INTRODUCCIÓN
Las plantas con propiedades curativas han sido por muchos años parte elemental en la salud de las personas. Se estima que entre el 70 y 80 % de la población que habita en países en desarrollo depende de este recurso terapéutico como alternativa para la cura de sus enfermedades (Da-Silva y col., 2012; Luitel y col., 2014). Esta tendencia ha ido en aumento a nivel global. En México se han establecido clínicas mixtas donde se integran la medicina tradicional con la alópata (Gheno-Heredia y col., 2011). El 90 % de la población mexicana recurre a las plantas medicinales para el tratamiento empírico de varias enfermedades; entre las plantas más comúnmente utilizadas están Allium sativum, Citrus limon, Gnaphalium sp., Eucalyptus globu lus, Mentha sp., Matricaria recutita y Opuntia ficus indica (Robles-Zepeda y col., 2011).
Si bien el conocimiento científico sobre el número de la flora en el planeta aún es desconocido, se calculan alrededor de 35 000 especies medicinales. México ocupa el segundo lugar mundial en este campo, se estima un aproximado de 4 500 plantas de uso medicinal, y solo en un 11 % de ellas se ha verificado su eficacia química, farmacológica y biomédica (Schlaepfer y Mendoza-Espinoza, 2010; Martínez, 2012).
Esta riqueza floristica, junto con la gran diversidad cultural, ha propiciado su aprovechamiento desde épocas antiguas, y por consiguiente su transmisión entre generaciones. Dicho proceso es esencial para conservar las costumbres y creencias ligadas a la medicina herbolaria. Hoy en día, diversos factores, como la degradación de los hábitats, han limitado la disponibilidad de plantas, y a su vez ocasionado el abandono de las costumbres locales, junto con esto la pérdida del conocimiento tradicional sobre las especies útiles en la salud humana (Bermúdez y col., 2005).
En México, las investigaciones en el campo de la etnobotánica han demostrado la importancia de los recursos vegetales para la mejora de la salud en las personas (Cortes-Rodríguez y Venegas-Cardoso, 2011; Alonso-Castro y col., 2012; Estrada-Castillónycol.,2012; Molina-Mendoza y col., 2012; Juárez-Vázquez y col., 2013). Sin embargo, como lo menciona Gómez (2012), es insuficiente la información generada del uso y manejo de la flora medicinal. En el país, aún se localizan zonas geográficas, en donde las personas conservan la costumbre de tratar sus malestares con plantas, y dicho conocimiento no ha sido abordado con estudios etnobotánicos.
En lo que refiere a la entidad veracruzana, se tiene un registro de alrededor de 1 205 especies vegetales medicinales (Cano, 1997). La mayoría de ellas reportadas en los trabajos que se han realizado en municipios de la parte centro y sur del estado (Navarro y Avendaño, 2002; Gheno-Heredia y col., 2011). En el norte de Veracruz, para el caso de la Reserva Ecológica "Sierra de Otontepec", no se cuenta con antecedentes de la flora utilizada como medicina.
Por lo anterior, en este trabajo se presenta la lista de las plantas medicinales con su uso y manejo, mismas que fueron referidas por habitantes en el área de estudio, y colectadas para su registro y creación de un jardín etnobotánico.
MATERIALES Y MÉTODOS
La presente investigación incluyó siete comunidades rurales del municipio de Chontla: Tezitlal, Tamalcuatitla, San Nicolasillo, Las Cruces, Arranca Estacas, La Garita y Cruz Manantial (Figura 1). El municipio se encuentra parcialmente dentro del Área Natural Protegida (ANP): Reserva Ecológica "Sierra de Otontepec", y está ubicado en la zona norte del estado, en las coordenadas 21°11' y 21°40' de latitud norte y 97°52' y 98°05 de longitud oeste, a una altura que va de 30 msnm hasta los 1 300 msnm (SEFIPLAN, 2014).
De acuerdo con la clasificación climática de Köppen, modificada por García (1988), el clima pre dominante en el área de estudio es cálido-extremoso (Aw 1 (e) w"), con una temperatura promedio de 24 °C y una precipitación pluvial media anual de 1 555 mm. El suelo es de tipo regosol calcárico y cambi-sol (SEDEMA, 2007). La comunidad vegetal en el área de estudio está conformada principalmente por bosque tropical subcaducifolio y pastizal. Destacan especies arbóreas como Brosimum alicastrum, Cedrela odorata, Enterolobium cyclocarpum, Ficus mexicana, Quercus oleoides y Sabal mexicana (Puig, 1976; Rzedowski, 1978).
Para recabar la información se empleó el método etnobotánico de Kvist y col. (2001). Durante las 16 salidas a campo, de marzo a octubre del año 2012, se aplicaron entrevistas individuales semiestructuradas a 30 personas de comunidad, para un total de 210 entrevistas. Las personas entrevistadas fueron de ambos sexos, con un rango de edad de 18 a 88 años, con experiencia en el uso de plantas medicinales, siendo en general amas de casa, personas de la tercera edad y gente de campo, parteras y algunos jóvenes. La entrevista consistió en responder de forma oral un cuestionario, con temáticas referentes al uso, conocimiento, manejo y enfermedades que curan las plantas.
Se hicieron recorridos en los jardines de cada persona entrevistada y sitios cercanos en donde pudieran identificar las plantas que habían señalado usar con fines medicinales. Se tomaron fotografías con una cámara digital Canon PowerShot SX40 de 12.1 megapíxeles (Japón).
Se realizaron colectas de acuerdo a las técnicas para estudios florísti-cos (Lot y Chiang, 1986; Gaviño y col., 2007). Primero, se obtuvieron ejem plares vivos para establecer el jardín en la estación de campo "Sierra de Otontepec" en Chontla, para esto fueron necesarias bolsas de plástico obscuras de 30 cm x 30 cm, navaja de campo (Sayula, Jalisco, México), pala espadón Truper (México) y geoposicionador Garmin GPSMAP 60CSx (Taiwán).
Después, se colectaron tres ejemplares para herbario, cada uno se tomó en el mejor de los casos con flor, fruto y hojas, y se colocaron en una prensa de madera. Se etiquetó cada ejemplar botánico con sus datos de nombre científico, nombre común, fecha, localidad, coordenadas geográficas, una breve descripción y el uso que se le atribuye.
Todo el material colectado se llevó a la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana, campus Tuxpan, México, para ser herborizado e integrado a la colección del herbario con registro VER-HER-223-07-09. La identificación se apoyó en fascículos de la Flora de Veracruz (Instituto de Ecología, A. C., 2012), Catálogo de nombres vulgares y científicos de plantas mexicanas (Martínez, 1979), Flora Medicinal de Veracruz (Cano, 1997), base de datos del jardín de Missouri (TROPICOS), así como de la Colección del herbario del Instituto de Ecología (XAL) y la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana (XALU) en Xalapa, Veracruz, México, para su comparación.
La clasificación taxonómica se basó en lo propuesto por Stevens (2012). Y para fines de este estudio, los usos terapéuticos se organizaron y adaptaron a este trabajo, tomando en cuenta la Clasificación Internacional de las Enfermedades (Organización Panamericana de la Salud, 2008).
Las familias se listaron de manera alfabética, cada una con sus respec tivas especies, nombre científico y nombre común local.
RESULTADOS
El producto de las 210 entrevistas se constató que el 85 % de las personas entrevistadas tenía conocimiento del uso de plantas medicinales; siendo las personas mayores de 40 años las que aportaron más información.
En el listado taxonómico obtenido se registraron 80 especies, que correspondieron a 45 familias botánicas (Tabla 1). Las familias Asteraceae y Lamiaceae presentaron el mayor número de taxa medicinal (siete especies cada una), seguidas de Euphorbiaceae y Fabaceae (cuatro especies cada una), Bignoniaceae y Malvaceae (con tres especies cada una), y en menor cantidad Amaryllidaceae, Anacardiaceae, Apocynaceae, Burseraceae, Cactaceae, Commelinaceae, Lauraceae, Moraceae, Myrtaceae, Passifloraceae, Phytolac-caceae, Poaceae y Solanaceae (dos especies cada una). En el resto de las familias se obtuvo el registró de sólo una especie. Entre las familias registradas, la Asteraceae fue la más diversa (siete géneros y siete especies), y ocupó el primer sitio en cuanto a los usos medicinales se refiere (14).
Numeración de los usos terapéuticos: 1. Bronquitis, 2. Cáncer, 3. Cefaleas (dolor de cabeza), 4. Cólicos menstruales, 5. Conjuntivitis, 6. Desinflamación a causa de golpes, 7. Desinflamante/estómago, 8. Diabetes, 9. Diarrea, 10. Disentería, 11. Dolor de estómago, 12. Dolor de muelas, 13. Dolor de oído, 14. Dolor del corazón, 15. Empacho, 16. Enfermedades renales, 17. Epilepsia, 18. Estimulantes (para bajar leche), 19. Evitar el vómito, 20. Extracción de espinas, 21. Fiebre, 22. Gastritis, 23. Granos, 24. Heridas, 25. Hongos en la piel, 26. Insomnio, 27. Latido, 28. Mal de boca, 29. Nervios, 30. Parásitos intestinales, 31. Picadura de alacrán, 32. Mordedura de víbora, 33. Presión alta, 34. Problemas de próstata, 35. Problemas respiratorios, 36. Relajantes (baños), 37. Reumas, 38. Salpullido, 39. Susto, 40. Tisis, 41. Tlazol (mal de viento), 42.Viruela.
En la Tabla 1, se mencionan las especies vegetales que son utilizadas para el tratamiento de 42 afecciones, como la diarrea, problemas renales, presión alta, diabetes y cáncer; consideradas las primeras causas de muerte en el país y el mundo.
De las plantas medicinales que destacan en el presente trabajo fueron: Acacia cornigera, Annona reticulata, Ardisia escallonioides, Bauhinia divaricata, Bidens pilosa, Guazuma ulmifolia, Malvaviscus arboreus, Mentha piperita, Persea americana var. drymifolia, Plectranthus amboinicus, Spondias mombin y Spondias purpurea. Con frecuencia se hacen preparados herbolarios con estas plantas para tratar la diarrea.
Las hojas de Passiflora edulis se reportaron para combatir el cáncer.
Algunos entrevistados refirieron utilizar Bidens pilosa, Costus spicatus, Martynia annua Rhipsalis baccifera y Verbesina persicifolia para con trolar la diabetes. En cuanto a los problemas renales, señalaron tener buenos resultados cuando ingieren: Brosimum alicastrum, Costus spicatus, Equisetum hyemale, Lygodium venustum, Parmentiera aculeata y Zea mays.
Finalmente, cuando presen tan malestares ocasionados por alteraciones en la presión arte rial utilizan: Rhipsalis baccifera, Sechium edule, Ocimum basilicum, Allium sativum, Passiflora edulis y Cymbopogon citratus.
También se registró un grupo de enfermedades poco comunes, denominadas de filiación cultural como el susto y tlazol; y están vinculadas a las creencias mágico-religiosas de las localidades. Para tratarlas son utilizadas: Hyptis ver ticillata, Ocimum campechianum, Ocimum basilicum, Justicia spicigera y Rivina humilis. Con la finalidad de conocer el cuadro de afecciones, en las cuales se utilizan más plantas; los padecimientos se clasificaron en 20 categorías (Tabla 2). Y fue la del sistema digestivo e hígado, en la que se observó la mayor cantidad (26 spp.): Acacia cornigera, Aloe vera, Annona reticulata, Ardisia escallonioides, Artemisia ludoviciana Bauhinia divaricata, Bidens pilosa, Carica papaya, Cinnamomum zey-lanicum, Coriandrum sativum, Guazuma ulmifolia, Hamelia patens, Hyptis verticillata, Lygodium venus tum, Malvaviscus arboreus, Mentha piperita, Ocimum campechianum, Passiflora foetida, Persea ameri cana var. drymifolia, Piper auritum, Plectranthus amboinicus, Protium copal, Psidium guajava, Spondias mombin, Spondias purpurea y Tagetes erecta.
La eficacia de los recursos vegetales para curar enfermedades fue reiterada por el 67 % de los entrevistados, mientras el 27 % comentó que algunas veces si les causan beneficio, y el 6 % dijo que no les resultan efectivos.
Respecto a las partes vegetales de las plantas, se determinó que la hoja es usada con más frecuencia en los preparados herbolarios (54.1 %), seguida de la raíz (10.2 %), el tallo (9.2 ), la flor (8.2 %), la corteza (6.1 %), el fruto (5.1 %), la semilla (4.1 %), la resina (2 %) y la planta completa (1 %).
Para la preparación de los remedios herbolarios utilizan distintos procesos (Tabla 1). No obstante, la infusión concentró la mayoría de los registros. El 67.5 % de las plantas son pre paradas e ingeridas de esta manera.
En lo que refiere a la forma biológica o de crecimiento mejor representada en la flora medicinal, fueron las herbáceas con 36 especies. También destacó la forma arbustiva y arbórea con 16 y 19 especies, respectivamente. Se registraron solo siete arbustos trepadores y dos especies de epífitas.
El material vegetal curativo lo obtienen de tres sitios diferentes: 65 % de las personas respondieron de su jardín, 23 % del campo y un 12 % en las ventas de plaza. En los jardines siembran hasta 24 especies, destacan las de uso común: Aloe vera, Artemisia ludoviciana, Buddleja cordata, Costus spicatus, Chenopodium ambrosioides, Cymbopogon citratus, Hamelia patens, Justicia spicigera, Lippia dulcis, Mentha piperita, Ocimum basilicum, Piperauritum, Pentalinon andrieuxii, Petiveria alliacea y Rhoeo discolor.
Finalmente, se estableció un jardín etnobotánico con 50 especies medicinales, en la estación de campo del municipio de Chontla.
DISCUSIÓN
El uso y manejo de plantas como elementos terapéuticos está muy difundido entre las diferentes comunidades de estudio. Sin embargo, no se encuentran referentes bibliográficos acerca de esta práctica para la región de interés, solo se reportan los trabajos florísticos de Puig (1976); Castillo y Medina (1996).
En general, las familias vegetales que se documentaron en el presente estudio, destacan por su amplia distribución en el país, y por los compuestos químicos que poseen, de gran interés farmacológico, como el eugenol, la taspina y la 3'-4-O-dimetilcedrusina con importantes propiedades cicatrizantes; estructuras fenólicas y alcaloideas con aplicaciones desinflamatorias, así como, flavonoides con actividad antioxidante y antimicrobial, ligados a la mejora de malestares en el aparato digestivo (Pérez-Portero y col., 2013; Richeri y col., 2013; Singh y col., 2014).
La familia Asteraceae fue la más diversa (siete géneros y siete especies). Sin duda, esta familia es muy recurrente entre la flora medicinal, como se describe en los trabajos etnobotánicos de Juárez-Vázquez (2013), en Hidalgo, y Royo-Márquez y col. (2013), en Chihuahua. La ca racterística arvense y ruderal de la mayoría de las especies que la conforman (Redonda-Martínez y Villaseñor-Ríos, 2011), facilitan su establecimiento en diversos hábitats. Por esta razón, la presencia de asteráceas en los sitios de estudio fue mayor, comparada con las otras familias. Así también, dicha familia ocupó el primer sitio en cuanto a los usos medicinales se refiere. La mayoría de las especies vegetales que la integran contienen sustancias farmacológicas importantes, como diterpenos de núcleo clerodano, lactonas sesquiterpénicas, indoides, fenilpropanoides, flavonoides y aceites esenciales; con aplicaciones en el tratamiento de malestares del tracto digestivo (Alonso y col., 2008). De todos los compuestos, destacan las lactonas sesquiterpénicas; de gran aplicación en enfermedades del corazón y de la piel, gastritis, diarrea y dolores de cabeza (Arrázola y col., 2002; Chadwick y col., 2013). La relevancia de las Asteraceas en la salud humana parece resultar de la diversidad de especies que la integran y del espectro tan amplio de sustancias de uso terapéutico que contienen.
Entre el listado de la flora medicinal, es relevante mencionar el uso de 12 plantas para combatir la diarrea. Para este padecimiento, se registró el mayor número de espe cies vegetales entre todo el grupo de enfermedades. El uso de las plantas contra la diarrea, que considera: Bidens pilosa, Guazuma ulmifolia, Mentha piperitaySpondiaspurpurea, también está documentado en otras regiones del país (Osuna y col., 2005; Magaña-Alejandro y col., 2010; Estrada-Castillón y col., 2012). La diarrea es una de las causas principales de mortalidad y morbilidad en la niñez en el mundo (Hernández y col., 2011; OMS, 2013). El rezago social en los sitios del presente estudio, como la carencia a los accesos a servicios de salud, suministro de agua potable y drenaje, juegan un papel determinante en la incidencia de este problema de salud y al uso elevado de plantas.
Entre los remedios que se observaron para tratar la diabetes, solo Bidens pilosa registra el mismo efecto en diversos estudios (Borges y col., 2013; Lima y col., 2011). Se ha comprobado que los glucósidos poliacetilénicos presentes en esta especie, tienen la capacidad de regular el contenido de glucosa en la sangre (Shih-Chang y col., 2009).
Para el cáncer, enfermedad de consecuencias fatales y considerada como la principal causa de muerte a escala mundial (OMS, 2015), se registró la ingesta de preparados de hojas de Passiflora edulis. Sin embargo, hay evidencias sobre el uso del extracto etanólico de las hojas y el jugo del fruto de Passiflora edulis para tratar esta enfermedad en animales (Rojas y col., 2006). Otras alternativas contra este padecimiento han sido el uso de Taxus brevifolia y Catharanthus roseus, cuya eficacia ha sido comprobada (Schlaepfer y Mendoza-Espinoza, 2010).
De las plantas reportadas para las enfermedades renales, diversos estudios etnobotánicos concuerdan con los resultados de este trabajo, en los cuales también se registra Equisetum hyemale y Zea mays (Debenedetti, 2011; Gheno-Heredia y col., 2011; Estrada-Castillón y col., 2012; Battisti y col., 2013). El efecto benéfico se atribuye a las sustancias presentes en Equisetum hyemale y Zea mays, como las sales de potasio, taninos, equisetonina y al ácido gálico; que aumentan la diuresis en las personas (Sousa y Trevisan, 2007; Universidade Federal do
Paraná, 2015).
Si bien el ajo es utilizado para muchas enfermedades, en este estudio destaca el uso en crudo para regular la presión alta. Algunos estudios señalan mejores resultados con el extracto hidroalcohólico, en el cual la presencia de cantidades elevadas, principalmente de S-alil-cisteína, causa un posible efecto antihiper-tensor (Navarro, 2007; Chuan-Hsiao y col., 2011).
Respecto a las enfermedades que se registraron de filiación cultural, como el susto y tlazol, estas no son atendidas por la medicina alópata; los llamados curanderos son los encargados de estos males. Estos padecimientos son atribuidos a la brujería y a espíritus, y están vinculados a las creencias mágico-religiosas de las localidades. En este trabajo se reportaron cinco especies, de las cuales Hyptis verticillata, Ocimum basilicum y Justicia spicigera, son utilizadas en otras regiones del país para tratar estos malestares. Su uso popular es conocido en la medicina tradicional mexicana (Alonso-Castro y col., 2012; Juárez-Vázquez y col., 2013; Magaña-Alejandro y col., 2010).
Los malestares del aparato digestivo e hígado representan la categoría en la cual se utilizan más plantas medicinales. Al respecto, se destaca que de las 26 especies registradas en el área de estudio, nueve de ellas se reportan contra estos malestares en la Huasteca Potosina y Nuevo León (Alonso-Castro y col., 2012; Estrada-Castillón y col., 2012).
En las regiones rurales del país es frecuente encontrar una alta tasa de morbilidad en padecimientos de tipo digestivo, debido a que las condiciones socioeconómicas de esta población afectan su calidad de vida; esto a su vez se ha asociado con la existencia de un mayor cono cimiento en el uso y en la diversidad de plantas medicinales disponibles para tratar estos padecimientos (Fuentes-Cervantes y col., 2013).
Si bien cada parte de la planta es un ingrediente importante en los preparados medicinales, las personas encuestadas señalaron para este fin, su preferencia por el uso de la hoja. Estos resultados coinciden con otros trabajos realizados en el país, en los que también se reporta esta preferencia (Estrada-Castillón y col., 2012; Gómez, 2012; Juárez-Vázquez y col., 2013; Villarreal-Ibarra y col., 2014); así como en el extranjero (Abera, 2014; Kipkore y col., 2014). En las hojas se lleva a cabo las mayoría de las síntesis químicas de la planta, por lo que poseen un alto contenido de componentes activos, pero sobre todo, su amplio uso se debe a la facilidad para obtenerlas y su presencia en la planta la mayor parte del año.
En cuanto a la preparación de los medicamentos herbolarios, se mencionaron distintos procesos, pero la infusión concentró la mayoría de los registros; siendo una práctica muy concurrida y aceptada en la medicina herbolaria (Alonso-Castro y col., 2012; Angulo y col., 2012). La mayoría de los remedios son preparados a manera de infusión, empleándose para ello las diferen tes partes de la planta. Sin embargo, algunos autores sugieren utilizar solo las partes duras de la planta: como las raíces, cortezas, semillas y tallos; y recomiendan que no debe usarse dicho proceso si la planta contiene aceites volátiles (Pérez y col., 2011).
Con relación a los tipos de crecimiento o formas biológicas de las plantas registradas en el presente trabajo, se observó un claro predominio de las herbáceas. Las hierbas son un componente importante entre la flora medicinal, su presencia es muy marcada en diversos trabajos (Uprety y col., 2012 y Villarreal-Ibarra y col., 2014).
La mayoría de los entrevistados señalaron que obtienen el material vegetal, que ocupan en sus preparados medicinales, de sus propios jardines, aunque también optan por recolectarlo del campo o adquirirlo en los días de venta de plaza. Esta práctica de cultivo de plantas medicinales ya ha sido documentada. Los jardines son espacios fundamentales para la disponibilidad de plantas medicinales y para la transmisión del conocimiento de la herbolaria medicinal (Puente-Pardo y col., 2010; Vázquez y col., 2011). Aunque son pocas las personas que recolectan del campo sus propias hierbas medicinales, esta práctica, aunada a los actuales patrones de colecta comercial de estos recursos, pueden ocasionar un impacto negativo en la sostenibilidad de las especies de interés (Puelles, 2007). Esto es de particular importancia en las zonas rurales, en donde la falta de criterios técnicos para selección y recolección del material, amenaza la variabi lidad genética de la flora medicinal (Gómez y Puelles, 2010). Es por ello que se requiere diseñar y aplicar planes de manejo, que permitan regular la colecta de plantas, especialmente con fines de explotación comercial por el gran volumen que demanda, permitiendo con ello una recolección sostenible, mantener la diversidad genética de las especies y preservar los ecosistemas naturales.
CONCLUSIONES
Entre las 80 especies medicinales que se usan y colectan en la reserva "Sierra de Otontepec", son muy importantes aquellas consideradas con atributos curativos contra la diarrea, problemas renales, presión alta, diabetes y cáncer, todas ellas enfermedades de gran prevalencia en el país y algunas de grave consecuencia para la salud y de alto costo en su tratamiento médico alópata. Las formas herbáceas fueron las especies predominantes y la hoja la parte vegetal mas utilizada. La infusión fue la forma medicinal de mayor uso. El jardín fue un espacio de importancia para el suministro de las plantas medicinales, lo cual favorece el uso sostenible de la flora medicinal local. Se requieren más trabajos etnobotánicos encaminados al desarrollo de planes de manejo; así como la valoración de las plantas de interés, basados en el conocimiento tradicional de los recursos vegetales de la región, para asegurar su eficiencia e inocuidad, mediante análisis fitoquímicos, farmacológicos y toxicológicos.