Introducción
La gentrificación trasnacional es la expresión más reciente de la evolución conceptual de la gentrificación (Hayes y Zaban, 2020). Desde finales del siglo XX algunos estudios aludían a la globalización como actor fundamental del avance gentrificador, pero no fue hasta hace poco que Sigler y Wachsmuth (2015) lo esclarecieron en su artículo sobre la transformación del centro histórico de Panamá. Según dichos autores, las desinversiones localizadas en ciudades de países de baja renta per cápita representan una oportunidad para la reinversión de capital, no debido a la relación cambiante de sus barrios con la dinámica de crecimiento metropolitano, sino a la relación cambiante que ellos tienen con una clase media trasnacional, para la cual la globalización ha hecho que un lugar distante sea accesible tanto físicamente como en su imaginario de estilo de vida (Sigler y Wachsmuth, 2015: 4).
Es revelador que el concepto de gentrificación trasnacional surja de un caso latinoamericano. Es también un indicativo de la realidad imperante en un número creciente de ciudades de esa parte del continente, sobre todo las turísticas que se han abierto a fuertes interacciones de capital trasnacional. El aumento de interacciones globales es motivado por la también creciente movilidad de ocio de las clases medias internacionales, particularmente la estadounidense y la canadiense. A pesar de que existen evidencias del proceso de gentrificación trasnacional en ciudades mexicanas como San Miguel de Allende, Guanajuato, Querétaro, Ciudad de México, Mérida, Puerto Vallarta, Oaxaca, y otras tantas latinoamericanas como Cuenca, Quito, Panamá, Cartagena y Valparaíso, el vacío en la literatura en español es aún amplio. Lo anterior no significa que estos procesos no estuvieran documentándose, sino que muchos se agrupaban bajo el término de turismo residencial y se desarrollaron sobre todo en estudios de ciudades de la península ibérica. Es hasta hace pocos años que ese movimiento migratorio se está exponiendo como una entrada de gentrificación, es decir, un factor de desplazamiento en ciudades latinoamericanas.
En ese contexto, el objetivo central de este artículo consiste en contribuir a la construcción conceptual de la gentrificación trasnacional latinoamericana a través del caso de San Miguel de Allende en México. La elección se justifica ya que dicha ciudad reúne al menos dos de las condiciones básicas de la gentrificación trasnacional: es una ciudad de baja renta y manifiesta una migración trasnacional muy avanzada y de larga data. Además, al ser una ciudad media, de unos 150 000 habitantes, permite evidenciar más el impacto de la gentrificación trasnacional en el territorio, puesto que la disipación de los efectos socioeconómicos de la migración trasnacional es menor debido a la falta de otras actividades y sectores productivos que puedan representar un contrapeso o una opción diferente de desarrollo. Para tal ejercicio proponemos tres tiempos. El primero será situar el avance teórico internacional sobre la gentrificación trasnacional. El segundo abordará el caso de San Miguel de Allende en un análisis crítico de su proceso de transformación vinculado a la migración trasnacional de clases medias norteamericanas. El tercer tiempo implica la deconstrucción de las lecciones aprendidas del estudio de caso con el fin de marcar un referente o prototipo de algunas de las principales características conceptuales de la gentrificación trasnacional en América Latina.
Antecedentes teóricos de la gentrificación trasnacional
La gentrificación trasnacional ha sido identificada como uno de los estados más avanzados de la gentrificación (Hayes y Zaban, 2020). Su condición de vanguardia se puede vincular con las condiciones económicas del capitalismo digital aceleradas en los últimos 20 años (Schiller, 1999). Particularmente se vincula con las formas de consumo, de movilidad y de habitar de clases de ingreso medio y alto a nivel internacional. Dichas formas se han trastocado a causa de los avances digitales y la popularización de las redes de comunicación y transporte (Internet, trenes de alta velocidad, vuelos de bajo costo, así como telefonía móvil, computadoras, aplicaciones digitales y redes sociales, entre los más importantes). Desde al menos la década de los 2000 la globalización de la cultura digital se disparó en los países del Norte Global y también en países emergentes como China, Brasil, México y Rusia (García Canclini, 2004). El desarrollo tecnológico de las comunicaciones y la movilidad permitieron que las relaciones sociales, laborales, académicas y familiares comenzaran a transformarse modificando el vínculo de los individuos con el espacio urbano (Choay, 1994). Ese progreso fue también la oportunidad para el capitalismo digital tardío de crear nuevos mercados de consumo en las prácticas de ocio y cultura, primero de las sociedades de los países de alta renta y posteriormente en las emergentes clases medias del sur global. Las empresas como Airbnb, Uber, Netfilx, Apple, Microsoft, Google y otras han sido las grandes ganadoras en este periodo de capitalismo; y, por lo tanto, tienen que ser consideradas también gran parte de la base en la que la gentrificación trasnacional se ha creado y desarrollado. Esas compañías con sus aplicaciones digitales han concretizado la gentrificación de la vida cotidiana de un archipiélago de territorios globalizados.
En una muy breve reseña de la evolución del concepto de gentrificación, con el riesgo de simplificar, pero con el objetivo de contextualizar y explicar el estado actual de la gentrificación trasnacional, podemos establecer los siguientes lapsos. En las décadas de los 1970-1990 el fenómeno apareció en los barrios centrales de capitales mundiales de países ricos, conducido por renovaciones urbanas. El cambio en la base de la economía urbana que se convertía en posindustrial (Chalin, 1996; Ascher, 2001). El resultado fue una transformación social con el engrosamiento de clases sociales medias en el sector de servicios que tuvo eco en barrios obreros que poseían cualidades urbanísticas valoradas, vida animada, centralidad, patrimonio urbano-arquitectónico, lugares de consumo cultural, etc. (Florida, 2002; Sassen, 2014). Hacia la década de 1990-2000 la gentrificación se globalizó siguiendo el esquema anterior de desplazamiento y creación de barrios a la moda, pero ya en geografías más variadas y con actores financieros globales que vieron la oportunidad de reproducir capital con el consumo y las tendencias de habitar de las clases medias metropolitanas (Janoschka, Sequera y Salinas 2014). También en esa década aparecen los primeros balbuceos de la gentrificación en Latinoamérica, en este caso por la renovación a cargo del Estado de ciertos barrios centrales en ciudades como Puebla o la Ciudad de México (Navarrete, 2017). Aunque con muchas reservas sobre su nivel de avance y la pertinencia de llamarle gentrificación se comenzó a comparar esas transformaciones con las que se habían vivido en ciudades del norte global. Era cuestión de tiempo. Entre 2000-2020 con una breve pausa durante la crisis financiera del 2008, la gentrificación explotó en diversidad y grados de avance (Hayes y Zaban, 2020). En ese momento la gentrificación trasnacional fue mucho más evidente y apareció en el panorama de fenómenos urbanos conviviendo con las gentrificaciones anteriores (nacionales, locales y metropolitanas). Así, actualmente tenemos múltiples gentrificaciones vigentes siendo la trasnacional la modalidad más representativa del estado avanzado de capitalismo, de movilidad, de consumo cultural, de consumo digital y de renovación urbana por capitales financieros.
En América Latina a partir del año 2000 los barrios centrales que contenían cualidades urbanas y arquitectónicas de gran valor acentuaron su carrera a la renovación urbana y a la turistificación (Delgadillo, Díaz y Salinas 2015). Con lo anterior también en las dos primeras décadas del siglo XXI se va desarrollando la base de la gentrificación trasnacional, que en el caso latinoamericano surgió de políticas locales que buscaban atraer poblaciones extranjeras de turistas y residentes para desarrollar los territorios (Janoschka, Sequera y Salinas 2014). Fue también el periodo en el que los nombramientos de Ciudad Patrimonio de la Humanidad (UNESCO) y la creación de otras marcas urbanas apuntalaron la comercialización de espacios tradicionales y centrales en las ciudades del subcontinente. Para varias de esas ciudades el principal mercado de consumidores fue la clase media y media alta de las economías desarrolladas, mayoritariamente la estadounidense y la canadiense, y en menor medida la europea.
Centrándonos en la dimensión geográfica de la gentrificación trasnacional observamos que atañe particularmente a barrios históricos o zonas costeras de ciudades de baja renta (Sigler y Wachsmuth, 2015; Covert, 2017; Hayes, 2018). Esa condición es otra diferencia respecto del estado previo de gentrificación que concierne particularmente a barrios pericentrales de ciudades de países de alto ingreso. La mayoría de los casos estudiados de esa etapa de gentrificación son de grandes capitales globales de países desarrollados como París, Nueva York, Londres, San Francisco, Los Ángeles, Chicago (Florida, 2002; Smith, 2012; Sassen, 2014). En cuanto a la gentrificación trasnacional, la península ibérica ha sido la más estudiada con casos como Barcelona, Madrid, Sevilla y Lisboa (Janoschka, Sequera y Salinas, 2014; Hernández, 2016).
La gentrificación trasnacional puede estar conducida primordialmente por el Estado, por el turismo o por la migración por estilo de vida (Hayes y Zaban, 2020). En ese sentido comparte los dos primeros actores con la gentrificación nacional o metropolitana y sería la migración por estilo de vida que distingue a la gentrificación trasnacional (Benson, 2012). Luego los tres componentes (Estado, turismo y migración) se retroalimentan y según la historia geourbanística de cada ciudad, uno de ellos resulta dominante caracterizando su gentrificación trasnacional. El actor dominante también puede cambiar con el tiempo; por ejemplo, cuando el proceso de la gentrificación comienza con una renovación espacial financiada por el Estado, eso genera condiciones propicias para atraer visitantes, por lo que el turismo se vuelve entonces el conductor; luego, el prestigio turístico del lugar se vuelve internacional y atrae a nuevos habitantes extranjeros pero de países con mayor ingreso que la ciudad concernida.
En un breve estado de la cuestión se pueden distinguir cinco pilares en los que se sustenta el concepto de gentrificación trasnacional. El primero es la migración por estilo de vida que introduce una producción planetaria de lugares de residencia temporal y permanente de clases medias internacionales. La migración por estilo de vida es una noción anglosajona que establece que migrantes relativamente ricos se trasladan por temporadas o definitivamente a lugares “pobres” que ofrecen buena calidad de vida. La buena calidad de vida para el migrante transnacional consiste en una serie de valores medioambientales como el buen clima sin fríos inviernos ni veranos extremos, condiciones físicas de habitabilidad en el domicilio por un precio que se considera bajo, cercanía con la naturaleza y/o el campo, vivir en comunidades con una cultura fuerte y bien definida que le permita presenciar tradiciones exóticas como la cocina, los bailes, las fiestas religiosas, la hechura artesanal, etc. (Hiernaux, 2002). La migración por estilo de vida obedece a motivaciones individuales relacionadas con acciones, comportamientos y emociones para alcanzar la realización personal; el estilo de vida buscado es hedonista, cultural, consumista, de ocio, de recreación y con cierto cosmopolitismo controlado, con marcos naturales o patrimoniales prestigiosos y climas benignos (Benson, 2012).
El segundo pilar es la clase media de los países de alta renta como turistas y migrantes. Las preferencias residenciales, de consumo y de ocio pueden diferir en cada país o región, pero en general se pueden distinguir dos grupos de esa clase: los boomers y los creativos. Los primeros corresponden a las generaciones de la posguerra que llegaron a la edad de retiro masivamente en la década de 2000 (Urry, 2007). Los segundos corresponden a las generaciones más jóvenes (generación X, generación Z y millennials), asociadas con el concepto de la clase creativa de Richard Florida (2002). Los imaginarios de migración varían para cada generación y para cada individuo, pero de forma general se sitúan entre dos polos: las playas paradisiacas y los pueblos tradicionales con buena calidad de vida. Para los boomers y los creativos la posibilidad de un estilo de vida sofisticado se facilita por el ingreso mayor con respecto a la media de una ciudad en un país de baja renta per cápita, lo que les permite un consumo y servicios privilegiados que posiblemente no tendrían en su país de origen.
El tercer pilar, el desarrollo inmobiliario dolarizado es consecuencia de los dos primeros y comprende una producción planetaria de bienes raíces para las clases medias trasnacionales dispuestas a mudarse. En esa producción han participado inversionistas locales y cada vez más los capitales financieros trasnacionales (Rolnik, 2017). Ese desarrollo genera una importante especulación inmobiliaria y una dolarización del mercado de bienes debido a que introduce una nueva oferta para demandas de mayores ingresos que no estarían disponibles sin la circulación trasnacional del poder de consumo de la migración por estilo de vida y el turismo. En recientes años esa extracción de riqueza de los bienes raíces se ha reforzado por el argumento de la explotación comercial de viviendas en Airbnb (Cocola-Gant, 2016). Lo anterior justifica los precios sobrevaluados y muy por encima de la media de la región en zonas no privilegiadas de las ciudades de baja renta.
El cuarto soporte de la gentrificación trasnacional es el aumento constante de la movilidad que se refleja en las cifras mundiales de turismo que alcanzó su cenit en 2019 con unos 1500 millones de turistas mundiales. Dicha movilidad motivada esencialmente por el ocio, el consumo y el descanso conlleva a una producción planetaria de lugares acordes a esos fines. Es en esa creación y recreación de espacios que la explotación turístico-comercial de los barrios y edificios con las mejores cualidades estéticas, urbanas, arquitectónicas y patrimoniales permite el avance de la migración trasnacional. El resultado es la transformación del uso de suelo para fines de consumo de ocio de clases pudientes flotantes, la turistificación de la ciudad.
El quinto elemento es propiamente el urbanismo. Es decir, un conjunto de políticas públicas que hacen de los migrantes ricos el motor del desarrollo de un territorio de baja renta. Se comercializa el potencial turístico y de recursos patrimoniales, culturales y medioambientales explotables en el imaginario de las clases medias internacionales en su itinerario de migración por estilo de vida. La gentrificación latinoamericana es representativa de este fenómeno en el que se ha documentado que el proceso de gentrificación comenzó con una postura política y el regreso del capital invertido primero por el Estado en el territorio (Janoschka, Sequera y Salinas 2014; Delgadillo, Díaz y Salinas 2015).
La literatura señala diversas modalidades de desigualdad y exclusión socioterritorial acentuadas o introducidas por la gentrificación trasnacional (Hayes y Zaban, 2020). La variante de esas desigualdades es su potencialización desde una escala global (Sigler y Wachsmuth, 2015). Es decir que la reinterpretación del orden social jerarquizado de las ciudades de baja renta tomadas por la gentrificación trasnacional se determina por su relación con actores globales de clase, de economía y de cultura. Las clases populares locales de esas ciudades periféricas son las más afectadas, ya que sufren la expulsión o el desplazamiento ya no solamente ante una élite local, sino ahora ante una élite internacional con una brecha de renta mucho mayor e insalvable. La postura política del derecho a la ciudad de Henri Lefebvre (1968) y su reinterpretación en el periodo neoliberal ha sido esencial en el entendimiento de las desigualdades urbanas y de la gentrificación (Carrión y Erazo, 2016; Harvey, 2013). En el caso de la gentrificación trasnacional sienta las bases para el entendimiento de dicho desplazamiento, pero por actores globales, siempre apoyados por sistemas locales que se conjugan para la extracción de riqueza y la perpetuación de la desigualdad frecuentemente heredada desde tiempos coloniales (Hayes, 2018; Covert, 2017).
El Caso de San Miguel de Allende
San Miguel de Allende se localiza en el centro-occidente de México y posee un valor patrimonial reconocido y un gran atractivo para la migración por estilo de vida. Desde el siglo XVI los yacimientos de metales preciosos integraron esta zona geográfica con Europa y América del Norte (Ferro, 2003; Covert, 2017). Ubicada en la ruta de los yacimientos de plata más importantes de América, San Miguel desarrolló ya para el siglo XVIII una estructura urbana de gran valor arquitectónico. La ciudad de esa época reflejó el apogeo económico y cultural de la Nueva España humanista, liberal y progresista. Luego de la independencia de México en 1810, sobrevino una crisis económica y social de la cual la ciudad tardó en recuperarse más de un siglo. En 1926 se la declaró ciudad monumento histórico de interés nacional por el gobierno mexicano. Para los años 1950 una política migratoria internacional promovida por los Estados Unidos, así como la existencia de actividades educativas y culturales reconocidas por el gobierno estadounidense, dieron comienzo a la presencia de poblaciones extranjeras (Covert, 2017). Esto inyectó una vitalidad económica que sentó las bases del atractivo migratorio y turístico que la ciudad ha manifestado desde finales del siglo XX y durante las primeras décadas del XXI.
Un brevísimo recuento histórico de San Miguel hacia la gentrificación puede establecerse en las siguientes etapas:
a) Abandono: luego de la Independencia de la Nueva España, las políticas nacionales castigaron a la ciudad y la economía de la región se vino abajo. Esa condición permitió crear una desvalorización bastante amplia para que la posibilidad de extracción del diferencial de renta (Rent Gap) fuera lo suficientemente atractiva y grande cuando el capital regresara (Smith, 2012). La teoría del diferencial de renta fue desarrollada en 1979 por el geógrafo Neil Smith como una explicación económica del proceso de gentrificación. Describe la disparidad entre los ingresos de alquiler actuales de una propiedad y los ingresos de alquiler potencialmente alcanzables. El interés de los inversionistas para renovar un barrio crece cuando el valor de la propiedad es bajo, pero puede venderse o rentarse mucho más caro (Smith, 2012).
b) Una incipiente primera gentrificación trasnacional, incluso antes de que existiera el concepto. En las décadas de 1920 y 1930 un grupo de artistas e intelectuales latinoamericanos descubrieron San Miguel y lo promovieron en una élite cultural internacional (Covert, 2017). El ejemplo más relevante de ese proceso fue la fundación de una “Bauhaus latinoamericana” en 1937 (Cossio, 1974).
c) Renovación: en las dos últimas décadas del siglo XX las condiciones políticas y económicas de México como la entrada al modelo neoliberal y la decisión de gobiernos locales, estatales y nacionales de especializar la economía urbana de la ciudad en el sector turístico aceleraron el resurgimiento de San Miguel. Eso implicó una importante inversión pública en renovación espacial (patrimonial y urbana), además de infraestructura de comunicaciones que activaron la llegada de inversiones privadas al centro patrimonial.
d) Turistificación y gentrificación. Luego del nombramiento como “Pueblo Mágico” en 2002 y de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2008, el prestigio turístico de la ciudad fue en aumento. Lo anterior se reflejó en una creciente presencia de visitantes y la llegada de nuevos residentes, sobre todo estadounidenses. En las dos primeras décadas del siglo XXI la gentrificación trasnacional se apropió gran parte del centro de San Miguel, tendencia que continuaba hasta lo que parece una breve pausa ocasionada por la crisis sanitaria y económica de la covid-19.
A continuación contrastaremos los referentes teóricos del primer apartado con los empíricos en San Miguel de Allende. En términos metodológicos se propone un estudio cualitativo, atendiendo a los elementos clave o indicadores más relevantes de los cinco pilares de la gentrificación trasnacional mencionados en el apartado de antecedentes teóricos (véase Cuadro 1). Las fuentes consultadas fueron estadísticas, como los censos de población (INEGI) y otros indicadores de la Secretaría de Turismo (Sectur-Guanajuato). Otros estudios fueron obtenidos de informantes clave en entrevistas informales con actores políticos, agentes inmobiliarios y pobladores nativos. Finalmente se complementaron los datos con las estrategias de observación directa, levantamientos fotográficos y rejillas de observación. El conjunto de la diversidad de fuentes complementa la visión de los que aquí hemos considerado como las cinco principales frentes de la gentrificación trasnacional. La principal limitante de este trabajo es que el nivel de profundidad de cada aspecto es bajo por cuestión de espacio y de recursos para la investigación. Reconocemos que cada pilar requiere un trabajo fino y detallado, pero lo que queremos aquí es proporcionar un retrato global señalando las interacciones que se dan entre los aspectos de las clases medias trasnacionales, los aspectos socioespaciales de ciudades de baja renta y las exclusiones socioespaciales (Cuadro 1).
Aspectos de clase: clases medias internacionales privilegiadas | + Aspectos socio-espaciales: ciudades en país de baja renta per cápita | = Desigualdad global y erosión del derecho a la ciudad |
Migración por estilo de vida | Mercado inmobiliario dolarizado | Desplazamiento en vivienda |
Turismo y movilidad | Políticas de Turistificación | Exclusiones socioespaciales |
Generaciones (boomers y creativos) | Urbanismo gentrificador | Ciudad segregada |
Fuente: Elaboración propia
¿Un prototipo de la gentrificación trasnacional en América Latina?
Sobre los aspectos de clase
En San Miguel de Allende la gentrificación trasnacional ha sido conducida principalmente por la clase media estadounidense en calidad de jubilados en segunda residencia o en residencia permanente. La presencia de habitantes extranjeros en el centro histórico es el indicador más directo de su gentrificación trasnacional. Ellos se sitúan mayoritariamente en la parte sur, dentro del polígono declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008. El análisis estadístico de las AGEB1 establecidas por el SCINCE (2020) censó 4 312 personas residentes nacidas en otro país para todo el municipio sanmiguelense. De ellas, unos 1 803 habitantes de origen extranjero (42%) se situaron en las siete AGEB que se sobreponen al polígono patrimonial de la UNESCO (Fig. 1). El número total de habitantes en las AGEB del polígono patrimonial es de 22 405, por lo que la población trasnacional representa 8%. Dicha proporción puede alcanzar el 15% en el AGEB con mayor presencia extranjera: estamos hablando de 549 expatriados para una población total de 3 545. La otra AGEB que destaca por el número de habitantes extranjeros se ubica en la periferia sur-oriente de la ciudad y corresponde a una zona residencial caracterizada por grandes fraccionamientos cerrados de lujo y grandes predios con propiedades tipo hacienda. En esas AGEB el porcentaje de habitantes extranjeros sube a 29%, unos 567 expatriados, para un total de 1 957 habitantes.
Las cifras sobre la población extranjera del censo de 2020 del INEGI son en realidad bastante conservadoras. Es difícil calcular cuántos extranjeros viven en la ciudad, ya que una buena parte de ellos no declara su residencia oficialmente ante el Instituto Nacional de Migración, lo anterior debido a estancias menores a seis meses, aunque de hecho tengan una segunda residencia. Sin embargo, una exploración en sitio parece indicar que el número es mucho mayor y se acerca más a las cifras de la Presidencia Municipal, que tiene mayor control por medio de la base de datos de servicios e impuestos locales, y que para 2010 establecía que en San Miguel vivían entre 10 000 y 16 000 extranjeros (Gárriz, 2011).
Sobre el perfil de la población extranjera, a falta de estadísticas disponibles más actuales para el estado de Guanajuato y más finas por municipio, en 2009 el Instituto Nacional de Migración estableció que se trataba esencialmente de norteamericanos (Estados Unidos 40% y Canadá 3.5%), 18% eran sudamericanos, y les seguían los de origen europeo con 14%; luego los de origen asiático (11%), y el resto se dividía en otras regiones del mundo. El rango de edades dominantes era de más de 60 años (36.5%), y le seguía el de 50 a 60 años (15%). En total, más de la mitad de la población extranjera era mayor de 50 años. El género estaba compuesto por un 58% femenino y un 42% masculino. En cuanto a sus actividades, 36% eran jubilados, 25% trabajaban, 4% estudiaban y el resto no especificó su labor. Así, el perfil dominante de estos migrantes en la primera década del siglo XXI es el de mujeres estadounidenses de la tercera edad y jubiladas (INM, 2009).
También el surgimiento de burbujas de migrantes trasnacionales en San Miguel está vinculado con los imaginarios de estilo de vida, los aspectos de movilidad y accesibilidad geográfica y con los cambios en las etapas de vida de las generaciones de las clases medias internacionales. En cuanto a la distribución espacial dentro de la ciudad notamos que los valores patrimoniales, culturales, arquitectónicos y urbanos han sido los favoritos para los migrantes. Al mismo tiempo observamos que la naturaleza en forma de club de golf, viñedo o hacienda con grandes extensiones de terreno y jardines verdes, así como vistas y paisajes naturales acaparan el otro gran imaginario de la migración por estilo de vida en San Miguel de Allende. Así tenemos dos grandes concentraciones gentrificadoras, la del centro Patrimonio de la Humanidad y la de los suburbios tipo club campestre. Otro aspecto importante para la progresión de la migración por estilo de vida en San Miguel es su accesibilidad desde grandes ciudades de Estados Unidos, particularmente mediante los aeropuertos internacionales del Bajío, Querétaro, Guadalajara y la Ciudad de México. Igualmente, la popularización de vuelos de bajo costo ha masificado la presencia de extranjeros como residentes que ven costeable realizar varios viajes al año entre su país de origen y su nueva residencia. Por último, la entrada en edad de jubilación de la generación del Baby-Boom en los primeros años del siglo XXI creó el mercado de consumidores en los países de alta renta de la región, particularmente Canadá y Estados Unidos, dispuestos a invertir en un retiro inspirados por la calidad de vida, el ocio y la cultura prometida por esta ciudad. Cabe mencionar que San Miguel ya se encontraba bien posicionado con un prestigio iniciado a mediados del siglo XX con la experiencia de los migrantes trasnacionales pioneros, quienes lo habían definido como la verdadera esencia de un pueblo mexicano (Cossio, 1974). Posteriormente, la ciudad se convirtió en uno de los destinos favoritos de la migración trasnacional contemporánea de México y de América Latina (Covert, 2017). Según lo que estipula la teoría de la migración trasnacional: las condiciones de experiencias previas e intercambios culturales y la existencia de cierta base social extranjera (Benson, 2012); una estrategia abierta de promoción turística y cultural (UNESCO y Capital Americana de la Cultura CAC 2019); y los nombramientos obtenidos como el de “Mejor Ciudad para vivir 2017, 2018” y el de “Mejor Ciudad Pequeña fuera de Estados Unidos 2020”;2 todos ellos contribuyeron en el proceso de la gentrificación.
El incremento en el turismo mundial como una movilidad de ocio de las clases medias trasnacionales ha abonado también al proceso de gentrificación trasnacional de San Miguel. Los nombramientos patrimoniales, así como los premios que reconocen la calidad de vida de la ciudad, han sido parte de la estrategia de posicionamiento en el mercado de migrantes y de visitantes. En la última década el turismo se duplicó y pasó de 808 463 en 2011 a 1 600 00 en 2019, alcanzando su punto más alto antes de la pandemia por covid-19 (SECTUR-GTO, 2020). En el ámbito turístico la clase media nacional complementa el avance de la gentrificación trasnacional, aunque más con prácticas de consumo como visitante que de residencia. Se trata de las generaciones más jóvenes que hemos nombrado, creativos que se disponen a realizar estancias cortas y turísticas en San Miguel de Allende. Ese perfil se refleja en el visitante de San Miguel de Allende en 2019, cuya edad promedio es de 35 años, viajan en pareja o en grupo de amigos de tres integrantes, el 61% de ellos tiene formación universitaria y 41% trabaja en empresa privada (SECTUR-GTO, 2020). El turismo de los creativos en San Miguel es esencialmente nacional con un 86% y un 14% internacional; 50% de esos visitantes extranjeros provienen de los Estados Unidos. De manera simple se puede establecer que la gentrificación es conducida por la clase media trasnacional, mientras que la turistificación es conducida por la clase media nacional. Después los dos procesos se retroalimentan.
Sobre los aspectos socioespaciales de las ciudades en países de baja renta per cápita
En San Miguel la mayor movilidad de ocio y residencial de las clases medias trasnacionales ha constituido un mercado inmobiliario específico que no se hubiese dado con la sola demanda nacional. La primera característica del mercado inmobiliario local es su dolarización. Las ofertas en las agencias, en la prensa local (folletos, periódicos y revistas), en los sitios web y en las redes sociales muestran sobre todo los precios en dólares estadounidenses y raras veces se pone el equivalente en pesos mexicanos.3 Lo anterior habla de dos intenciones de los promotores: se busca vender prioritariamente a extranjeros y recuperar el mayor diferencial de renta (Rent Gap) posible.
En segunda instancia, la demanda de espacios para los migrantes por estilo de vida ha desatado un fuerte proceso de especulación inmobiliaria tanto en el centro de San Miguel como en los suburbios privilegiados. La revalorización de las propiedades en San Miguel de Allende es constante -aseguran fuentes de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios, aunque no dan cifras-.4 La vivienda es escasa en la centralidad patrimonial debido a que los gentrificadores pioneros adquirieron la mayoría de las propiedades hace ya varias décadas. Los precios son exorbitantes incluso al grado de que nuevos migrantes trasnacionales no los pueden solventar. En 2017 el precio promedio de la vivienda se situó en 520 000 dólares (Notimex, 2017). En otro ejemplo, hacia 2020, justo antes de la crisis de la pandemia por covid-19 la arquitectura histórica alcanzaba precios promedio de tres millones de dólares en las viviendas del centro de San Miguel.5
En la última década la compañía Airbnb (uno de los bastiones del capitalismo digital) ha jugado un papel central en el avance de la especulación inmobiliaria y de la dolarización del mercado de bienes en San Miguel de Allende. Al igual que un gran número de ciudades en los países de alta renta per cápita (Brossat, 2018), la ciudad se ha visto asaltada por esta modalidad de renta turística a corto plazo entre particulares. La explotación por Airbnb saca del mercado de renta a largo plazo y de compra-venta asequible a un gran número de unidades de vivienda, ya que la rentabilidad es más alta con cortos plazos turísticos. En 2019 San Miguel tenía 3 311 rentas activas en Airbnb, de las cuales 78% eran casas enteras y el resto habitaciones en casas compartidas (AIRDNA, 2019). Según las lógicas de mercado se puede establecer una relación directa entre el aumento exorbitante de los precios de venta de las propiedades y el aumento de las unidades de Airbnb. En entrevista con tres corredores de bienes se destacó que el principal argumento que había ayudado a vender las propiedades en los últimos años en San Miguel sostenía que, a pesar de los elevados costos, la tasa de ingreso por rentas turísticas permitía solventar los gastos del nuevo propietario, por lo que “la propiedad casi se paga sola”, afirma uno de los entrevistados.
Por otro lado, la distribución de las viviendas en Airbnb coincide con la repartición de la población nacida en otro país que describimos anteriormente, por lo que espacialmente podemos relacionar a los expatriados con el boom de rentas turísticas. En otras palabras, se concentra en las AGEB que constituyen el polígono declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. De lo anterior se puede deducir que un número importante de habitantes y propietarios gentrificadores trasnacionales están emprendiendo negocios de hospedaje con alta rentabilidad. Ese fenómeno está contribuyendo a la presión y al encarecimiento desmesurado de bienes inmuebles en la zona central de San Miguel y en algunos puntos periféricos. Este emprendimiento en Airbnb de las clases medias trasnacionales constituye otra modalidad de extracción de riqueza en la que la renta de los espacios con mejores cualidades urbano-arquitectónicas de una ciudad en país con baja renta per cápita es explotada por actores globales.
Por último, el sector inmobiliario de San Miguel experimenta una “americanización” del control de las transacciones. Las agencias inmobiliarias trasnacionales y/o estadounidenses dominan el mercado. Según los representantes de la A.M.P.I en San Miguel aproximadamente 60% de los compradores son de nacionalidad estadounidense y solo 25% mexicanos. Por los precios se excluye a la mayoría de los mexicanos de clase media e incluso de clase alta. Los compradores nacionales de bienes inmuebles son en su mayoría desarrolladores inmobiliarios o empresas constructoras que buscan producir o revender viviendas al mercado estadounidense. La percepción general en las operaciones tanto de compra-venta como de renta a largo plazo se expresa en la opinión de propietarios nativos visible en los anuncios de redes sociales o en las entrevistas informales realizadas en campo: “prefiero vender o rentar más caro a los gringos que ya tienen el dinero ahí en la mano y hasta te dan más” (propietario mexicano, 60 años, de una casa en calle Canal del centro de San Miguel).
Habíamos establecido que un elemento clave para entender la gentrificación trasnacional en América Latina era la política en forma de urbanismo gentrificador y turistificador. En ese sentido, San Miguel es un caso de escuela. El análisis cualitativo del discurso y de los proyectos que plantean varios instrumentos de planificación local en materia de políticas turísticas, culturales y urbanas en los últimos treinta años apoya la idea de que la gentrificación trasnacional ha sido una decisión política local. La revisión documental del Plan de Ordenamiento Territorial San Miguel de Allende 2005-2025; del Programa de Desarrollo Urbano y de Ordenamiento Ecológico Territorial 2018 y del Plan Parcial del Centro Histórico 2005, así como del análisis de documentos oficiales de políticas culturales como el expediente de inscripción a la lista de Patrimonio Mundial (UNESCO, 2008) y el de candidatura a Capital Americana de la Cultura CAC 2019, muestran cómo la gentrificación trasnacional surge de un modelo político que busca atraer clases privilegiadas para el desarrollo de la ciudad.
El plan de Ordenamiento Territorial de San Miguel de Allende de 2005 (POT SMA 2005) se propuso como un objetivo primordial la obtención del reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, designando presupuesto público y una comisión especial para lograrlo. El Plan Parcial del Centro Histórico 2005 (PPCH SMA, 2005) se planteó la protección del patrimonio con la participación de la sociedad y de las autoridades responsables en la materia, para promover el rescate y la protección de los valores culturales por medio de acciones de investigación, registro, catalogación, preservación, conservación, restauración, rescate, recuperación y aprovechamiento de sus recursos (2005: 212). El Programa Municipal de Desarrollo Urbano y de Ordenamiento Ecológico Territorial 2018 (PMDUOET 2018) busca hacer de San Miguel el centro cultural del Diamante de México; el mismo documento propone promover en San Miguel de Allende la creación de centros de educación, de cultura, artes, turismo y diseño y la oferta de programas educativos que fortalezcan el sector cultural (2018: 270).
En el conjunto de esos documentos se verifica el grado de integración entre políticas turísticas, culturales y urbanísticas con el fin de hacer de la presencia de residentes y usuarios de alto poder adquisitivo el motor del desarrollo económico de la ciudad. En los principales proyectos de turismo y urbanismo propuestos en esos documentos se resalta el efecto multiplicador en la economía de la ciudad y el beneficio para toda la población en términos de oportunidades de empleo, derrama económica, mejora de servicios e infraestructura, acceso a la cultura, construcción de la identidad, cohesión social, entre otros. La inversión pública en la renovación del patrimonio edificado y de los espacios públicos, de las festividades, de las instituciones culturales, de la obtención de distinciones de prestigio hace mención de la derrama económica, del atractivo de la ciudad ante categorías sociales de alto poder adquisitivo como los expatriados estadounidense o el turismo de alta gama nacional e internacional.
Sobre la desigualdad global y el derecho a la ciudad
La gentrificación trasnacional en San Miguel de Allende refuerza antiguas formas de segregación socioespacial e introduce otras nuevas. La estructura urbana a través de su historia ha estado marcada por una jerarquía social en la que los diferentes grupos de poder se han establecido en los mejores territorios de cualidades urbano-arquitectónicas (Ferro, 2003). En ese sentido la gentrificación trasnacional ha retomado casonas, palacios, calles y plazas que desde época colonial pertenecían a las familias privilegiadas de San Miguel. El aspecto relevante aquí es que esta desigualdad histórica ahora está conducida por actores trasnacionales. En otras palabras, una población de origen extranjero se ha instalado en los sectores urbanos mejor dotados y conservados. Con ello se han insertado en la cúspide de la jerarquía social y espacial de la ciudad, muy por encima en número y poder adquisitivo que las clases medias y altas mexicanas. Eso es lo que define la desigualdad generada por la gentrificación trasnacional como una desigualdad global.
La gentrificación trasnacional introduce un mercado inmobiliario dolarizado y un mercado de viviendas en renta turística (Airbnb). Las cualidades culturales, sociales y espaciales del imaginario de la migración por estilo de vida son apropiadas y comercializadas para las clases medias trasnacionales. El resultado es que se abre una mayor brecha entre las clases populares locales y el disfrute, uso y beneficio de su patrimonio tangible e intangible. Ya no es solo una pequeña élite social la que guarda para sí lo mejor del patrimonio, ahora es también una masa numerosa de extranjeros quienes lo acaparan.
La gentrificación trasnacional pasa por las restricciones de residencia, uso y consumo para la mayoría de los sanmiguelenses. En cuanto a la elección de residencia, los ejemplos de limitantes ya mencionados son los precios promedio de las propiedades en dólares. Es lo mismo para las rentas de propiedades que también resultan muy elevadas, y que por lo menos hasta antes de la pandemia, la mayoría de propietarios prefería el Airbnb, ya que es mucho más redituable. El resultado es que las clases populares no pueden vivir en el centro, en el lugar que ofrece las oportunidades de salud, educación, servicios, cultura y equipamientos. Su derecho a la ciudad se debilita. En la periferia oriente de San Miguel o en comunidades rurales se van segregando esas clases populares que son tan necesarias para mantener el estilo de vida de los migrantes trasnacionales. Los más vulnerables socialmente habitan en zonas de urbanización espontánea, de arquitectura precaria y a veces sin servicios básicos de agua entubada, drenaje, electricidad, pavimentación, entre otras.
La creación de lugares para la clase media internacional sobre la cual se desarrolla la gentrificación trasnacional ha establecido importantes burbujas excluyentes de consumo en lo más relevante del perímetro patrimonial. En las décadas precedentes se ha desarrollado una estetización de la ciudad y una sofisticación de los servicios comerciales pensados para migrantes y turistas de alto poder adquisitivo. Los hoteles boutique en casonas coloniales se han multiplicado al igual que los restaurantes gourmet, los bares en terrazas, las Concept House, los mercados gourmet recreados, las galerías de arte, las boutiques de diseñador, etc. El resultado no es solo la ocupación real del espacio patrimonial, sino sobre todo el efecto excluyente del encarecimiento del costo de la vida y los servicios a los cuales la mayoría de los sanmiguelenses no pueden acceder. Ahí el poder de consumo es el último bastión de la desigualdad global.
Conclusiones
A este punto queda recordar el objetivo principal de este trabajo, que es contrastar la teoría de la gentrificación trasnacional con la realidad de San Miguel y extraer elementos de referencia para caracterizarla en ciudades de América Latina. A reserva de que cada uno de los pilares de la gentrificación trasnacional merece un mayor y profundo análisis, además de la consideración de las condiciones históricas y socioespaciales de cada caso, estableceremos tres puntos de referencia para el entendimiento del fenómeno en nuestras ciudades.
En primer lugar, la gentrificación trasnacional encuentra un punto fuerte de apoyo en una migración extranjera numéricamente importante. En San Miguel de Allende, dicha migración es en realidad una continuación de varias décadas de intercambios globales sociales, culturales y económicos. En ese sentido, cabe mencionar que las migraciones anteriores a las últimas dos décadas habían sido mejor asimiladas. La llegada masiva de expatriados de los últimos 20 años ha tenido el mayor impacto local y representa una modalidad más avanzada del efecto gentrificador de la movilidad de la clase media internacional, coincidiendo con lo que establece Hayes y Zaban (2020) para otras ciudades europeas, de Asia y de Medio Oriente.
En segundo lugar, las preferencias de la migración por estilo de vida, que se ven representadas en las elecciones de los lugares de residencia, consumo, ocio y prácticas culturales de las clases medias trasnacionales juegan un papel central en la geografía de la gentrificación trasnacional. El centro declarado patrimonio de la humanidad y el suburbio en forma de club campestre privado representan los dos imaginarios principales también identificados en los países de alta renta como el sur de España y la costa europea mediterránea (Benson, 2009; Urry, 2007). El patrimonio y la calidad paisajística es uno de los puntos que San Miguel comparte con la gentrificación trasnacional en el norte global.
En tercer término, el urbanismo y las políticas de planificación de las ciudades latinoamericanas han sido la base para producir lugares atractivos para clases medias trasnacionales de mayor poder adquisitivo. No ha sido casual que en lugares como San Miguel se hayan dado las condiciones económicas, políticas y culturales para la entrada de la gentrificación trasnacional. Históricamente ha habido una alianza entre familias apoderadas y élites políticas que han permitido la extracción trasnacional de riqueza derivada de la calidad urbana de la ciudad. Las familias acomodadas de San Miguel vendieron, voluntariosas, las propiedades a expatriados a precios altos y después esas propiedades solo fueron accesibles a otros compradores trasnacionales.
El párrafo anterior introduce la idea de matizar el papel de los extranjeros y evitar verlos como villanos usurpadores. Al igual que todos los humanos, tienen derecho a migrar y tienen derecho a buscar una mejor calidad de vida. Además, durante mucho tiempo antes de la migración trasnacional masiva de los 2000 la sociedad sanmiguelense reconoció el papel filantrópico de los expatriados y sus beneficios. San Miguel de Allende cuenta con 120 ONG con importante vinculación con expatriados (Herrera, 2019). Ellos han aprovechado la oportunidad de retirarse con buenas condiciones de vida y en un nivel igual o mucho mejor que en sus países de alta renta. Es el sistema capitalista digital y tardío el que imprime a mayor escala las desigualdades, dejando por una cuestión de diferencia de renta una brecha aún más profunda entre un texano retirado y un artesano otomí de San Miguel. La población expatriada no concibe su presencia en términos de desigualdad. Por ejemplo, en la nota del periódico local Atención San Miguel de Allende (Aguado, 2018) editado en inglés por La Biblioteca A.C., varias ONG de extranjeros piden al poder municipal detener la turistificación y la gentrificación que afectan su calidad de vida, ello sin reconocerse como parte del problema.
En síntesis, a partir del caso de San Miguel de Allende se puede establecer que las políticas urbanísticas neoliberales de varias ciudades latinoamericanas han apuntado a una renovación urbana, luego a una turistificación y gentrificación con el objetivo de producir los lugares que esas clases medias trasnacionales prefieren. La producción de lugares turístico-gentrificados ha sido una elección política. El resultado para América Latina es un elemento que abona a las desigualdades socioespaciales en las que las élites sociales ahora no solo locales, sino trasnacionales, resultan favorecidas con los mejores recursos que ofrece la ciudad. Mientras tanto, las clases populares de baja renta resultan excluidas de la posibilidad de habitar y de usar las áreas con los mejores recursos patrimoniales, naturales y de mayores oportunidades de la ciudad.