Una creciente tradición en la ciencia política se ha interesado por la conceptualización y la medición del populismo (Castanho Silva et al., 2019; Hawkins 2009 y 2010; Hawkins, Riding y Mudde, 2012; Hawkins y Rovira Kaltwasser, 2019; Mudde, 2004; Mudde y Rovira Kaltwasser, 2012; Van Hauwaert, Schimpf y Azevedo, 2019; Weyland, 2001). Derivada de este grupo de estudios, una vertiente importante de la literatura ha abordado el estudio del populismo como variable dependiente (Andreadis, Hawkins, Llamazares y Singer, 2019; Busby, Doyle, Hawkins y Wiesehomeier, 2019; Hawkins, Gubler, Busby y Carter, 2014). Sin embargo, menos trabajo se ha realizado sobre las consecuencias del populismo, es decir, sobre el populismo como variable independiente. Teniendo en cuenta los argumentos teóricos a favor de un vínculo entre la narrativa populista y la polarización afectiva -y, a su vez, entre la polarización afectiva y la erosión de la democracia- esta deficiencia de la literatura merece ser abordada mediante más investigación empírica. Buscando contribuir a resolver este déficit de los estudios sobre el populismo, este artículo constituye un intento de arrojar luz sobre la relación entre la narrativa populista -como variable independiente- y la polarización afectiva -como variable dependiente-, específicamente para el caso de México.
En consecuencia, el trabajo explora los nexos entre la narrativa de los líderes políticos y la activación de la polarización afectiva entre los ciudadanos, empleando un estudio de caso y siguiendo un conjunto de hallazgos de la psicología política comparada. Para ello, esta disciplina ha utilizado tanto datos observacionales como datos experimentales. Así, por un lado, la investigación que emplea encuestas como técnica de recolección de datos ha encontrado la presencia de actitudes populistas latentes entre los ciudadanos en muchos países (Akkerman, Mudde y Zaslove, 2014; Andreadis et al., 2019; Busby et al., 2019; Hawkins et al., 2012; Spruyt, Keppens y Droogenbroek, 2016). Por otro lado, los trabajos que usan diseños experimentales han hallado que el encuadre (framing) del mundo social y político propio de la narrativa de los líderes influye sobre la activación de aquellas actitudes (Bos, Van Der Brug y De Vreese, 2013; Busby et al., 2019, p. 374; Hameleers, Bos y de Vreese, 2016; Hawkins et al., 2014; Sarsfield, 2019 y 2023). Siguiendo estos estudios, este artículo constituye una exploración de un aspecto específico de la psicología política del populismo que ha sido menos indagado empíricamente, esto es, si la retórica populista en particular conduce a la polarización y, especialmente, qué mecanismos causales intervienen.
En este punto, es importante subrayar que este trabajo adopta una perspectiva ideacional del populismo. Junto con otros conceptos importantes en la ciencia política, tales como democracia (Collier y Levitsky, 1997; Munck y Verkuilen, 2002), ideología (Gerring, 1997) o estado de derecho (Fallon, 1997; Møller y Skaaning, 2012 y 2014; Tamanaha, 2007; Waldron, 2002), el populismo parece ser un concepto esencialmente controvertido (Collier, Hidalgo y Maciuceanu, 2007; Gallie, 1956). Es posible que no se llegue rápidamente a un consenso sobre la definición del populismo. Sin embargo, el enfoque ideacional enfatiza la dimensión discursiva del populismo, aspecto cuyas consecuencias este trabajo busca analizar.
La definición de populismo propia de este enfoque propone que un discurso es populista si, a partir de una cosmovisión maniquea y moral de la política, reúne las siguientes condiciones: i) la proclamación de un pueblo como una comunidad homogénea y virtuosa; y ii) la representación de una élite como una entidad corrupta y egoísta (Hawkins y Rovira Kaltwasser, 2019, p. 3). Partiendo de esta conceptualización, este artículo busca identificar cuál de tales condiciones propias de un discurso populista induce una mayor polarización afectiva entre los ciudadanos, proponiendo la hipótesis de que los mensajes anti-élite (p. ej., “todos los políticos son corruptos”) tienen más probabilidades de generar polarización que las menciones positivas hacia el pueblo (p. ej., “el pueblo, y no los políticos, debería tomar las decisiones políticas más importantes”).
Postular un argumento causal que tome como punto de partida a la retórica populista requiere de mecanismos causales que conecten la narrativa de los líderes políticos con la cognición de los ciudadanos (Hawkins y Rovira Kaltwasser, 2019). Las apelaciones a la existencia de “una élite corrupta que conspira contra el pueblo” parecen activar emociones como resentimiento y odio, dos emociones fuertes que han sido relacionadas con la polarización (Betz, 2019; Salmela y von Scheve, 2017). Como lo señala la teoría psicológica del razonamiento motivado, las emociones influyen en la forma en que los individuos interpretan la información (Flynn, Nyhan y Reifler, 2017; Taber y Lodge, 2006). En este sentido, las características de la retórica populista podrían desencadenar emociones que tenderían a endurecer y radicalizar las actitudes de los votantes, de manera tal que no solo los volverían más distantes entre sí, sino también menos dispuestos a cooperar o incluso a convivir unos con otros (Carlin et al. 2019, p. 430).
Así, la polarización constituye un desafío para los valores e institucionalidad democrática. Mitigar la polarización es una tarea crítica para el buen funcionamiento de una democracia. Sin embargo, en términos de la atenuación de las consecuencias de la retórica populista, la pregunta no es solo si aquella narrativa produce polarización y cómo medirla, sino qué aspectos o mecanismos específicos del populismo la desencadenan. Explorando el efecto causal de los diferentes atributos de la retórica populista, en este artículo busco responder a la pregunta sobre el papel que cada componente del populismo tiene como mecanismo para la activación de la polarización. Responder a este interrogante no solo podría arrojar luz sobre los correlatos psicológicos de la polarización, sino que también nos permitiría identificar políticas de mitigación. Por lo tanto, la identificación de cuál componente del discurso populista es responsable de producir polarización es fundamental tanto para la psicología política como pregunta de investigación, así como para contribuir a detener la erosión de las instituciones y los valores de la democracia.
Sobre las actitudes polarizadas: conceptualizando la polarización afectiva
Existen distintas definiciones de la polarización en la ciencia política. Así, diferentes autores como Alan Abramowitz, James Druckman, Morris Fiorina, Shanto Iyengar, Yphtach Lelkes, Matthew Levendusky, Jennifer McCoy y Kenneth Roberts, entre otros, han propuestos distintas conceptualizaciones de la polarización. Dadas la expansión de los procesos de polarización en diferentes regiones del mundo y la multidimensionalidad inherente al fenómeno (Roberts, 2022), ha habido una proliferación de formas o tipos alternativos del concepto, incluidos varios ejemplos de polarización “con adjetivos” (Roberts, Sarsfield y Moncagatta, 2023), tales como polarización social (McCoy y Rahman, 2016), polarización afectiva (Iyengar, Sood y Lelkes, 2012) y polarización perniciosa (McCoy y Somer, 2019). Para complicar aún más el paisaje conceptual, otros autores proponen las ideas de polarización social (García-Guadilla y Mallen, 2019), polarización geográfica (Rohla et al., 2018) y polarización populista (Enyedi, 2016). La falta de consenso y el carácter multidimensional de la polarización se tornan evidentes cuando se examinan estas diferentes definiciones de aquel concepto.
Dentro de este complejo panorama, el concepto de polarización es definido aquí como la existencia de una intensa afinidad entre los miembros de un mismo grupo social, al mismo tiempo que una intensa hostilidad hacia otros grupos sociales (Cárdenas, 2013; Esteban y Ray, 1994), y es equivalente a lo que una tradición denomina como polarización afectiva (véase, por ejemplo, Iyengar et al., 2019; Iyengar, Sood y Lelkes, 2012; Druckman y Levendusky, 2019; Levendusky, 2009). La noción de polarización afectiva se basa en el concepto clásico de distancia social (Bogardus, 1947) y alude a “no solo un sentimiento positivo hacia el propio grupo, sino también a un sentimiento negativo hacia aquellos que se identifican con otros grupos” (Iyengar, Sood y Lelkes, 2012, p. 406).
En ese sentido, la idea de polarización afectiva constituye junto con la de polarización ideológica las dos concepciones de polarización más empleadas en la literatura. Muy sintéticamente, mientras que el concepto de polarización ideológica busca evocar a la distancia espacial en términos de preferencias políticas entre partidos o votantes (Abramowitz y Saunders, 2008; Roberts, 2022), la noción de polarización afectiva alude al grado de animosidad mutua entre aquellos, hasta el punto en que un grupo puede no reconocer el otro como un actor legítimo en la arena democrática (McCoy y Rahman, 2016). Dado que este trabajo se interesa por la afinidad con el grupo propio y la hostilidad hacia el otro grupo en la dimensión pro-AMLO versus anti-AMLO, cuando se habla de polarización se hace referencia a la idea de polarización afectiva.2
La polarización afectiva tiene implicancias importantes en términos de orden y conflicto. Como lo afirmara Sen, “un sentido de pertenencia fuerte y exclusivo a un grupo puede, en muchos casos, llevar consigo la percepción de distancia y divergencia frente a otros grupos. La solidaridad dentro de un grupo puede ayudar a alimentar la discordia frente a grupos diferentes” (2006, pp. 1-2). Dado que un sentido exclusivo de pertenencia a un grupo puede producir antagonismo hacia otros grupos, tal sentido puede conducir a que surja conflicto entre ambos grupos como consecuencia.
La literatura en economía ha planteado interrogantes sobre la relación entre conflicto social y desigualdad (véase a Esteban y Ray, 1994 y 1999). En este sentido, parece que el concepto de polarización afectiva es más adecuado que el de desigualdad para explicar la probabilidad de conflicto social. La investigación formal y estadística en ciencia política y economía indica que la polarización aumenta la probabilidad de conflictos violentos dentro e, incluso, entre estados nacionales (Esteban y Schneider, 2004). La polarización afectiva parece conducir al conflicto a través de la discriminación entre quienes están dentro y quienes están fuera de diferentes grupos.
En consecuencia, la polarización afectiva es lo opuesto a la tolerancia, tanto política como social. Por un lado, la tolerancia política puede ser concebida como las orientaciones de las personas hacia aceptar y apoyar activamente los derechos cívicos y políticos de sus conciudadanos con los que no está de acuerdo (Booth y Seligson, 2009; Seligson, 2000). Por otro lado, la tolerancia social puede definirse como la predisposición de los individuos a tolerar grupos con los que no se identifica o, incluso, que no le son agradables (Gibson, 2007, p. 410; Hazama, 2010, p. 1). De modo contrario a lo que ocurre con la tolerancia, con la polarización afectiva se tiende al estancamiento de la cooperación entre los individuos que pertenecen a grupos diferentes e, incluso, al conflicto entre tales grupos: los “extremistas de ambos lados de la división suelen etiquetar a los moderados como ‘traidores en connivencia con el enemigo’ o ‘vendidos’” (Carlin et al., 2019, p. 433). En consecuencia, la polarización afectiva erosiona la disposición de los individuos a aceptar grupos que sean diferentes al propio.
Explorando los nexos entre polarización afectiva y populismo
Las narrativas reduccionistas basadas en definir a los individuos o a los grupos en términos de una afiliación única -como ocurre con la retórica populista- pueden utilizarse para fomentar fuertes sentimientos de solidaridad dentro del grupo al que se pertenece, pero también de animadversión hacia otros grupos de adscripción (Cárdenas, 2013, p. 789). El punto de partida para teorizar sobre el mecanismo causal que interviene entre la retórica populista y la polarización afectiva son las explicaciones recientes de la psicología política. Estas explicaciones enfatizan el “efecto de encuadre” (framing) del discurso populista, el cual activaría actitudes populistas latentes (Bos et al., 2013; Busby et al., 2019). Siguiendo este argumento causal, en este artículo exploro específicamente un aspecto que aún no ha sido indagado empíricamente, esto es, cuál de los atributos de la retórica populista de acuerdo a la definición ideacional del populismo (la alusión a un “pueblo bueno” vis à vis la alusión a una “elite corrupta”) conduce más a actitudes polarizadas.
Las hipótesis derivadas de la teoría ideacional del populismo han sido puestas a prueba a través de estudios de caso, así como de diseños de investigación comparativos observacionales, longitudinales y experimentales, tanto de n grandes como de n pequeñas. Dentro de estas amplias familias de diseño, en este artículo empleo el análisis textual humano para explorar la relación entre la retórica populista y la polarización en las redes sociales, específicamente en la cuenta de Facebook de Andrés Manuel López Obrador. Por lo tanto, este trabajo se alinea con los autores que favorecen la medición cuantitativa del populismo, utilizando el método tradicional de análisis de contenido que descompone el texto y mide los componentes de las ideas (véase, por ejemplo, March, 2019 y Grbeša y Šalaj, 2019).
La selección del caso
Como se ha mencionado, en este trabajo se exploran cuan polarizadas son las reacciones en las redes sociales a la retórica del presidente Andrés Manuel López Obrador. Autoidentificado con la izquierda en términos ideológicos, AMLO y su partido han recurrido de manera sistemática a la narrativa del populismo. Desde su primera campaña como candidato a la presidencia hace más de una década (2006), la retórica de AMLO aludiría constantemente a la idea de una oposición maniquea entre un pueblo puro y una élite corrupta.
Si bien la narrativa de AMLO se caracterizaría por un discurso más moderado mientras era el alcalde de la Ciudad de México (2000-2005), a partir de la campaña presidencial de 2006, y especialmente luego de su derrota en aquella contienda electoral, la retórica de López Obrador comenzaría a distinguirse por referencias propias del populismo, tales como la invocación a un pueblo moralmente superior, demandas a favor de su soberanía, denuncias sobre una élite homogéneamente corrupta, o su descripción de la política como una lucha entre el bien y el mal (Bruhn, 2012, p. 91). Al mismo tiempo, el lema principal que AMLO adoptaría sería “Por el bien de todos, primero los pobres”. Así, y como una variación de la misma idea, López Obrador se referiría constantemente a la idea de “Arriba los de abajo, abajo los de arriba”. De estas ideas centrales a su narrativa se desprende la conclusión de que el discurso de AMLO puede ser caracterizado, en especial a partir de 2006, como aquel que define a un líder como un populista de izquierda según la perspectiva ideacional.
Luego de que López Obrador asumiera la Presidencia de México en diciembre de 2018, su retórica no solo no cambiaría, sino que se radicalizaría. Así, sus mensajes profundizaron la idea de la existencia de una “mafia del poder”, a la que identificaría con lo que denominara en su momento como el “PRIAN”-palabra que, como se sabe, AMLO mismo crea a partir de la combinación de los nombres de los dos partidos que estuvieron en el gobierno antes que él, el PRI (Partido Revolucionario Institucional) y el PAN (Partido Acción Nacional). Asimismo, a partir de su asunción como presidente se agudizan en la narrativa de López Obrador las alusiones a que las instituciones democráticas son solo un lugar en el que los poderosos ejercen sus privilegios. Su conocida consigna de que “¡Al diablo con sus instituciones corruptas!” (Bruhn, 2012, p. 88) parece sintetizar su idea según la cual la “mafia del poder” y la democracia representativa son lo mismo.
A lo largo de su gobierno en la Presidencia, AMLO traduce su narrativa populista en decisiones públicas concretas, a las que justifica a partir de uno sus postulados, esto es, la existencia de una élite homogéneamente corrupta. Un ejemplo fundante de la continuación entre su narrativa como candidato y su gobierno como presidente sería la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Texcoco (con un nivel de avance del 30%) debido a que, según AMLO, esta obra pública representaba una manifestación de la corrupción generalizada que imperaba en el “antiguo régimen” entre la élite.3
Del mismo modo, la narrativa de AMLO según la cual las instituciones propias de la democracia son solo un lugar en el que los poderosos ejercen sus privilegios ha tenido también consecuencias concretas en términos de sus políticas. De esta concepción, propia del populismo, se ha desprendido el actual intento de López Obrador de “reformar” al órgano electoral mexicano, el Instituto Nacional Electoral (esto es, imponerle severas restricciones a su funcionamiento como entidad autónoma). Como se sabe, el INE ha sido un engranaje institucional crucial para la transición a la democracia en México y para garantizar elecciones limpias y transparentes desde entonces.
Otras tentativas de restricción a las facultades de los mecanismos de pesos y contrapesos de parte de López Obrador han afectado a instituciones como el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) o la Comisión Reguladora de Energía (CRE), entre otras. Los académicos e intelectuales -concebidos como parte de la “élite conservadora” y portadores de “privilegios injustificables” (López Obrador, 2018a)-, tampoco han quedados exentos de intentos de control de parte de AMLO: prestigiosas instituciones académicas como el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y la UNAM han sufrido reformas a sus estatutos, severos recortes presupuestarios y críticas narrativas de parte de López Obrador.
La retórica de AMLO parecería haber desatado un proceso de polarización afectiva entre la ciudadanía. Si bien esta polarización parece haber comenzado tras la elección presidencial de 2006, la misma se habría agudizado a partir de la campaña presidencial de 2018, contexto en el que López Obrador profundizó su narrativa populista. Un momento importante en este proceso de radicalización de la retórica de AMLO fue su declaración pública sobre uno de los periódicos más importante de México, el Reforma. En esta declaración, AMLO calificaría a ese medio de comunicación como “prensa conservadora”, así como “ser unos fifís” (López Obrador, 2018b), palabra peyorativa que luego comenzaría a difundirse en las redes sociales y en la vida cotidiana. Desde entonces, AMLO ha utilizado las palabras conservadores o fifís para referirse a todos aquellos que no estén de acuerdo con sus políticas. Al mismo tiempo, los opositores de AMLO comenzarían a utilizar en las redes sociales la palabra chairos, otro término peyorativo que alude a sus seguidores. Ambas expresiones sugieren la existencia de polarización afectiva entre los grupos de sus seguidores y sus opositores.
Considerando que la narrativa de AMLO ha exhibido sistemáticamente los dos atributos de la retórica populista, esto es, alusiones a un “pueblo bueno” y referencias a una “élite corrupta”, se concluye que las características del caso son adecuadas para responder al interrogante sobre cuál de estos atributos ha producido mayor polarización, esto es, la pregunta de investigación de este trabajo. En otras palabras, las condiciones políticas en las que se ha basado la selección del caso en este estudio son válidas para la investigación sobre cuál de las dos características de la narrativa populista es la que provoca mayor polarización afectiva entre los ciudadanos.
El diseño metodológico: análisis textual
Para responder a la pregunta de investigación, este artículo utiliza la técnica de análisis textual con el objetivo de estudiar mensajes o textos en las redes sociales. Específicamente, el trabajo se interesa por las publicaciones que usa Andrés Manuel López Obrador en Facebook y por los comentarios que los seguidores de su cuenta suben sobre tales publicaciones. Una tradición importante de la psicología política y de los estudios de opinión pública ha aportado razones teóricas y ha encontrado evidencia empírica a favor de la idea de que las redes sociales juegan un papel importante en la difusión de las ideas populistas (Carlin et al., 2019, p. 424; Krämer, 2014; Mazzoleni, 2008; Mazzoleni, Stewart y Horsfield, 2003; Urbinati, 2019). Dado que promueven sus mensajes y dan mayor visibilidad a los actores populistas, las redes sociales contribuyen a difundir el Zeitgeist propio del populismo (Mudde, 2004; Rooduijn, 2014).
En términos generales, el análisis textual es adecuado tanto para la medición de la retórica populista de los líderes políticos como para la medición de la polarización afectiva entre las audiencias: ambos fenómenos se dan en el plano de las ideas, las que se pueden medir a través de los textos que se publican en las redes sociales. En ese sentido, las ideas de los individuos pueden ser difíciles de medir a través de otro medio que no sea el de los textos que las personas producen, tanto espontáneamente (p. ej., las redes sociales) como no espontáneamente (p. ej., en sus respuestas a una encuesta).
Consecuentemente, en este trabajo utilizo análisis textual para medir tanto la retórica populista como la polarización afectiva. Específicamente, empleo la denominada clasificación holística (Hawkins, 2009; Hawkins y Castanho Silva, 2019), la cual aplico a las publicaciones de AMLO en Facebook (para medir la retórica populista) y a los comentarios de los seguidores de su cuenta (para medir la polarización afectiva). La clasificación holística utiliza como unidad de análisis a posteos completos y comentarios completos. La extensión del periodo para la recolección de los datos fue de doce meses, desde el 1 de diciembre de 2021 hasta el 1 de diciembre de 2022.4
Dada la pregunta de investigación del artículo (cuál de los dos atributos de los mensajes populistas produce más polarización afectiva), el procedimiento de selección de la muestra fue teórico o intencional y, por lo tanto, no-probabilístico. El muestreo probabilístico en este caso hubiera incluido a posteos de AMLO que no serían válidos para los objetivos de la investigación (posteos que, o no contenían ninguno de los dos tipos de mensajes que interesan a este trabajo, o que los contenían de manera mezclada). En ese sentido, en la medida en que se controla el valor de la variable independiente, el diseño de este artículo es cuasi-experimental y se aboca a explorar su hipotética relación con la variable dependiente del estudio.5 Es muy importante tener presente que la selección de los mensajes subidos por AMLO abarcó a todas sus publicaciones durante el periodo arriba mencionado (n = 369) que cumplieran con las definiciones mutuamente excluyentes de uno u otro de los dos tipos de mensajes populistas (es decir, “élite corrupta” o “pueblo bueno”). Esto excluye, dada la pregunta de investigación del trabajo, a un número de otras publicaciones de López Obrador.6 En segundo lugar, analicé todos los comentarios realizados a esos posteos (n = 20,944) por los seguidores de la cuenta7. En tercer término, hice análisis textual holístico a cada comentario -tomados como unidad de análisis-, asignándole los valores de “nada polarizado”, “poco polarizado”, “algo polarizado” y “muy polarizado”.
Finalmente, para poner a prueba la hipótesis de este trabajo, comparé el nivel de polarización de tales comentarios según el tipo de posteo de AMLO, esto es, contrasté los mensajes de López Obrador aludiendo a una “élite corrupta” con los mensajes mencionando a un “pueblo bueno”. La hipótesis de este artículo es la siguiente:
Hipótesis H1: el nivel de polarización afectiva de los comentarios en Facebook debería ser mayor frente a los posteos de AMLO que se refieren a una “elite corrupta” comparados con el nivel de polarización afectiva de los comentarios a los posteos de AMLO que aluden a un “pueblo bueno”.
Hallazgos
Como cabe esperar de una narrativa populista, las palabras pueblo y corrupción están entre las que tienen las más altas frecuencias en los posteos de AMLO (Figura 1). Cabe resaltar que el término pueblo es mucho más mencionado que el de corrupción. Asimismo, la nube de palabras muestra que la narrativa de López Obrador no se agota en esos términos. Por ejemplo, las muy altas frecuencias de palabras como “México”, “nacional” o “país” parecen indicar cierto rescate del nacionalismo en la retórica de AMLO, una característica que algunos autores han asociado a las historias (stories) que cuentan los líderes populistas (Taş, 2020).8 Se observan, por otro lado, palabras que mencionan a destacadas figuras de la historia mexicana, tales como Miguel Hidalgo, Felipe Ángeles o Emiliano Zapata, quienes tiene en común el haber participado en lo que AMLO denomina las tres grandes transformaciones anteriores a su “Cuarta Transformación”. Estas palabras sugieren la invocación de parte de AMLO de la idea de un pasado lejano glorioso o “utopía retrospectiva” (Priester, 2012, p. 2; Leidig, 2019) y su contraste con un pasado reciente nefasto (el neoliberalismo), estructura temporal que ha sido indicada como una característica central de las narrativas que emplean los políticos populistas (Taggart, 2000).
En la Gráfica 1 puede verse la distribución del número de comentarios según el tipo de posteo de AMLO. Los comentarios a posteos con mensajes invocando una “élite corrupta” son mayores a los comentarios a posteos aludiendo a un “pueblo bueno”.9 La diferencia es estadísticamente significativa (p <.001). Los mensajes “élite corrupta” parecen recibir más interés que los mensajes “pueblo bueno” cuando AMLO postea.
Como fuera mencionado en la sección metodológica, consideré como unidad de análisis a los comentarios a las publicaciones de AMLO. Siguiendo una clasificación holística (Hawkins, 2009; Hawkins y Castanho Silva, 2019), los comentarios se codificaron como “nada polarizados”, “poco polarizados”, “algo polarizados” y “muy polarizados” de acuerdo con la siguiente escala:
0. Un comentario que cae en esta categoría no contiene ningún elemento polarizado (Por ejemplo, “Ahora si me siento una mexicana con un buen presidente. Bendiciones a toda la gente de Facebook. Tengamos un hermoso día”)
1. Un comentario en esta categoría utiliza pocos elementos polarizados (por ejemplo, “Hoy es sábado y estoy trabajando… ya quería hacer horas extras... no puede haber gente floja con un presidente trabajador”).
2. Un comentario en esta categoría incluye elementos polarizados pero no los usa consistentemente o los atenúa al incluir elementos no polarizados. Por lo tanto, el comentario puede plantear una oposición entre un grupo al que se pertenece y un grupo al que no se pertenece o una idea intolerante, pero evita el lenguaje belicoso o las referencias a algún enemigo en particular (por ejemplo, “Todavía hay gente vulgar que no cree en él … Andrés Manuel López Obrador la patria está en tus manos… la generación de la 4ta Transformación de México”).
3. Un comentario en esta categoría es extremadamente polarizado. Estos comentarios se oponen, en tono duro, a la tolerancia hacia otros colectivos o a la apertura de miras. Específicamente, estos comentarios expresan ideas en contra de la tolerancia y de la mentalidad abierta y tienen pocos elementos que se puedan considerar no polarizados (por ejemplo, “Tiene todo nuestro apoyo, señor presidente. Hay mucho(s) lagarto(s) corrupto(s) tratando de poner piedras en el camino, pero nosotros somos más, somos millones y los vamos a castrar”).
Una visualización inicial de la distribución de los niveles de polarización afectiva al comparar los dos tipos de posteos de AMLO puede observarse en la Figura 2. Las panzas de los respectivos violines sugieren que entre los posteos “pueblo bueno” la distribución de los comentarios se agrupa comparativamente más abajo (no polarizados y poco polarizados), mientras que entre los posteos “élite corrupta” los comentarios se agrupan comparativamente más arriba (muy polarizados). Aunque esta es solo una representación gráfica y se requiere de una prueba de medias (más abajo), la distribución de violín apunta a la existencia de una diferencia entre los niveles de polarización afectiva de los comentarios que suben los seguidores cuando se comparan los dos tipos de posteos de AMLO.
Finalmente, al comparar el nivel de polarización (medias) de los comentarios que se expresaron frente a los mensajes de AMLO que mencionan una “élite corrupta” con el nivel de polarización de los comentarios que se hicieron a los mensajes que aludían a un “pueblo bueno” (Gráfica 2), encontramos una diferencia estadísticamente significativa (p < 0.001).
Discusión
Los resultados antes mencionados muestran los niveles de polarización afectiva que generan los posteos “pueblo bueno” y los posteos “élite corrupta” que publica AMLO. En general, los hallazgos de este trabajo apoyan la hipótesis H1. Los ciudadanos que leyeron y comentaron los posteos con mensajes en contra de la élite mostraron sentimientos más fuertes de polarización afectiva que sus contrapartes que leyeron y comentaron los posteos con mensajes mencionando a un “pueblo bueno”. Estos hallazgos sugieren que los posteos de López Obrador con mensajes anti-élite provocan una mayor polarización afectiva.
Las teorías de la psicología política contribuyen a comprender estos resultados. Una forma de dar cuenta de estos hallazgos es plantear que los mensajes invocando a una “élite corrupta” pueden generar una percepción de amenaza entre los seguidores de la cuenta de AMLO en Facebook. Una amenaza se define como “cualquier cosa, ya sea una persona, condición o evento” que es concebido por un individuo como algo que “podría dañarlo a él o a su grupo” (Busby et al., 2019, p. 375). Así, la activación de actitudes polarizadas se realiza a partir de una narrativa sobre algún actor, contexto o experiencia que son presentados como una amenaza, lo que moviliza disposiciones latentes existentes (Cesario et al., 2010; Chanley, 1994).
La retórica anti-élite podría estimular, en tal contexto, la disposición latente. La activación de orientaciones polarizadas podría ocurrir porque los mensajes anti-élite, basados en definir a las sociedades en términos maniqueos y de antagonismo entre dos afiliaciones únicas (esto es, entre un “pueblo bueno” que corre un riesgo frente a una “élite corrupta”), fomentarían sentimientos de amenaza, reforzando la pertenencia interna y solidaridad grupal (es este caso, pertenecer a un “pueblo bueno”) y sentimientos de hostilidad hacia el otro grupo (en este caso, el pertenecer a un “pueblo bueno” que se ve amenazado por el actuar de una “élite corrupta”).
En otras palabras, el trabajo encuentra que un aspecto específico de la retórica populista (es decir, los mensajes antiélite) producen mayor polarización afectiva. Así, este artículo halla que los mensajes genéricos en contra de “la élite” activan la polarización afectiva. Los resultados de este estudio sugieren que la polarización afectiva se deriva de una característica específica del encuadre utilizado por los políticos populistas. Concretamente, las apelaciones a una élite corrupta parecen activar la polarización. Así, este artículo halla que los mensajes genéricos en contra de “la élite” activan la polarización afectiva. Los resultados de este estudio sugieren que la polarización afectiva se deriva de una característica específica del encuadre utilizado por los políticos populistas. Retomando los términos del debate sobre el nexo entre populismo y democracia (Mudde y Rovira Kaltwasser, 2012), tal hallazgo -aunque lejos de ser concluyente- parece apoyar la idea de que la narrativa populista, en la medida que activa polarización afectiva, sería una amenaza antes que un correctivo para una democracia liberal.
Las implicancias de estos hallazgos para las instituciones y valores democráticos, aunque preliminares y tentativas, subrayan la importancia de continuar investigando sobre las consecuencias de la retórica populista. El nexo aquí encontrado entre narrativa populista y polarización afectiva invita a más estudios sobre esta fundamental agenda de investigación. Dado que la polarización afectiva, en la medida en que entra en tensión con el pluralismo, constituye un fenómeno que pone en riesgo el buen funcionamiento de las democracias liberales, la conclusión final es que más estudios sobre los nexos entre narrativa populista y actitudes polarizadas son ineludibles en México. De otra manera, la profundización de la erosión y retroceso democrático experimentado en el país podría ser inevitable.