Introducción
A partir de los noventa, en la Unión Europea (UE), se diseñaron estrategias de cohesión social y económica para dar solución a las problemáticas en sus áreas rurales (declive de las actividades agrícolas tradicionales, éxodo rural y envejecimiento de la población), dentro de dichas estrategias se planteó al turismo rural como alternativa para el desarrollo y la creación de pequeñas empresas locales y la revalorización in situ de la producción agraria, forestal y pesquera (Ruiz y Cáceres, 2016).
Dicha iniciativa brindó una posibilidad para combatir las problemáticas presentes en las áreas rurales lo que impulsó actividades de turismo rural, donde el territorio, la comunidad y su organización son espacios colectivos de decisión y acción (Kieffer y Burgos, 2014). Este tipo de turismo es depositario de fuertes expectativas como vector de cambio y progreso, incluso sus beneficios son garantizados en cualquier territorio y bajo cualquier realidad (Anaya, 2006; Palafox y Martínez, 2015).
Las áreas rurales en México a través del proceso histórico han atravesado procesos de exclusión, marginación, migración, así como envejecimiento de la población; lo que en consecuencia desencadeno el abandono de las actividades productivas del sector primario y la pérdida de conocimientos ancestrales. Lo anterior dio pauta a la fragmentación social, el individualismo, la monopolización de los sistemas productivos y en algunos casos la introducción de empresas transnacionales
El trabajo se compone de cuatro apartados, en el primero se aborda al turismo rural como estrategia de desarrollo local. En el segundo se analizan las perspectivas y aportes metodológicos implementados en los diferentes estudios de turismo rural. En el tercer apartado se presenta el diseño metodológico formulado a través de la prospectiva y la quinta hélice. Finalmentes, en el cuarto apartado, se presentan las principales aportaciones y las limitantes de la investigación.
El turismo como estrategia en las áreas rurales
El turismo permite a las zonas rurales satisfacer su creciente interés en el contexto de preservar el patrimonio natural y la cultura rural. Esto puede contribuir a reducir el éxodo de la población de las zonas rurales, así como la creación de oportunidades laborales, promoviendo el desarrollo socioeconómico de las zonas desfavorecidas (Bulin, 2011; Barkin, 1972). Dentro de las diversas categorias del turismo, se encuentra el turismo rural, concebido y conceptualizado como un generador de cambios positivos.
El turismo rural se refiere a todo tipo de actividades llevadas a cabo por turistas (agroturismo, ventas directas en granjas, granjas educativas), incluidos los elementos relacionados con las tradiciones, la cultura y la hospitalidad de las personas. Se expresa a través de visitas a las granjas, explicaciones sobre los métodos de cultivo, degustación de productos agroalimentarios y todas aquellas formas directamente relacionadas con los recursos. De la misma forma, tiene la capacidad para crear empleo debido a la estabilidad de la actividad turística durante todo el año (Brunori, Rossi, Cerreti y Guidi, 2009; Eusébio, Carneiro, Kastenholz, Figueiredo, y Da Silva, 2017; Aytug y Mikaeli, 2017; Guaita, Martín, Salinas y Mogorrón, 2019).
Es concebido como un integrador entre las estructuras locales económicas, sociales, culturales, naturales y humanas, asimismo, es necesario transitar a una nueva especialización económica, que no sea lineal e involucre la experimentación, los procesos de aprendizaje, nuevas capacidades, nuevas políticas, ajustamiento y reconfiguraciones (Randelli, Romei y Tortora, 2014). Con esta nueva modalidad, se busca que los y las habitantes participen en la derrama económica de los desplazamientos turísticos, convirtiéndolo en un detonador para la comunidad local (Monterroso y Zizumbo, 2009; Guaita et al., 2019).
Bajo una perspectiva economicista en función de los bienes naturales Walmsley (2003) define al turismo rural como una actividad a pequeña escala, con impactos no tan imprescindibles como de otras modalidades turísticas, debido al sistema de orden social implementado por la comunidad receptora y los turistas, asimismo, puede ser relevante debido a los efectos multiplicadores potencialmente elevados. Es planteado como una actividad heterogénea de servicios, ante la cual, tanto la intangibilidad del producto como la simultaneidad de producción y consumo son atributos inmateriales, refiriendo a que el turismo es un fenómeno económico y social que se concibe como un medio efectivo para el desarrollo y de transferencia de riqueza e inversión, que genera beneficios económicos, en la que los impactos sociales y medioambientales sean mínimos (Sáez, 2008).
Busca establecer determinados nichos de mercado que le permitan flexibilizar su oferta, buscando rentabilidad a través de la gestión de la capacidad y optimización de los recursos existentes, dentro de una concepción sostenible a largo plazo mediante la integración de las comunidades locales. El turismo rural resulta una actividad útil y viable no solo para los empresarios de granjas sino también para las comunidades, las regiones y los países que la implementen ya que genera beneficios económicos, socioculturales y ambientales. De igual manera, se tiene que dar seguimiento a los impactos económicos, sociales, culturales, ecológicos, tecnológicos y políticos que se manifiesten (Eusébio et al., 2017; Barkauskas, Barkauskienė y Jasinskas, 2015).
Para su implementación y evaluación se requiere de un análisis multidimensional, en primer lugar, se debe considerar como un espacio vital para la población rural manifestándose como soporte físico; en segundo lugar, como espacio económico; y por último como espacio recreativo. Para ello Eusebio et al., (2017) mencionan que para realizar un estudio multidimensional es necesario considerar: i) la heterogeneidad del mercado turístico de las zonas rurales; ii) la relevancia de la segmentación basada en actividades como herramienta de marketing de destino relevante para la acción; iii) los factores que pueden contribuir a la heterogeneidad de este mercado turístico y iv) la diversidad de los mercados turísticos en distintos contextos, que pueden reflejar la diversidad de oportunidades que ofrecen las zonas rurales, así como la diversidad de usos del campo por parte de las respectivas poblaciones domésticas, también determinada por su respectiva relación con el rural y significados asociados.
El turismo rural es concebido como una alternativa a las problemáticas presentes en la mayoría de las áreas campesinas. Incorporando el sector terciario a las actividades del sector primario, revalorizando la intangibilidad presente en los territorios. Así surge, bajo un enfoque social y solidario, permitiendo una reapropiación de los saberes específicos de cada comunidad. Generar una conceptualización única resulta compleja debido a los diferentes enfoques y perspectivas que se han generado en torno a través del tiempo. No obstante, a ello, se pueden referir algunas similitudes existentes (revalorización de los territorios, apropiación de los saberes por las comunidades locales, dinamizador económico, generador de anclajes territoriales, mitigador del éxodo rural y propicia la cohesión social). Para poder generar una propuesta metodológica integral se analizaron diversos estudios del turismo rural, haciendo énfasis en sus técnicas y herramientas implementadas, asimismo, manteniendo una postura constructivista en torno a la generación de un nuevo modelo multidisciplinario.
Turismo rural: perspectivas y aportes metodológicos
Existen diferentes perspectivas de análisis en relación al turismo rural, debido a la complejidad que presenta su implementación, desarrollo y evaluación, en Europa y Asia destacan estudios de política de desarrollo y cultura (Aguilar, Merino y Migens, 2001), ya que es visto como una alternativa sustentable (Sanagustín, Fierro y Patiño, 2011), que propicia el desarrollo local (Salini, Salamoni y Vital, 2011), el desarrollo rural (Andrés, 2014) y es sustentado desde el efoque de la participación comunitaria (Prabhakaran, Nair y Ramachandran, 2014).
Los resultados de investigación fundamentan que el turismo rural genera impactos económicos, ambientales y sociales positivos (Barkauskas, Barkauskienė y Jasinskas, 2015; Snieška, Barkauskienė y Barkauskas, 2014; Sook, Chiun, Sonsang y Nair, 2014; Saarien, 2007). Asimismo, se hace énfasis en el mejoramiento de la oferta (Albaladejo y Díaz, 2005; Campón, Hernández y Alves, 2016) y en adecuar los servicios con base en un perfil de los y las turistas que realizan diferentes actividades en los espacios rurales (Eusebio et al., 2017). Dentro de los aportes para el mejoramiento del turismo rural (Hernández, Suárez y Santana, 2016) sostienen que es necesaria la implementación de nuevas metodologías, como el análisis espacial.
Por otra parte, en estudios recientes (2000-2020), fundamentan que es indispensable determinar el potencial del turismo rural (Aytug y Mikaeili, 2017) para que siga siendo una alternativa de desarrollo económico (Randelli y Martellozzo, 2019) y con ello generar una estabilidad que resulte viable para las áreas interesadas en implentar cualquier modalidad del turismo rural (Guaita et al., 2019).
Las aportaciones metodológicas realizadas tanto en Europa como en Asia su gran mayoría han sido revisiones de literatura (Saarien, 2007; Chaisatit et al., 2011; Salini et al., 2011; Andrés, 2014; Prabhakaran et al. 2014; Sook, et al. 2014; Aytug y Mikaeili, 2017), no obstante a ello, se han realizado aportaciones desde modelos estadísticos: análisis de correspondencia y conglomerados (Albaladejo y Díaz, 2005); método de correlación (Snieška et al., 2014); análisis matemático estadístico (Barkauskas et al., 2015); precios hedónicos (Hernández et al., 2016); modelos de ecuaciones estructurales (Campón et al., 2016); métodos geoestadísticos cartográficos simples (Randelli y Martellozzo, 2019); Índice de Gini (IG), Coeficiente de Variación (CV) e Índice de Theil (Guaita et al., 2019) (Cuadro 1).
Autor/es | Materiales y métodos | Autor/es | Materiales y métodos |
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Randelli y Martellozzo (2019) | Revisión de literatura y la parte de investigación analítica a través de métodos geoestadísticos cartográficos simples. | Guaita et al. (2019) | Índice de Gini (IG), el Coeficiente de Variación (CV) e Índice de Theil (IT) |
Eusébio et al. (2017) | Revisión de literatura y SPSS (Paquete Estadístico para las Ciencias Sociales por sus siglas en inglés) | Aytug y Mikaeili (2017) | Revisión de literatura |
Pérez (2016) | Comunalidad como marco de análisis estadístico | Campón et al. (2016) | Revisión de literatura y Modelos de Ecuación Estructurales (MEE) |
Hernández et al. (2016) | Metodología de los precios hedónicos | Barkauskas, et al. (2015) | Análisis sistemático lógico, comparativo y estructural de literatura económica y análisis matemático estadístico (análisis de correlación) |
Andrés (2014) | Revisión de literatura | Prabhakaran et al. (2014) | Revisión de literatura |
Snieška et al (2014) | Método de correlación | Sook, et al. (2014) | Revisión de literatura |
Zizumbo et al. (2012) | Revisión de literatura y cuestionario | González (2011) | Índice del Evaluación de Rutas Agro-Culturales (IERAC) |
Oliveira et al. (2011) | Revisión de literatura y cuestionario | Palafox et al. (2011) | Enfoque Presión-Estado-Respuesta (PER) |
Pérez (2011) | Revisión de literatura | Veroneze y Bittencourt (2011). | Revisión de literatura y cuestionario |
Chaisatit et al. (2011) | Revisión de literatura y un análisis FODA | Salini et al. (2011) | Revisión de literatura |
Xavier et al. (2011) | Revisión de literatura y cuestionario | Sanagustín et al. (2011) | Revisión de literatura y un análisis FODA |
Esquivel et al. (2011) | Revisión de literatura | Juárez y Ramírez (2007) | Revisión de literatura y cuestionario |
Saarien (2007) | Revisión de literatura | Albaladejo y Díaz (2005) | Análisis de correspondencia seguido de un análisis de conglomerados |
Fuente: elaboración propia.
Para el caso de América Latina (AL) tanto la implementación como el seguimiento del turismo rural es diverso debido a la heterogeneidad presente en los territorios rurales, tal como lo afirman diferentes instituciones como el IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura), la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por sus siglas en inglés). Xavier, Fonseca y Lins (2011) plantean que el turismo rural es una alternativa viable debido a su enfoque de desarrollo rural sustentable, asimismo, es considerado como una estrategia para revitalizar los espacios rurales en América Latina (Pérez, 2011). Por otra parte, dentro de los mismos aportes, existe posturas críticas que hacen referencia a implementar nuevas metodologías enfatizadas a la evaluación y a la generación de políticas verticales (Veroneze y Bittencourt, 2011).
Los enfoques planteados en AL son de corte sociológico, ambiental, político, económico y agroecológico. Para su análisis se han realizado diversas revisiones de literatura y algunas aproximaciones con diferentes metodologías: Índice del Evaluación de Rutas Agro-culturales (IERAC) (González, 2011), Enfoque Presión-Estado-Respuesta (PER) (Palafox, Chávez y Zizumbo, 2011) y Comunalidad como marco de análisis (Pérez, 2016) (Cuadro 1).
Para el caso mexicano existen propuestas de modelos integrales en las áreas rurales (Zizumbo, Burrola y Hernández, 2012); conservación ambiental (Esquivel et al., 2011; Pérez, 2016); propuestas de rutas agroalimentarias (González, 2011); desarrollo territorial (Juárez y Ramírez, 2007); desarrollo local (Palafox, Chávez y Zizumbo, 2011); y desarrollo económico (Chaisatit, Guizar y Livas, 2011). Para los estudios previamente citados, se han trabajado con revisiones de literatura, entrevistas, marcos de análisis y FODA (Cuadro 1).
Los avances metodológicos presentados en esta revisión de literatura muestran que existen aportes significativos para el análisis, fortalecimiento, difusión y aprovechamiento del turismo rural. A pesar de ello, son pocos los estudios integrales identificados, para el caso de Ambrosio, Martín y Pérez (2011) realizaron un Análisis Estructural de Prospectiva (AEP) para analizar la complejidad de elementos, factores e interacciones presentes en los territorios rurales, así como para entender las variables en su situación presente y futura. Para el caso de Solsona (2014) realizó un análisis Delphi, en el que obtuvo que el turismo rural se encuentra en una nueva fase que necesita una planificación más coordinada, una mayor profesionalización, un producto más estructurado y una mejora en los sistemas de comercialización. Ambos implementan partes de la metodología de prospectiva.
Como parte de la revisión de literatura se identificaron cinco categorías de análisis para el turismo rural: social, ambiental, cognitiva, institucional y económica. En las que se destaca la importancia y pertinencia desde sus enfoques, asimismo, existen nuevos aportes que visibilizan la necesidad de realizar estudios multi y transdisciplinarios que deben ser implementados y evaluados desde un grupo de expertos en conjunto de las comunidades rurales que deseen implementar actividades turísticas. Para ello en la presente investigación se plantean dos enfoques que pretenden brindar un nuevo aporte metodológico: la quinta hélice y la prospectiva.
Propuesta metodológica para el turismo rural desde la quinta hélice y la prospectiva
El estudio de las hélices parte de la economía evolutiva Schumpeteriana en la que se analiza el pasado y presente social enfocada al desarrollo: social, sostenible y a escala humana. Enfatizada en el cambio, constituyendo una profunda ruptura con la forma establecida de hacer las cosas y con ello se crean nuevas formas de innovar. El modelo de las hélices, se ha ido adaptando a los momentos históricos específicos de la temporalidad socioeconómica requerida, fue concebido desde el sistema básico del núcleo de la innovación, orientado en las relaciones entre universidad-industria-gobierno, el cual reconoce explícitamente la importancia de la educación superior para la innovación, enfatizada en la producción de conocimiento y en la economía evolutiva para que sean compatibles con la economía del conocimiento (Carayannis, Barth y Campbell, 2012).
Lo anterior llevó al diseño del primer modelo de hélices, en el que se plantea la sociedad del conocimiento como eje inherente a los nuevos procesos sociales y de innovación, Etzkowit (1996) menciona que son tres los elementos de la triple hélice: gobierno, mundo empresarial y mundo académico, lo que en conjunto son un componente clave para cualquier estrategia de innovación nacional o multinacional para fines del siglo XX.
En dicho modelo se reconoce: la importancia de las redes de colaboración, las nuevas formas de organización, un modelo interactivo de innovación, la capitalización del conocimiento, enfatizado en el capital humano y cognitivo. Parte de la descentralización de la globalización, lo que a su vez posibilita avanzar de manera rápida a los países y regiones en procesos de desarrollo, se redefine la innovación tecnológica en términos de desarrollo de nichos de investigación y clústeres, asimismo, las universidades juegan un papel como fuente de desarrollo económico regional (Urra, 2017). A pesar de los aportes de la tercera hélice, se identificaron algunas limitantes en los enfoques planteados de lo económico-industrial y lo político-institucional, en los que se dejaba de lado lo social (o cultural). Las aportaciones críticas al modelo de la tercera hélice permitieron la evolución desde posiciones competitivas a posiciones cooperativas.
Emergiendo modelo de la cuarta hélice, en el que se incluyó el capital social, el cual es definido por Bourdieu (1980) como el conjunto de recursos, actuales o potenciales, que están ligados a la posesión de una red estable de relaciones, de conocimiento, interconocimiento y de interreconocimiento, como conjunto de agentes que no están solamente dotados de propiedades comunes sino están también unidos por lazos permanentes y útiles, demostrando que los procesos de desarrollo deben entenderse de manera holística.
La proposición teórica de la innovación en la cuarta hélice radica en cuatro pilares: academia, empresas, gobierno y sociedad civil, en los que existe un crecimiento económico generado por la agrupación y concentración de personas talentosas y productivas (Urra, 2007). Es un modelo que fomenta una perspectiva orientada al reconocimiento, revalorización y democracia de la sociedad del conocimiento.
Dentro de las aportaciones de Urra (2007) en su exhaustiva investigación relacionada con las hélices, identificó casos exitosos que han incorporado las cuatro hélices, partiendo de la dinamización comunitaria, generación de empresas cooperativas, educación como vía de desarrollo, construcción de redes de solidaridad y participación institucional. Los define como procesos claros en el estado facilita legislación favorable y recursos, las universidades articulan sus proyectos de proyección social con la comunidad y finalmente, como resultado, se obtienen cooperativas populares.
El modelo de la cuarta hélice es un modelo teórico-metodológico comprobado que ha tenido aportes sociales significativos, no sólo desde el enfoque de comunalidad, sino que representa una alternativa para las crisis socioeconómicas que enfrentan diversas regiones. No obstante, a ello, existe una crítica fundamentada en la que la sociedad solo es tomada únicamente como demandante de innovaciones, reducida a consumidores o usuarios. Asimismo, se hace énfasis en que es necesaria una coevolución en el desarrollo sostenible. A pesar de los esfuerzos realizados, aún seguían prevaleciendo carencias/necesidades que atender como: la necesaria transición socioecológica de la sociedad y la atención de las problemáticas económicas del siglo XXI.
Planteándose la necesidad de una quinta hélice en la que exige un esfuerzo para comprender y pronosticar mejor las relaciones entre la ecología, el conocimiento y la innovación, analizando a profundidad las sinergias entre la economía, la sociedad y la democracia. Asimismo, se requiere un modelo de carácter interdisciplinario y transdisciplinario, que abarque desde las ciencias naturales hasta las ciencias sociales y las humanidades, con el fin de promover y visualizar un sistema de cooperación de conocimiento, saber-cómo y en la innovación para el desarrollo sostenible (Maruccia, Solazzo, Del Vecchio y Passiante, 2020).
El modelo de quinta hélice plantea cinco capitales (gobierno-academia-empresa-sociedad-medio ambiente) en el que se capta y se especializa en la suma de las interacciones sociales y los intercambios académicos en un estado (nación-estado). Ofrece coherencia entre todas las hélices, desde las instituciones públicas (arriba) hasta las empresas (abajo) que buscan un equilibrio entre la economía y el medio ambiente y a su vez incluyen a la sociedad civil. De la misma manera, los capitales de las hélices actúan como insumos entre ellos, promueven innovaciones, crean valor y contribuyen a un futuro sostenible, definiendo así oportunidades para la economía del conocimiento. En este modelo, todos los actores son responsables en la formulación de estrategias para el desarrollo local (Durán et al., 2020; Provenzano, Arnone y Seminara, 2016; Carayannis y Campbell, 2010).
La pertinencia de la quinta hélice para el análisis del turismo rural es la similitud que presenta en las categorías encontradas en la revisión de literatura con los capitales propuestos por las hélices y la necesidad de realizar sinergias territoriales potenciales. Asimismo, propone un sistema de flujo entre los capitales para que estén interconectados entre sí para interactuar e intercambiar sus conocimientos y sus sabere-hacer y estos a su vez se fundamentan en la innovación schumpeteriana, lo cual en conjunto llevan a un desarrollo turístico rural sustentable.
Para lograr lo anterior es necesario contar con un entorno científico especializado en turismo rural, seguido del marco económico, el cual aporta infraestructura enfocada a la innovación (capacidad emprendedora, maquinaria, tecnología, recursos financieros). En tercer lugar, el contexto medioambiental, decisivo en el desarrollo turístico sustentable y referido al uso de recursos naturales (tierra, mares, minerales, plantas, animales). En cuarto lugar, el subsistema social, involucrando los factores culturales y los medios de comunicación sobre el intercambio de conocimiento; y finalmente el escenario político, asumiendo una postura crucial ya que de éste emanan normas y reglamentos encargados de cohesionar o truncar la consolidación del sistema quinta hélice (Carayannis et al. 2012; Carayannis y Campbell, 2012).
Bajo el enfoque quíntuple, el conocimiento, simbolizado por la noción de saber cómo, es un elemento vinculador, dinámico y esencial para la innovación turística congruente con el medio ambiente. Ostenta a un carácter no estático al transitar de un subsistema a otro, situación que denota una doble posición respecto al factor cognitivo: es un insumo (entradas) para un subsistema y al mismo tiempo, es un producto (salidas) para otro (Carayannis y Campbell, 2012).
Fortaleciendo la propuesta de quinta hélice, se plantea la prospectiva, constituida desde la teoría de sistemas, en la cual se analizan: i) las relaciones pasadas y presentes entre sus partes constitutivas; ii) el rol que las mismas han tenido y tienen en la configuración territorial actual; iii) la incidencia de factores externos en la misma y iv) el pronóstico de posibles formas de organización y funcionalización del territorio, frente a situaciones específicas. Su diseño con fines de ordenación implica: i) reconocer dentro del universo de variables clave, aquellas que son motores de las transformaciones; ii) pronosticar las condiciones futuras de dichas variables, así como sus posibles interacciones, y iii) reconocer que las hace sensibles, en otras palabras, que intervienen para que sus características o comportamientos varíen en el tiempo y en el espacio. Conduce, por tanto, a construir la secuencia de eventos que impulsarán las transformaciones en el territorio (Miklos y Tello, 2007; Sarría y Becerra, 2008; Burbano y Moreno, 2015).
Para lograr el establecimiento de escenarios es necesario: i) la reflexión en torno a variables clave y hechos portadores de futuro; ii) las tendencias; iii) el juego de actores en el control de estos y iv) el planteamiento de supuestos. En primera estancia se tiene que trabajar con el método MIC-MAC (Análisis Estructural) que determina las interacciones de mutuo efecto que se pueden establecer dentro del sistema. Particularmente favorece el reconocimiento de los hechos portadores de futuro y la jerarquización del conjunto de variables, internas o externas al sistema (Figura 1).
Fuente: elaboración propia a partir de Godet, 2000; Salas, 2013; Sarria y Becerra, 2010; Carayannis et al., 2012.
Posterior a ello se tiene el análisis de la estrategia de los actores a través del análisis MACTOR (Matriz de Alianzas y Conflictos: Tácticas, Objetivos y Recomendaciones) facilitando el registro de información relevante sobre los actores y su actitud frente a las variables clave relacionadas con sus intereses. A la vez facilita el procesamiento de datos para situar a cada actor con relación a objetivos estratégicos y valorar las relaciones de fuerza entre éstos para detectar actores dominantes, de enlace y autónomos.
Finalmente, se tiene la formulación de escenarios: están el análisis morfológico, el método Delphi, el Ábaco de Regnier y el método de impactos cruzados: el Árbol de Pertinencia y el Método Multicriterio y Política (MULTIPOL) (Sarría y Becerra, 2008; Burbano y Moreno, 2015).
Lo anterior se resume en la Figura 1 en la que se presenta el procedimiento general para la elaboración de escenarios divida en dos fases, la primera denominada como la construcción de la base analítica e histórica y la segunda como la construcción de escenarios.
La prospectiva como tipo de planificación sirve para promover la ocupación adecuada del territorio, la conservación ambiental y evitar la segregación, por medio de proyectos de infraestructura y servicios. Asimismo, para estimular a partir de infraestructura, servicios y acciones específicas, la localización de ciertas actividades y de la población, en lugares donde se requieren impulsar procesos de desarrollo. Los factores de cambio son el conjunto de condiciones físico-naturales, económicas, sociales, culturales y políticos-institucionales, cuya dinámica e interacción son clave en las transformaciones en el territorio.
Conclusiones
Los aportes metodológicos muestran que hay avances significativos respecto al estudio del turismo rural, asimismo, se resalta que es necesario generar nuevos enfoques de carácter inter y transdisciplinario. Es por ello que se generó una propuesta metodológica que será implementada y validada en espacios rurales, donde se crearán espacios de diálogo, reflexión y construcción con habitantes interesados en el turismo rural, investigadores(as) expertos(as) en temas de turismo rural, instituciones gubernamentales y demás actores que se identifiquen en el trabajo de campo.
La propuesta metodológica de quinta hélice resulta pertinente para el turismo rural, debido a la interacción en cada uno de los subsistemas y genera a sus contrapartes un grupo de complementariedades físicas y cognitivas. Asimismo, reconoce que es necesaria una interacción interinstitucional, ambiental, socioeconómica, cultural y cognitiva en los territorios interesados en implementar estrategias para abatir las problemáticas presentes en las áreas rurales.
De igual manera, la solidez metodológica que existe en la prospectiva, es debido a su enfoque futurible, el cual genera diferentes tipos de escenarios que van desde el catastrófico a lo utópico, para construirlos es necesaria una validación a través de la interacción ente los cinco capitales que existen en los territorios. Aunado a la consistencia metodológica de la prospectiva y la quinta hélice, el turismo rural es una actividad generadora de impactos positivos sociales y económicos, mostrando que su enfoque sociológico y comunitario fortalece los vínculos locales, lo que a su vez genera sinergias territoriales.
Si bien se presenta un bosquejo metodológico, existen casos previos que han sido de éxito de la cuarta hélice en diferentes países, en los que se han trabajado con redes de cooperativismo, procesos de innovación en el sector agroindustrial, dinamizaciones en las comunidades a través de la solidaridad. Asimismo, se identificó la educación como motor del desarrollo y la búsqueda constante de la eficacia empresarial y tecnológica. Dentro de la revisión de literatura permitió identificar una nueva línea de investigación respecto la innovación social como marco de referencia para al turismo rural y con ello potenciar sinergias territoriales con base en la comunalidad.