcción en la institución “cultura de la inclusión”. De esta forma, el liderazgo llevado a cabo por los directivos de la escuela juega un papel importante en el desarrollo de las prácticas docentes, así como su calidad y su impacto en el aprendizaje de los estudiantes. Igualmente, hay coherencia entre las condiciones señaladas por los investigadores de las escuelas inclusivas y las enfatizadas por quienes investigan las condiciones necesarias para hacer de las escuelas una “organización de aprendizaje” y una “comunidad de aprendizaje profesional” (Fernández & Hernández, 2013).
Liderazgo transformador
El liderazgo transformador es una de las propuestas que se encuentran sobre la mesa de la pedagogía para lograr la inclusión educativa y la mejora de la eficiencia escolar mediante el acondicionamiento de las aulas y el acompañamiento de las necesidades socioafectivas de los estudiantes (Vivanco, 2017).
La toma de decisiones hacia un liderazgo transformador tiene el objetivo de responder a las necesidades del alumnado y se visibiliza en los tomadores de decisiones, en este caso, los directores como facilitadores de un ambiente inclusivo que busque el bienestar de la comunidad escolar (Rodríguez, 2009). El liderazgo transformador apunta hacia un liderazgo más distribuido y menos directivo, no demeritando el liderazgo directivo, sino expandiendo la tarea, los roles y el poder de la transformación en distintos actores de la comunidad educativa (Maureira et al., 2014).
La persona como ser integral
Un ser integral identifica lo que es, lo que posee, lo que realiza y lo emplea en donde se encuentre conforme a sus valores y principios. Es decir, es la oportunidad que tiene el ser humano de comprender su realidad para poder interactuar con los demás. Asimismo, al interactuar consigo mismo y a su alrededor expresa sus sentimientos e impresiones con el fin de erguirse como ser social (Cabrero, 2015).
En sintonía con lo anterior, el desarrollo integral necesita comprenderse en dos caminos: 1) como un grado normativo y 2) como instrumento que favorezca rediseñar el mundo del individuo, mediante la implementación de diversos campos del saber humano con la finalidad de dar a conocer los fenómenos, así como la reedificación de procesos para la aplicación de prácticas. La aplicación del desarrollo integral en el contexto educativo que permita que el ser humano llegue a crecer plenamente es la tarea más difícil para las instituciones. Por lo mismo, desde temprana edad se le debe facilitar un ambiente seguro, en el que se vele por sus emociones para que tenga un desarrollo emocional que le permita interactuar adecuadamente con sus semejantes (Miranda, 2007).
Las dimensiones de la persona
Melendo (1999) hace referencia a cuatro dimensiones del ser humano que todo individuo necesita priorizar para estar en armonía consigo mismo y con su entorno. Estos cuatro aspectos se ensamblan a lo largo de su vida: desde lo personal hasta lo familiar, escolar y laboral. El primero es lo físico, el cual enfatiza en el cuidado del cuerpo mediante una vida saludable que le permita a la persona ser feliz. El segundo es lo emocional, que se fija en lo social de la persona o la forma de relacionarse con los demás, abarcando todas las relaciones interpersonales. El tercer punto es el espiritual, que se enfoca en los valores, principios de cada individuo, así como en sus ideologías y la manera en la que se desenvuelve. Por último, la dimensión mental se relaciona con aquellas capacidades cognitivas e intelectuales por medio de las cuales el individuo descubre su vocación y preferencias para encaminar su vida hacia la plenitud.
Así pues, cada ser humano tiene una identidad y dignidad propia que le permite experimentar las vivencias a lo largo de su existencia. Al hablar sobre educación, esta encuentra su propósito cuando se sitúa en función de la persona, por lo que la educación es un proceso que se encamina al desarrollo integral de cada individuo mediante la constante indagación a la verdad con la finalidad de hacerse consciente de sus actos y pensamientos (Maestre, 2007).
Cultura incluyente
Actualmente, a raíz de la vitalidad social, económica y cultural, existen numerosas posibilidades de interactuar con personas de distintos orígenes culturales, por lo que la inclusión y la interculturalidad son indispensables. La interculturalidad se refiere a la existencia de dos o más tradiciones que se interrelacionan en un mismo contexto; un ejemplo son los inmigrantes de otros países que deciden refugiarse en otra tierra. Una cultura inclusiva e intercultural se compone de actitudes y valores que facilitan a las personas reconocer las diferencias, respetarse y animar a las personas a formar parte del entorno para una adecuada interacción; por consiguiente, este choque entre culturas es un desafío para la humanidad (Diez, 2004).
Convivencia social
Las relaciones interpersonales aluden a la comunicación que se constituye entre dos o más individuos. Se trata de un factor de suma importancia en las escuelas, ya que estas son un espacio en donde se da un proceso de influencia mutua en las actividades educativas, a través del contacto se valoriza a los demás y se forman percepciones sobre ellos. En algunos casos, el proceder de las personas impide la interacción; en otros, genera un beneficio a nivel interpersonal. Las relaciones se fundamentan a partir de actitudes como lo es la cooperación, la aprobación, la colaboración y la autonomía. Evidentemente, el diálogo es la materia prima para cualquier relación y también lo es para lograr un ambiente positivo. Sin embargo, si existen actitudes negativas tales como la rivalidad, la inflexibilidad, la rigidez, la terquedad y la ira, dará como resultado un ambiente en el que no se asumirán los errores (Molina & Pérez, 2006).
La convivencia social puede manifestarse únicamente en algunas situaciones, donde ciertas reglas sean establecidas y en donde no se ejerza la violencia física ni verbal; un ambiente en el que los individuos con diversas opiniones puedan relacionarse sin que exista algún tipo de conflicto. Se trata de dar lugar a ciertas ideas formuladas por personas con ideologías diferentes y convenir lo mejor para todos. Dicha apertura permite prevenir conflictos y ofrecer una calidad de vida incluyente. Cabe resaltar que la convivencia social es un fenómeno esencial presente en la actualidad, a causa de la multiculturalidad y a las distintas maneras de vivir, pues se convive en grandes metrópolis en las que hay diversas etnias, costumbres, religiones, orientaciones sexuales y de ascendencia distinta (García, 1996).
Trastorno del espectro autista
La definición del término autismo se ha transformado a lo largo del tiempo, como ya lo adelantábamos. Actualmente, se ha establecido más el concepto de TEA. Etimológicamente, la palabra autismo proviene del griego autt (o), que significa ‘que actúa uno mismo’, a lo que se le suma el sufijo -ismo, que significa ‘desarrollo patológico’. El término fue usado en 1908 por Eugen Bleuler en su ensayo “Enfermedad de Alzheimer”, en donde se menciona que el autismo es una discapacidad para interactuar con otros individuos. El TEA se manifiesta en la primera etapa de la infancia y eventualmente conduce a quien lo presenta a tener problemas para poder interactuar con los demás, ya sea en la escuela o en el trabajo. Los niños llegan a mostrar características de TEA a partir de los 18 meses y más adelante se solidifica a los 36 meses de edad (Bonilla y Chaskel, 2016).
Por consiguiente, el TEA es un trastorno relacionado con el desarrollo que afecta la percepción y la manera de desenvolverse socialmente; en muchos casos existen dificultades para comunicarse. Los niños con TEA pueden enfrentar mayores desafíos en su desarrollo educativo; sin embargo, la manera en la que están conectados con las habilidades sociales y de comunicación los hace inapreciables en las primeras etapas de desarrollo. La mejor forma de hacer un plan de trabajo es considerar la valoración de las habilidades y establecer metas de desarrollo que sean factibles de alcanzar a corto plazo. Deben formularse estrategias que impulsen, vigilen una adecuada estimulación del lenguaje en los niños con TEA (Reynoso et al., 2017).
Liderazgo pedagógico en México
En esta sección se abordan las características del contexto general donde se elaboró el presente trabajo. Se plantea una visión geográfica del liderazgo pedagógico en México y en el estado de Puebla, donde se especifican las circunstancias especiales del lugar. De igual manera, se dan a conocer los problemas actuales a los que se enfrenta la comunidad con TEA y los diversos logros a la fecha, tomando como base los colegios de primer grado de primaria en Puebla para generar una cultura incluyente.
En abril de 2015, se aprobó la legislación sobre la condición autista que casi todos los estados replicaron, sin consultar a la población o a expertos ni implementar estrategias para su cumplimiento. Fueron pocos los estados en los que existieron iniciativas en la legislación sobre educación, entre ellos Puebla; y en salud, los estados de Campeche, Puebla, Sonora y Yucatán. Por otro lado, en 2017, tras una serie de reuniones y foros, la Comisión Especial en Materia de Atención a la Niñez y Adolescencia con Autismo y otros Trastornos Generalizados del Desarrollo propuso diversas iniciativas de reforma a la ley sobre TEA. Sin embargo, pese a estos avances legislativos, todavía falta mucha concientización de autoridades y directivos escolares, ya que, como evidenció la Red Inclusión TEA México, aún existen muchos niños dentro del espectro autista a los que se les niega el ingreso al sistema educativo, y la mejor terapia para ellos es, precisamente, ser incluidos en una escuela regular (Castillo, 2018).
En México, el liderazgo de las escuelas a nivel básico se sostiene en el director, quien se apoya de los consejos técnicos y de los Consejos Escolares de Participación Social (CEPS), donde participan maestros, padres de familia y comunidad. Existen dos tipos de liderazgo. El primero hace referencia a la administración de las escuelas y el segundo se enfoca en aspectos curriculares y pedagógicos. La normatividad de la SEP menciona que el director es el encargado de “definir metas, estrategias y políticas de operación de la escuela; estudiar y resolver problemas pedagógicos que se presenten, así como revisar y aprobar el plan de trabajo elaborado por el personal docente” (Santizo, 2009).
Asimismo, el Gobierno federal y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, es decir, la llamada Alianza por la Calidad de la Educación, si bien destacaron la importancia de la profesionalización de la planta docente, así como de los directores del plantel educativo y autoridades escolares, sin embargo, no promueven una capacitación en dirección o liderazgo pedagógico antes de asumir los cargos (García, Slater & López, 2010).
Las escuelas de educación básica deben recibir a niños sin discapacidad y niños con discapacidad, en situación de calle, indígenas, de zonas marginadas y desfavorecidas, migrantes. No obstante, es evidente que la capacidad de escuelas especiales no se puede desechar y tampoco es posible la atención a todos los que presentan necesidades educativas especiales en escuelas regulares, pero sí se puede desarrollar una política de atención que prepare a los alumnos para una integración paulatina en las aulas regulares, con actividades normales en función de un currículo flexible y apoyos adecuados. Asimismo, la formación docente de los nuevos planes y programas de estudios de maestros de educación básica debe insistir, no solo en las teorías educativas, sino también en prácticas en las existentes escuelas especiales y en los pocos centros escolares de integración (Juárez et al., 2010).
Pese a ser una de las discapacidades con mayor aumento en la población infantil, el autismo sigue siendo un tema pendiente para el sistema educativo de México. Solamente los estados de Chihuahua y Aguascalientes cuentan con guías para su atención educativa. E incluso el sistema de salud adolece de estrategias, ya que su Guía de práctica clínica para el manejo de pacientes con trastornos del espectro autista en atención primaria del 2012 está basada en un texto español del 2009, por lo que carece de los avances más recientes sobre el tema (Castillo, 2018).
Existen tres principales retos en la estrategia de liderazgo escolar. El primero consiste en consolidar las mejores experiencias de liderazgo pedagógico entre las escuelas; el segundo es observar cómo las propias limitantes del sistema educativo y del sistema pueden superarse mediante herramientas de dirección y capacidad de toma de decisiones, y el tercero es enfocar el liderazgo a la mejora continua de la escuela, así como de los propios docentes (Santizo, 2009).
Liderazgo pedagógico en Puebla
La mayoría de los centros educativos en Puebla presenta un problema común: la poca interacción de los directivos con el personal docente; y por el contrario, se le da mayor prioridad a los asuntos administrativos de la institución. En otras palabras, se hace a un lado el aspecto pedagógico, lo que ocasiona que se dificulte lograr una mejoría en la calidad educativa. Una de las causas por las que no existe un liderazgo pedagógico a nivel directivo es el hecho de que se ignoran las funciones de liderazgo, no se cuenta con una preparación continua y destreza para relacionarse (Chiquito, 2019).
Adicional a lo anterior, las escuelas en Puebla deben ser innovadoras, adoptar políticas para asumir las diversas funciones de un liderazgo que sirva como base para lograr mejores espacios académicos. Se debe contar con prácticas basadas en la tolerancia, el respeto hacia las diferentes ideologías de cada alumno. El docente necesita alentar e incentivar al estudiante para que, a futuro, él mismo pueda tomar sus propias decisiones, por lo que es responsabilidad del docente dar respuesta a los constantes cambios y necesidades existentes que demanda la sociedad (Gatica et al., 2021).
Guías y estrategias de liderazgo pedagógico en educación básica
En México, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha desarrollado diversas herramientas para dirigir las prácticas educativas a nivel nacional. Un ejemplo que se puede nombrar es la Caja de herramientas del Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC) elaborada en 2009. Esta guía integra estrategias, actividades, sugerencias y recomendaciones para llevar a cabo mejoras en el aula (Parés, 2015).
La educación primaria es el grado en el que los estudiantes son más susceptibles al dominio de la escuela y su director. Este es el nivel más importante del sistema formativo mexicano, conformado por alrededor de 60 % de la tasa de matrícula en educación básica, y también es donde la mayoría de los estudiantes pasan la mayor parte del tiempo. El sistema educativo a nivel primaria cuenta con más de 98 000 escuelas y cerca de 600 000 docentes que brindan servicios a aproximadamente 15 millones de estudiantes. El mayor reto de los directivos en dichas escuelas es la relación existente con el personal docente; por lo tanto, para lograr un mejor desempeño educativo en México, es necesario diseñar estrategias de liderazgo pedagógico implementado por los directores que sientan satisfacción con lo que hacen para lograr resultados en el aprendizaje (Gorosave et al., 2010).
Cultura incluyente en la educación básica de México
El principal objetivo de la política educativa en México es la calidad en la educación en todos los niveles del sistema escolar; sin embargo, son pocas las instituciones educativas que se preocupan por ser consideradas como escuelas inclusivas. Una escuela inclusiva no tiene exámenes de admisión y no discrimina por motivos de pertenencia social, económicos, no hace clasificación de acuerdo con las capacidades intelectuales que fomentan la competencia y el individualismo manifiesto en los cuadros de honor, sino que fomenta la aceptación y la ayuda mutua, el diálogo horizontal y el trato igualitario para todos los alumnos. Aunado a ello, una escuela inclusiva se preocupa por la atención adecuada a todos los grados (Juárez et al., 2010).
La tarea del profesorado que recibe niños diagnosticados con autismo debe ser la de capacitarse para convertirse en un asesor y consultor de los diferentes aspectos de la vida del niño y su familia. La introducción en las escuelas de políticas educativas inclusivas implica cambios importantes en los roles de los profesionales de la educación. Dichos cambios no suelen ir acompañados de un análisis previo de su pensamiento, creencias y actitudes hacia este proceso, lo que puede comprometer seriamente el desarrollo de la inclusión de los niños con autismo. El estudio de las actitudes del docente se convierte entonces en un elemento determinante para conocer el desarrollo y comprender mejor su comportamiento instructivo en el aula (Llorens, 2012).
Los factores fundamentales para llevar a cabo una reforma del sistema educativo de este tipo son tres: recursos económicos, personal capacitado y voluntad política. Todos son fundamentales, pero la voluntad política es la principal, ya que puede conseguir los requisitos para la construcción de un México que cuente con instituciones capaces de formar al personal y llevar a cabo el proyecto de inclusión en las escuelas (Juárez et al., 2010).
Cultura incluyente en escuelas de educación primaria de Puebla
Respecto a la cultura incluyente en las escuelas públicas de Puebla, es sumamente importante cuestionarse si los estudiantes con requisitos educativos especiales reciben la atención adecuada para que adquieran conocimientos y desarrollen sus habilidades. De igual manera, es fundamental indagar la manera en la que se ejecutan las propuestas del Estado para fomentar la inclusión de los estudiantes con requisitos educativos y evaluar si la educación que obtienen es adecuada, dentro de ambientes de aprendizaje favorables desarrollados por personal docente capacitado y con la ayuda de una amplia gama de materiales educativos (Chávez, 2016).
Además, hay que comprender los procedimientos para desarrollar las capacidades y las clases de aprendizaje, de acuerdo con el tipo de necesidades de cada uno. Para lo cual, el docente deberá contar con la formación necesaria y responder a cada una de ellas con diversas actividades de aprendizaje que los ayuden a integrarse a la sociedad. Los directivos de las escuelas públicas deben promover espacios educativos que logren minimizar las barreras existentes impuestas por la misma sociedad. Cabe mencionar que a las instituciones educativas les falta aún mucho camino por recorrer para poder integrar a una persona con alguna discapacidad, ya que se vive en una sociedad que se caracteriza por discriminar, lo que ocasiona que existan actualmente muchos estudiantes sin acceso a la educación (Blanco, 2006).
Asumir la diversidad en sus diferentes dimensiones, como las culturales, de capacidades, motivaciones y expectativas, es un gran reto debido al conjunto de creencias, representaciones y estereotipos que maneja la sociedad respecto a las personas con autismo, y, por tanto, con las concepciones que se va formando también el profesorado. Es decir, la actitud del docente es trascendental en el proceso de inclusión escolar; entonces, el análisis de sus percepciones, actitudes y expectativas es muy importante para el desarrollo exitoso de la educación inclusiva de los niños con autismo (Zambrano y Orellana, 2018).
Trastorno del espectro autista en la infancia en escuelas de educación básica de México
En México no hay suficientes datos para informar sobre el trastorno del espectro autista. Para Anzaldo y Cruz (2019), la condición de TEA necesita visibilizarse dentro de la agenda pública con el objetivo de obtener diagnósticos en edades tempranas, un censo a nivel nacional y generar líneas de investigación interdisciplinarias en el tema. Como ya lo dijimos, se trata de una condición que puede modificar de manera significativa su estilo de vida, sus actividades y participación en la sociedad. La intervención desde una etapa temprana es importante y puede marcar un impacto positivo en las personas para tener una mejor calidad de vida por medio de terapia y diferentes atenciones en el desarrollo (Gobierno del Estado de Puebla, 2020).
El sistema educativo, y por consiguiente la escuela inclusiva, debe tener en cuenta un enfoque educativo que sea eficaz ante la diversidad, ya que cada individuo tiene características, intereses, capacidades y necesidades propias (Juárez et al., 2010).
Trastorno del espectro autista en escuelas de educación primaria de Puebla
En 2015, se aprobó en Puebla la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista con el objetivo de “promocionar la plena integración e inclusión a la sociedad de las personas con la condición de espectro autista”. Dicha legislación reconoce tres tipos de TEA: trastorno autista (autismo clásico), asperger y trastorno generalizado del desarrollo no especificado (Congreso del Estado de Puebla, 2019).
Actualmente, en Puebla las escuelas de educación primaria no cuentan con material para poder mejorar el aprendizaje de niños con este trastorno (Fernández de Lara, 2018).
Metodología
En el presente apartado serán delimitados los aspectos metodológicos que abordan el enfoque, estudio, diseño, universo, instrumentación, análisis de resultados y procedimiento del proyecto. Se explicará de manera detallada cada uno de los conceptos a continuación.
Enfoque
Se aplicó un enfoque de tipo cualitativo, que incluye una variedad de concepciones y marcos de interpretación en los que el común denominador es, precisamente, el concepto de patrón cultural, que parte de la premisa que toda cultura y todo sistema social tiene una manera particular de comprender situaciones y eventos. Es decir, los modelos culturales se encuentran en el centro del estudio de enfoque cualitativo debido a que son flexibles para el marco de referencia para el objeto de estudio (Hernández et al., 2006).
El presente proyecto demanda este tipo de enfoque, dado que facilita conocer las diferentes opiniones y significados de los directivos y docentes sobre las habilidades de liderazgo en los planteles educativos dirigidas hacia una inclusión educativa.
Estudio
El tipo de estudio que se empleó para la construcción del proyecto es el descriptivo, pues este se concentra en la medición o recolección de información de manera conjunta sobre las variables establecidas, adicional a que el objetivo no consiste en hallar la interrelación de dichas variables. Asimismo, se busca “especificar las propiedades, las características y los perfiles de personas, grupos, comunidades, procesos, objetos o cualquier otro fenómeno que se someta a un análisis” (Hernández et al., 2006).
Diseño
El diseño pertinente para el proyecto es de investigación-acción, pues con esta tipología se pretende resolver problemas cotidianos que resultan inmediatos, así como mejorar prácticas específicas y el propósito fundamental está dirigido hacia “aportar información para la toma de decisiones en relación con programas, procesos y reformas estructurales” (Hernández et al., 2006). En este caso, la guía de liderazgo elaborada juega un papel clave en la toma de decisiones del personal docente, con el objetivo de fomentar y ejercitar la inclusión dentro de las aulas.
Adicional, el diseño fue abordado desde una perspectiva de visión emancipadora, debido a que “su objetivo va más allá de resolver problemas desarrollar mejoras a un proceso, pretende que los participantes generen un profundo cambio social por medio de la investigación” (Hernández et al., 2006). Y no solo se busca cumplir funciones de diagnóstico y producción de conocimientos, sino también la creación de conciencia entre poblaciones con respecto a sus circunstancias sociales y la amplia necesidad de mejorar su calidad de vida.
Población
La población se refiere a un grupo de personas, eventos, sucesos, comunidades, etcétera, sobre el cual se habrán de recolectar los datos, sin que necesariamente sea representativa del universo que se estudia (Hernández et al., 2006). Para la presente investigación, la muestra estuvo constituida por aquellos niños y niñas con autismo en la ciudad de Puebla.
Instrumento
Un instrumento de medición es el recurso utilizado para el registro de información con respecto a aquellos datos relevantes sobre las variables (Hernández et al., 2006). Para el desarrollo del proyecto, se ejecutó un cuestionario de preguntas abiertas fraccionado en dos partes: la primera, aplicada a maestros de escuelas regulares que han tenido a un niño con autismo en su aula, con el objetivo de conocer cuáles fueron sus principales áreas de oportunidad, y la segunda, aplicada a la experta en TAE María Elena Macías Reyes para apoyar con la resolución de los principales retos a los que indicaron enfrentarse los docentes (Macías, 2021).
Discusiones
En México, las leyes respaldan los derechos de las personas con discapacidad; sin embargo, existe una brecha para poder atender las necesidades de los alumnos. En el caso de la ciudad de Puebla, las escuelas de educación primaria no cuentan con material didáctico y técnico o capacitación docente para atender niños con TEA ni con la información para transformar equipos docentes en líderes que acompañen la inclusión dentro del aula. No contar con personal capacitado ante la diversidad puede crear la exclusión en el aula.
Como recomendaciones para conseguir una inclusión eficaz en las escuelas de primaria en el estado de Puebla es necesario, según remarcan los autores Juárez et al. (2010), la preparación de los alumnos para una progresiva integración en las aulas regulares desde el punto de vista del profesorado, así como una correcta formación del cuerpo docente de educación básica, revisando el contenido de la parte teórica y aprovechando las prácticas educativas existentes.
Conclusiones
Con base en todo lo anterior, se puede concluir que, para lograr una educación inclusiva, es importante tener un enfoque de diversidad en el aula ante las propias necesidades de cada individuo. Gracias a la entrevista con la experta pudimos concluir que, ante todo, las personas deben ser tratadas como individuos, pues el diagnóstico no determina su desarrollo, sino las herramientas que le brinden al propio individuo para sobrellevarlo. El liderazgo desde las aulas puede llevarse a un nivel transformador, acompañado de las herramientas adecuadas para los docentes.
Las respuestas de los docentes de nivel primaria de primer grado a quienes se aplicó el instrumento de medición presentaron preocupaciones frente al desconocimiento sobre el autismo y las estrategias para trabajar en el aula. El liderazgo de los docentes permea en los resultados de la inclusión social y en las dimensiones de la persona, esto debido a que los docentes tienen un rol fundamental para la inclusión de los niños con TEA.
Futuras líneas de investigación
La metodología propuesta en la presente investigación propone una intervención de liderazgo transformador desde las aulas en niños de primer grado de primera en México mediante instrumentos de entrevistas a personal capacitado en las necesidades de niños y niñas con autismo y personal docente que carecen de herramientas de liderazgo para autocapacitarse dentro del aula. La presente metodología se limitó a estudiar el autismo en el primer grado de primaria, sin embargo, son pertinentes futuras líneas de investigación con otros tipos de discapacidad en las aulas, así como estudios en otros niveles de educación básica para fomentar el liderazgo transformador de los docentes en las aulas hacia la inclusión educativa.
En futuras investigaciones es relevante responder a preguntas como qué tipo de herramientas son necesarias para facilitar a los docentes un liderazgo transformador, quiénes son los líderes de una educación inclusiva, y, finalmente, cómo participan otros actores en la construcción de una inclusión educativa.