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Anales de antropología

versión On-line ISSN 2448-6221versión impresa ISSN 0185-1225

An. antropol. vol.57 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2023  Epub 20-Ene-2025

https://doi.org/10.22201/iia.24486221e.2023.78242 

Artículos

Arte rupestre y sondeos arqueológicos en El Salvador. Resultados e interpretaciones

Rock art and archaeological surveys in El Salvador. Results and interpretations

Philippe Costa1 

Ligia Manzano2 

Vicente Genovez2 

1 Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Río Nazas #43, Col. Cuauhtémoc, Alc. Cuauhtémoc, C.P. 06500, CDMX, México. Correo electrónico: costa.philippe14@gmail.com

2 Universidad de El Salvador (UES), Final, 25 Avenida Nte., San Salvador, El Salvador


Resumen

El estudio del arte rupestre, donde sea que se realice, implica varias problemáticas de las cuales la cronología es una de las más delicadas. Hasta ahora, los métodos para producir fechamientos directos conciernen los yacimientos con pinturas donde las dataciones radiocarbónicas pueden establecerse directamente sobre el material pictórico. En el caso de los grabados, los fechamientos resultan más delicados; a parte del estudio iconográfico que puede permitir relacionar motivos con periodos cronológicos, otra posibilidad es llevar a cabo sondeos arqueológicos al pie de las manifestaciones rupestres. En este caso, el objetivo es encontrar artefactos, en particular material cerámico o lítico, más conocido y fácil de fechar por los arqueólogos. Se trata allí de una propuesta cronológica ya que el posible material evidenciado solo puede relacionarse de forma indirecta con la producción rupestre. En El Salvador, el autor propuso un estudio de los yacimientos rupestres dentro de una perspectiva más regional, en un marco de estudio que abarca el este de Guatemala y el centro de Honduras. Por primera vez, se trató de aportar una investigación específica sobre el arte rupestre a una escala amplia. Los esfuerzos para aportar datos respecto a la cronología de los sitios se tradujeron por la realización de sondeos arqueológicos en 11 yacimientos rupestres diseminados sobre todo el territorio del país. Aunque no todos evidenciaron material, los descubrimientos permitieron adelantar propuestas cronológicas para algunos sitios, y asimismo relacionar periodos con tradiciones rupestres.

Palabras clave: petrograbados; cronología; excavaciones; cerámica; lítica

Abstract

The study of rock art, wherever it is carried out, involves several problems, of which chronology is one of the most delicate. Up to now, the methods for producing direct dates concern sites with paintings where radiocarbon dating can be established directly on the pictorial material. In the case of engravings, the dating is more delicate; apart from the iconographic study that can allow to relate motifs with chronological periods, another possibility is to carry out archaeological surveys at the foot of the rock paintings. In this case, the objective is to find artifacts, in particular ceramic or lithic material, which is better known and easier to date for archaeologists. This is a chronological proposal since the possible material evidenced can only be indirectly related to cave production. In El Salvador, the author proposed a study of the cave sites within a more regional perspective, in a study framework covering eastern Guatemala and central Honduras. For the first time, an attempt was made to provide specific research on rock art on a broad scale. Efforts to provide data on the chronology of the sites resulted in archaeological surveys of 11 rock art sites scattered throughout the country. Although not all of them yielded material, the discoveries made it possible to advance chronological proposals for some sites, and also to relate periods with rock art traditions.

Keywords: petroglyphs; chronology; excavations; ceramic; lithic

Introducción

Cuando se trata de arte rupestre, la cuestión de la cronología de los sitios es un tropiezo recurrente. Los fechamientos directos de las manifestaciones rupestres solo pueden aplicar en el caso de pinturas con rastros de carbono. Ahora bien, en El Salvador, de los 70 yacimientos conocidos, solo nueve son pictóricos. Además, los sitios rupestres salvadoreños, en su gran mayoría, son reflejo del desarrollo de tradiciones rupestres locales, lo que dificulta las comparaciones iconográficas con motivos conocidos de la cerámica, por ejemplo. En este caso, la realización de sondeos arqueológicos parece ser una buena forma para adelantar una cronología indirecta, la cual debe ser confirmada por otros indicios.

Durante un largo tiempo, solo el yacimiento rupestre de Corinto había sido objeto de sondeos arqueológicos en dos ocasiones, dirigidas por Haberland en 1977 (Haberland 1991) y por Coladan en 1998 (Coladan 1998b). El material evidenciado durante las primeras investigaciones (nueve sondeos) pertenece a los grupos de la fase Lepa (625 a 1000 dC) de Quelepa, el asentamiento mejor conocido del este del país. Esta fase abarca los periodos Clásico tardío (600 a 900 dC) y terminal (900 a 1000 dC). De esta fase provienen también varios objetos de material lítico (obsidiana, piedra y pedernal) (Haberland 1991: 97). El mismo material fue reconocido (cinco sondeos) en 1998; además, dos tiestos, uno del Preclásico tardío (400 aC a 200 dC) y uno del Posclásico tardío (1250 a 1528 dC), fueron recolectados enfrente del abrigo en la superficie, lo que amplía la cronología de la presencia humana en el abrigo (Coladan 1998a).

Hubo que esperar a 2007 para que un nuevo sondeo en un yacimiento rupestre se llevara a cabo. Fue un proyecto dirigido por Gelliot, Costa y Perrot-Minnot y realizado en la Cueva de los Fierros de San Isidro (Gelliot et al. 2008). En 2012 y 2013, con el fin de aclarar la cronología y aportar nuevos datos sobre posibles afiliaciones culturales, se llevaron a cabo sondeos arqueológicos sobre 10 yacimientos rupestres diseminados sobre todo el territorio salvadoreño (Costa et al. 2016) (figura 1). Se trata de excavaciones verticales reducidas como corresponde a su objetivo cronológico.

Figura 1. Mapa de los sitios citados en el texto y con la ubicación de los sitios rupestres donde se realizaron excavaciones 

La presentación de los resultados se hará siguiendo las tres zonas arqueológicas definidas en El Salvador.

Zona Oriental de El Salvador

En 2011, un primer proyecto en el oriente del país permitió identificar tres zonas con mayor concentración de arte rupestre (Costa et al. 2011). Una primera se ubica alrededor del embalse 15 de Septiembre, en las riberas del río Lempa; otra concentración se ubica en el norte, con la presencia de grandes abrigos pintados; y la última se encuentra al sur, en las pendientes del volcán Conchagua, en las riberas del golfo de Fonseca. Además, como es escaso encontrar sitios rupestres a proximidad de un asentamiento prehispánico, Casitas Blancas, ubicado a 400 m del abrigo con pinturas Cerro Corobán, cuya cronología era desconocida hasta ahora, fue seleccionado para llevar a cabo sondeos. El contexto de los yacimientos cerca del embalse 15 de Septiembre no es muy conocido; algunos quedaron debajo del nivel del agua y pueden reaparecer durante la temporada seca como la Cueva del Toro (Escamilla et al. 2006). Por esta razón, las investigaciones de 2012 se enfocaron en las concentraciones de yacimientos del sector norte en la Zona Oriental, en las cordilleras de Nahuaterique y Corobán, y al sur, alrededor del volcán Conchagua (figura 1).

Cerro Corobán

Las investigaciones en el campo en 2011 han podido evidenciar que el principal asentamiento conocido en la porción norte de la región oriente es Casitas Blancas, ubicado en posición defensiva sobre la cumbre del cerro Corobán. Ya había sido señalado por Lardé en 1926, Longyear en 1944 y 1966 y de Baratta en 1952. Estos autores resaltaron la abundancia de material lítico y la presencia de un abrigo rocoso con pinturas a proximidad. Solo una fotografía y un esquema indicando la posición geográfica del asentamiento había sido publicado en 1944 (Longyear 1944).

El yacimiento rupestre se encuentra a 400 m al sureste del asentamiento y existe una relación visual evidente entre los dos, lo que hace pensar en una eventual contemporaneidad. Longyear propuso en 1966 una datación Posclásica en razón de la posición defensiva (Longyear 1966). Sin embargo, hay que recordar que, desde 850 dC, varios asentamientos ubicados en las cumbres están reportados en el valle de Comayagua, en el centro de Honduras a 80 km al noreste (cf. Tenampúa) (Boyd 1989) (figura 1).

Tres sondeos han sido llevados a cabo en el asentamiento cuya amplia superficie se extiende sobre 250 m de largo y 120 m de ancho, orientado este-oeste y con al menos 20 montículos (figura 2). El suelo enfrente del abrigo es rocoso y excluía cualquier tipo de sondeo. Un cambio de orientación en las estructuras es remarcable entre las dos mesetas de la cumbre de la montaña, lo que podría tener implicaciones cronológicas, o traducir cambios culturales. Es por esta razón que los sondeos se distribuyeron en cada una de las mesetas.

Figura 2. Levantamiento topográfico y ubicación de los sondeos (S1, S2 y S3) en el Cerro Corobán. 

El sondeo S1 llegó rápidamente a la roca madre después de 5 a 10 cm de profundidad. La excavación permitió descubrir un segmento distal de punta de proyectil bifacial (figura 3). Sin embargo, en ausencia de material cerámico, se decidió abrir un nuevo sondeo (S3) sobre la parte alta del montículo.

Figura 3. Fotografía de la punta de proyectil bifacial sondeo S1 (UE 101) (a la izquierda) y artefactos más notables del sondeo S2 (UE 202) (a la derecha) 

El sondeo S3 ha evidenciado una estructura de piedras en el largo del montículo, una posible banqueta; sin embargo, la extensión reducida del sondeo no permite decir más sobre el papel de esta estructura. El material cerámico se compone de 70 tiestos de cerámica y 23 piezas de lítica entre los cuales se han identificado grupos de la fase Lepa de Quelepa. Se trata de cerámica de los grupos Obrajuelo Ordinario y Delirio sobre Blanco (con engobe blanco) en los niveles 2 y 3 (UE 302 y 303). En la US 303, un núcleo de obsidiana ha sido descubierto, pero su origen es difícil de precisar (figura 4).

Figura 4. Fotografía del sondeo S3 (US 303) con algunos tiestos de cerámica de esta unidad estratigráfica y núcleo de obsidiana. Los tiestos con el engobe blanco son del tipo Delirio Rojo sobre Blanco del Clásico Tardío. 

El sondeo S2, en la parte este del asentamiento, dio a conocer la cantidad más importante de material cerámico (figura 5); 114 en total (así como 41 piezas de lítica). Los artefactos más notables provienen de la UE 202 (figura 3); se trata de un fragmento de malacate (contrapeso de huso para embobinar hilo de algodón) de sección trapezoidal y decorado con líneas curvas incisas en una de sus caras, ofreciendo un diseño que recuerda una voluta, así como un tiesto trabajado (rodela fabricada a partir de un fragmento de vasija). Estos tiestos trabajados son abundantes al sur de Mesoamérica, pero su función no ha sido bien establecida; aunque se sugiere que pudieron haber servido como tapaderas para vasijas, unidades de peso, juguetes, entre otros. La cronología para estos dos artefactos corresponde a la fase Lepa.

Figura 5. Fotografía y levantamiento del corte estratigráfico del sondeo S2. 

A pesar de las dimensiones reducidas de los sondeos, de un metro por un metro, el material evidenciado hace pensar en una ocupación del Clásico tardío a Clásico terminal. La ausencia de cerámica característica del Posclásico es notable. Las relaciones entre el centro de Honduras parecen más estrechas si se considera el origen de la obsidiana de la fuente La Esperanza, basándose en la textura ligeramente granulada y su apariencia opaca y veteada (figura 3).

Cueva del Chumpe

El abrigo de la Cueva del Chumpe se conforma por grandes bloques que se han juntado en la cumbre de una montaña, liberando un espacio con una entrada única, creando un espacio triangular estirado hacia arriba. La entrada del abrigo se compone de un muro de contención de piedras, dispuestas sin mortero, que delimita al sur el acceso a una plataforma. La abertura del abrigo es orientada hacia el suroeste. Un motivo de la entrada recuerda el símbolo Malinalli (Costa y Gelliot 2018: figura 7), uno de los más importantes de la iconografía mesoamericana en el Posclásico (López 1996). Con el fin de verificar la afiliación cultural y la cronología, se ha abierto un sondeo de dos metros por un metro en la plataforma que constituye el interior del abrigo.

El sondeo ha revelado que el suelo del abrigo se conformó de forma natural y se compone por depósitos de cenizas volcánicas y por deslaves de lodo, eventualmente provocados por los eventos climáticos asociados a una violenta erupción (figura 6). Estas cenizas volcánicas blancas se asemejan, tanto al nivel de la textura como del color, a las cenizas encontradas durante el sondeo de la Cueva de los Fierros en 2007, cuyo origen es la erupción del volcán Ilopango en 535 dC (Dull et al. 2010). La entrada del abrigo se ensancha hacia el exterior y su orientación es hacia el suroeste, en dirección del volcán Ilopango ubicado a 110 km. Ahora bien, desde 2010, se sabe que se encontraron depósitos de cenizas de un espesor entre 20 y 150 cm en el oriente (Dull et al. 2010), lo que corresponde a la cantidad de la Cueva del Chumpe, de por lo menos 100 cm (la roca madre no ha sido alcanzada). En superficie, fueron recolectados 11 tiestos que podrían ser del Posclásico o incluso más recientes. El sondeo solo ha permitido encontrar tres tiestos cuyo estado no permite su identificación. Después de la UE 103, el sondeo ha sido reducido a una ventana de 40 cm por 40 cm en el ángulo suroeste con el fin de alcanzar el suelo geológico, sin éxito (figura 6).

Figura 6. Fotografía del ángulo suroeste del sondeo y corte estratigráfico de la Cueva del Chumpe. 

Como la mayoría de los grabados están esculpidos desde el nivel de la plataforma de cenizas, eso indica que son posteriores a 535 dC (Costa y Gelliot 2018). Un fragmento de lasca prismática de obsidiana ha sido recolectado en superficie en la cercanía del abrigo y presenta atributos que sugiere una proveniencia de la Esperanza.

Peña de la Sirica

La Peña de la Sirica se encuentra a 10,8 km al sureste de Corinto y ha sido seleccionado porque los dos yacimientos se encuentran a poca distancia (figura 1) y las pinturas presentan similitudes (Costa 2020a: figura 27). Así, de una forma indirecta, se trataba de confirmar la cronología avanzada por Corinto, por medio de otro yacimiento con manifestaciones pictóricas similares. Además, el suelo del abrigo enseñaba material cerámico y lítico en superficie.

El abrigo posee dimensiones importantes; 25 m de largo y hasta 5 m de profundidad, en la parte este, la más amplia y plana, con un suelo menos rocoso, el sondeo ha sido abierto (figura 7). El sondeo, ubicado a 4 m de la pared ha alcanzado 30 cm de profundidad y seis unidades estratigráficas fueron identificadas siendo la UE 105 la roca madre (figura 8). La cantidad de material aumenta con la profundidad. En la UE 103, han sido identificados dos tiestos del grupo Anaranjado Tongolona (con engobes naranja/salmón) de la fase Shila de Quelepa (150 a 625 dC). La UE 104 contenía la cantidad de material más importante; 23 tiestos y nueve artefactos de lítica. Entre la cerámica, un tiesto es del grupo Izalco Usulutan (un ejemplar con decoración negativa, de pasta fina y sonido templado o metálico, bien alisado o pulido) de la fase Uapala de Quelepa (400 aC a 150 dC) (figura 7). En la misma capa, un fragmento de vasija decorada (forma desconocida) con extremo de cañuela sugiere también presencia de cerámica Obrajuelo Ordinario o con una decoración rara de Púas Lolotique, también de la fase Lepa (figura 7). La situación de este tiesto en el estrato inferior podría deberse a la acción de raíces observadas en todas las capas del sondeo.

Figura 7. Planta de la Peña de la Sirica con la ubicación del sondeo y material destacado de la UE 104 (tipo Izalco Usulutan arriba y Obrajuelo Ordinario abajo). 

Figura 8. Fotografía de la roca madre (UE 105) de la Peña de la Sirica y tiestos de cerámica tipo Usulután (a la iquierda) y Obrajuelo Ordinario con decoración de Púas Lolotique (a la derecha) de la UE 104. 

En 1977, la cerámica identificada por Haberland en Corinto es exclusivamente del Clásico tardío. En 1997, Coladan realizó nuevos sondeos e identificó material del Preclásico tardío, del Clásico tardío y del Posclásico tardío. El material del Preclásico y del Posclásico es escaso y ha sido descubierto en la superficie del abrigo y no en contexto. En la Peña de la Sirica, se encuentra material de la fase Uapala, Shila y Lepa. El único tiesto del Clásico tardío se ubicaba en la capa más profunda. La cronología de la presencia humana en la Peña de la Sirica se parece a la de Corinto, con un componente especifico del Clásico temprano (200 a 600 dC) (fase Shila). En superficie se han encontrado 10 fragmentos, entre ellos un borde muy delgado, con una banda de pintura roja en el interior, en el exterior del borde y sobre el labio, con un engobe crema, cuyos atributos sugieren una pertenencia al Posclásico. Se puede afirmar que el sitio ha sido visitado desde el Preclásico tardío hasta el Posclásico. Algunos tiestos podrían ser igualmente de la época moderna, en razón de la continuación de los grupos cerámicos.

El Farito

Es una roca al aire libre con grabados, en las faldas del volcán Conchagua, en el municipio del mismo nombre. El motivo sobre la superficie lisa de la roca está compuesto por la cara de un monstruo con dos colmillos destacados (Costa 2018: figura 5). Parece que saca una lengua con excrecencias en forma de ganchos, distribuidos de forma simétrica de cada lado. Lleva un tocado, probablemente de plumas, representadas bajo la forma de líneas radiantes que determina un arco. En cada extremidad del tocado están posibles cabezas de serpientes de perfil simétricamente opuestas. Recuerda motivos del yacimiento rupestre El Obispo, en el oriente de Guatemala, a 235 km al noroeste (figura 1), donde un personaje identificado como un sacerdote pipil, de tamaño humano, es representado de frente, con caras de monstruos de perfil y opuestas de cada lado de las caderas y de la cara. Estos motivos se encuentran también en Igualtepeque, a 30 km al sureste de El Obispo. Es la difusión de la iconografía de las elites pipiles del Posclásico que aparece aquí, de un extremo al otro de El Salvador y en el oriente de Guatemala (Costa 2018). Según Fowler, la mayoría de los establecimientos pipiles en El Salvador ocurrieron durante le Posclásico temprano (Fowler 1989: 42) y la frontera entre los Pipiles fue evolucionando durante todo el Posclásico.

La roca mide 2,20 m de ancho, 1,84 m de alto y 50 cm de espesor, y está acostada en la pendiente de un cerro; ahí se realizó un sondeo al pie de la roca, en el sentido de la pendiente, esperando que la roca hubiera protegido material de la erosión. A pesar de los esfuerzos para seguir la excavación hasta una profundidad mayor a los 94 cm, debajo de la base de la roca, que apareció en el corte estratigráfico frente a la misma, ningún artefacto ha sido encontrado. El sondeo no ha permitido evidenciar material cerámico o lítico con el fin de establecer un solo contexto excavado.

El Melonal

Se trata de un grupo de rocas al aire libre con 70 grabados, a 5,4 km al noroeste del yacimiento precedente (figura 1). Estas rocas se encuentran en una ligera depresión y aparecen enterradas a medias. Los motivos son en su gran mayoría no-figurativos, con énfasis en líneas onduladas y círculos concéntricos con un punto en medio (Costa 2020a: figura 21.). Se llevó a cabo un sondeo en el caos rocoso hasta una profundidad de 45 cm; después de llegar y de seguir profundizando dentro de una capa arcillosa compacta y estéril durante 23 cm sin encontrar material cerámico o lítico, se dejó la excavación.

Las Carillas

Nuevamente, es una roca al aire libre con grabados ubicada a 4,8 km al noroeste del Melonal, con el cual comparte algunos rasgos iconográficos (figura 1). El material en superficie y el parecido iconográfico con otros sitios ha orientado la selección del lugar para llevar a cabo un sondeo de un metro por un metro. La excavación alcanzó una profundidad de 45 cm, para llegar debajo de la base de la roca que apareció en el corte estratigráfico del sondeo frente a la roca (figura 9). Algunos tiestos han podido ser encontrados, mezclados con pedazos de tejas modernas. Esta cerámica recuerda las pastas finas correspondientes a vasijas de paredes delgadas de los grupos Anaranjado Aramuaca, Rojo-Anaranjado Chapeltique y Obrajuelo Ordinario del Clásico tardío en el oriente de El Salvador. Además, se encontraron dos lascas con corteza de obsidiana.

Figura 9. Fotografía del sondeo y corte estratigráfico de Las Carillas. 

Zona Central de El Salvador

El primer sitio donde realizamos un sondeo en 2007 fue la Cueva de los Fierros de San Isidro (Gelliot et al. 2008), descubierta en 2004. Los otros dos sondeos se llevaron a cabo en 2012 en la Peña Herrada, con una iconografía parecida a la de la Cueva de los Fierros y León de Piedra (figura 1). Este último yacimiento se escogió por ser un sitio atípico por la técnica empleada (medio-relieve) y la proximidad del asentamiento Tehuacán (a menos de 500 m).

Cueva de los Fierros de San Isidro

Es un abrigo rocoso con grabados, cuya iconografía es comparable con otros yacimientos del centro del país. La Cueva de los Fierros ha sido escogida para aclarar el marco cultural, cronológico y geográfico de un conjunto de sitios con parecidos iconográficos y morfológicos (Costa 2020b). Con este fin, un sondeo de 4 m por 2 m ha sido excavado en la plataforma que constituye el suelo del abrigo (figura 10).

Figura 10. Planta de la Cueva de los Fierros con la ubicación del sondeo y fotografía del sondeo. 

Se ha podido comprobar que el suelo de la Cueva de los Fierros está compuesto por una capa de dos metros de cenizas volcánicas del volcán Ilopango (figura 11). Los grabados elaborados desde el nivel del suelo compuesto por una capa de cenizas indican que los grabados son posteriores a 535 dC (Costa y Gelliot 2018). Además, el material encontrado debajo de la capa de cenizas presenta características del Preclásico tardío y quizás Clásico temprano (grupo Usulután) (Gelliot et al. 2008: 30).

Figura 11. Corte estratigráfico de la Cueva de los Fierros 

Material del Preclásico tardío también fue encontrado fuera del abrigo (grupo Usulután) y del Clásico tardío (grupo Copador) (figura 12). Ningún material del Posclásico ha sido descubierto. Durante este mismo proyecto, se realizó un sondeo en el asentamiento El Junquillo, a 6,2 km al noreste, y ha revelado material exclusivamente del Clásico tardío (Gelliot et al. 2008: 12).

Figura 12. Dibujos y fotografías de los tipos Usulután y Copador encontrados en superficie en la Cueva de los Fierros. 

El León de Piedra de Tecoluca

Este sitio es el único caso de medio-relieve sobre una roca al aire libre en El Salvador. Se encuentra a menos de 500 m al suroeste del centro monumental de Tehuacán, cuya ocupación correspondería al Clásico (Amaroli s.f.). Quelepa se encuentra a 60 km al este (figura 1). Estos dos centros han desarrollado intercambios comerciales y quizás una misma población lenca. Algunos autores afirman, en cambio, que Tehuacán llegó a su apogeo en el Posclásico temprano, al mismo tiempo que Cihuatán, a 60 km al noroeste (Bello-Suazo 2015) (figura 1). Sin embargo, no se ha realizado ningún sondeo en Tehuacán y ninguna fuente etnohistórica citada por Fowler permite deducir una ocupación Posclásica.

El León de Piedra consiste en una roca alargada de 2,70 m de ancho por 3,80 m de largo y 1,50 m de alto, con una cara vertical lisa del lado suroeste, coronada por un zoomorfo en medio-relieve, posiblemente una lagarto (Costa 2020a: figura 14). En el ángulo suroeste de la roca, se observa un grabado difícil de interpretar, con una técnica diferente. Los dos motivos podrían no ser contemporáneos.

Para aclarar la cuestión cronológica del León de Piedra, se abrió un sondeo de un metro por un metro en el lado sur de la roca, donde el material hubiera podido ser protegido por la erosión ya que la pendiente del volcán San Vicente baja de norte a sur (figura 13). La excavación ha permitido encontrar material cerámico (103 tiestos) y lítica (11 fragmentos de obsidiana) (figura 14) distribuidos sobre una profundidad de 105 cm (figura 15). La cerámica es en su gran mayoría utilitaria y tiene atributos que indican una cronología del Clásico. Sin embargo, algunos escasos tiestos están más elaborados (pasta ligera, delgada con decoración). Es el caso de un borde en la UE 102, donde líneas y puntos rojos oscuros (casi negros) están representados sobre un engobe crema: debe tratarse de cerámica del Clásico (figura 14). Otro tiesto en la UE 103 presenta una línea roja sobre un fondo crema que recuerda el grupo Marihua Rojo sobre Beige del Posclásico temprano, pero podría también pertenecer a un grupo cerámico del Clásico tardío de la zona de Quelepa y Los Llanitos (figura 14). Un último tiesto podría pertenecer igualmente al Posclásico temprano del grupo Tohil Plomizo; es gris y posee una superficie interior muy lisa (fig. 14). Estos últimos datos podrían extender el periodo de visita del sitio hasta el Posclásico temprano, aunque en este caso parece más bien ocasional. Algunos tiestos recuerdan tradiciones de la Costa Pacífica Central y del Valle Central de Guatemala. También se ha evidenciado obsidiana, cuya apariencia la acerca a fuentes guatemaltecas, en particular Ixtepeque y posiblemente El Chayal o San Carlos (figura 14).

Figura 13. Planta del León de Piedra de Tehuacán con la ubicación del sondeo y fotografía del sondeo. 

Figura 14. Fotografías de obsidianas posiblemente de fuentes guatemaltecas y borde de cerámica del Clásico (en el centro) y de posible tipo Marihua Rojo sobre Beige y Tohil Plomizo del Posclásico Temprano (a la derecha) del León de Piedra. 

Figura 15. Cortes estratigráficos de León de Piedra y Peña Herrada. 

Peña Herrada de San Rafael Cedros

Es un abrigo rocoso con grabados, cuya iconografía es comparable a otros yacimientos del centro del país, como la Cueva de los Fierros (Costa 2020b:figura 7). El objetivo consistía en confirmar la cronología del Clásico tardío avanzada para los sitios que presentan esta iconografía.

Se cavó el sondeo de un metro por un metro, frente a un lugar densamente grabado de la pared donde los grabados parecían iniciar debajo del nivel del suelo actual (figura 16). Los contextos de los diferentes estratos han sido alterados principalmente por roedores, la profundidad alcanzada fue de 80 cm; se encontraron 24 tiestos y se notó la ausencia de material lítico (figura 15). En los alrededores del abrigo, en superficie, un tiesto del Posclásico ha sido identificado. En el sondeo, el primer estrato (UE 100) evidenció tres tiestos de cerámica doméstica utilitaria de tradición Clásica (figura 17). La capa siguiente (UE 101) contenía nueve tiestos incluyendo uno Usulután (Preclásico tardío) (figura 17) y los demás son del Clásico. Después, la UE 103 aportó más material con 12 fragmentos, incluyendo un borde de cuenco de paredes inclinadas hacia afuera, delgadas, del Clásico temprano (de color anaranjado en el interior con pintura roja sobre el borde y el labio) (figura 17). Uno de los cuerpos tiene engobe naranja rojizo, grueso y pulido, incluso en el interior; el exterior tiene pintura roja y negra sobre naranja en bandas angostas que probablemente circularon todo el cuerpo de la vasija, quizá un pequeño cántaro globular; parece Clásico tardío (figura 17). Como en la Cueva de los Fierros, el abrigo ya había sido visitado en el Preclásico tardío. El descubrimiento de material del Clásico confirma una actividad en el abrigo durante este periodo. El sondeo ha permitido además demostrar la ausencia de grabados debajo del nivel del suelo actual.

Figura 16. Planta de la Peña Herrada con la ubicación del sondeo y fotografía del sondeo. 

Figura 17. Fotografías de material de tradición Clásica de la UE 100 (a la izquierda), Preclásica Tardío de la UE 101 (Usulután en el centro) y Clásico Temprano y Tardío de la UE 103 (a la derecha) 

Zona Occidental de El Salvador

Los yacimientos del occidente de El Salvador se excavaron en 2012 (Costa et al. 2016). Los sondeos se han desarrollado en Las Caritas (Guaymango) y en la Piedra Sellada. Los dos están ubicados en el suroeste del país (figura 1) y han sido seleccionados porque su iconografía es original.

Las Caritas de Guaymango

El material iconográfico de Las Caritas enseña el tema repetido de "caritas" compuestas en su mayoría por un simple círculo por el contorno del rostro, dos puntos para los ojos y una línea para la boca (Costa 2020a: figura 11). Esta originalidad en el registro de un abrigo rocoso, además de la presencia de material cerámico en la superficie, explica la selección del sitio.

Se excavó el sondeo de un metro por un metro lo más cerca posible de la pared, a proximidad de un conjunto de grabados (figura 18). La profundidad máxima alcanzada no sobrepasó los 30 cm, lo que corresponde a una sola unidad estratigráfica, en razón del acoso constante de colmenas de abejas alojadas en la pared.

Figura 18. Planta de la Las Caritas con la ubicación del sondeo y fotografía del sondeo. 

En total, 46 tiestos fueron encontrados; siete en superficie y 39 en la UE 101 así como un pedazo de obsidiana. Alrededor del abrigo, el material parece pertenecer al Preclásico tardío o terminal; quizá Clásico temprano (figura 19); es el caso de dos bordes encontrados y de un soporte en botón que presenta aspectos modales del final de este periodo (figura 19). Uno de ellos es de un color naranja muy intenso en el interior y exterior, quizá con doble engobe, y color rojo sobre el labio y la cara interior del borde. En exterior, tiene una incisión horizontal que bien pudo circular toda la vasija. La pasta es burda, con pómez y pesada. Pertenece a un cuenco grande de paredes curvas hacia afuera, muy abierto, de superficie pulida en interior y exterior. La incisión antes mencionada parce haber sido trazada sobre la superficie ya seca o cocida. El aspecto modal sugiere temporalidad para el Preclásico terminal o Clásico temprano (entre 0 y 400 dC) (figura 19).

Figura 19. Material del Preclásico Tardío a Clásico Temprano en superficie (a la izquierda) y dos fragmentos de cuerpo con posible hematitis especular de la UE 101 (a la derecha) de Las Caritas. 

El otro borde es burdo, con pómez en la pasta y muy pesada, pues también tiene arena como desgrasante. Pertenece a un cuenco de paredes ligeramente curvas hacia afuera, con borde muy grueso y labio redondo. Recuerda los grandes cuencos burdos del Preclásico terminal (por ejemplo Acomé) de la costa sur central de Guatemala (figura 19). La cerámica es utilitaria de función doméstica. Sin embargo, dos tiestos de la UE 101 tienen cuerpos finos y son delgados, de pasta café claro y superficie muy bien acabada, pues se muestra pulida, con engobe naranja intenso, casi rojo, brillante. El pigmento podría ser hematita especular, utilizada en la costa pacífica central de Guatemala desde el Preclásico medio hasta el Clásico tardío. En cambio, el aspecto de los fragmentos de vasija más grandes y gruesos sugiere una pertenencia al Posclásico. Se descubrió un fragmento de obsidiana veteada gris café; su apariencia parece indicar una fuente guatemalteca.

Piedra Sellada

Es uno de los dos yacimientos rupestres de El Salvador (con Corinto) que se encuentra en un parque nacional (Parque El Imposible). Se podía observar material cerámico en superficie, asociado al Clásico tardío (Perrot-Minnot y Costa 2009). El sitio se compone de una roca al aire libre con dimensiones importantes (6,40 m de ancho por la cara decorada, 8 m de largo y 3,14 m de alto) (figura 20). El material gráfico recuerda más la iconografía de algunos abrigos rocosos, en particular los grupos de numerosas depresiones profundas (Las Caritas y El Letrero de Guaymango a proximidad). La iconografía demuestra cierta originalidad, con la única representación de una mariposa conocida en El Salvador, de más de 30 cm, y otro motivo de un ave de 60 cm, que apareció debajo del nivel del suelo actual en el sondeo S1 (figura 21) y (Costa 2020a: figura 29).

Figura 20. Planta de la Piedra Sellada con la ubicación de los sondeos y fotografía de los sondeos. 

Figura 21 Fotografías del material del sondeo S2 y parte grabada debajo del nivel del suelo actual en el sondeo S1 (la representación de una posible ave -pelicano- es sugerida en gris). 

Son dos sondeos de un metro por un metro que han sido abiertos, frente a la pared grabada, en los únicos lugares donde la vegetación lo permitía (figura 20). El material encontrado en los sondeos es muy limitado; a penas dos tiestos han sido encontrados. En superficie, fueron evidenciados otros dos tiestos, que podrían ser del Posclásico tardío, pero también de la época Colonial o Republicana (permanencia de las tradiciones hasta el siglo XX). A pesar de los esfuerzos para bajar los niveles respectivamente hasta 84 cm y 95 cm de profundidad, solo dos otros tiestos han podido ser encontrados en el sondeo S2 a una profundidad de 40 cm (figura 21). Uno de los tiestos es un borde de cuenco de paredes curvas hacia adentro e inflexión superior. Tiene labio redondeado, engobe crema-gris en interior y exterior, así como pasta con arena y pómez de grano fino. Parece tener dos acanaladuras apenas perceptibles en el exterior cerca del borde, se trata de una pieza utilitaria, no fina, el grupo es desconocido. Sin embargo, el sondeo S1 evidenció grabados debajo del nivel del suelo actual, lo que demuestra que el nivel de suelo antiguo estaba por lo menos a 65 cm debajo (figura 21).

Conclusiones

Para resumir las cronologías observadas en el material encontrado en los sondeos, se propone un cuadro que incluye los resultados de los sondeos y de las colectas de superficie (cuadro 1). Primeramente, los sondeos al pie de las rocas al aire libre, a excepción del León de Piedra, ubicado a menos de 500 m de un asentamiento importante, han revelado muy pocos artefactos. Ésta casi ausencia de material puede explicarse de diferentes maneras; el contexto mismo de las rocas al aire libre es más expuesto a la erosión que los abrigos. Además, puede ser que las visitas de estos yacimientos en un marco ritual hayan sido temporales, cíclicas o de corta duración como en el caso de ritos específicos o de peregrinación. El número importante de grabados y la ausencia de material observada en el grupo de rocas al aire libre del sitio El Melonal corresponde relativamente bien con este modelo.

Cuadro 1 Resumen de la cronología del material evidenciado por yacimiento rupestre. 

Cerámica Preclásico
Tardío
(400 aC a 200 dC)
Clásico
Temprano
(200 a 600 dC)
Clásico
Tardío
(600 a 900 dC)
Clásico
Terminal
(900 a 1000 dC)
Posclásico
Temprano
(1000 a 1250 dC)
Posclásico
Tardío
(1250 a 1528 dC)
La Gruta de Corinto
Cueva de los Fierros (San Isidro)
Cerro Corobán
Cueva del Chumpe
La Peña de la Sirica
Las Carillas
León de Piedra ?
La Peña Herrada
Las Caritas (Guaymango)
La Piedra Sellada

Los abrigos rocosos, en cambio, son multifuncionales; es decir que no eran solamente visitados en el marco ritual en relación con el arte rupestre, sino ocupados para pasar la noche puntualmente, por cazadores, por ejemplo, o para protegerse del clima. Es lo que parece indicar el material cerámico utilitario de uso doméstico que domina en los sondeos en los abrigos. Sin embargo, las rocas al aire libre han debido también tener funciones variadas; se sabe por ejemplo que los grupos Nahua-Pipiles se instalaron en El Salvador por olas sucesivas, desde el Clásico terminal y durante el Posclásico. Asimismo, la roca al aire libre de El Farito, con su iconografía en relación con los grupos Nahua-Pipiles, podría más bien ser identificada como marcador de un territorio cuya hegemonía ha cambiado (Costa 2018). Se tiene que buscar su propósito en la voluntad de apoyar y justificar un nuevo grupo en la región. Las Carillas, donde el material encontrado atestigua visitas durante el Clásico tardío, recuerda las rocas grabadas cercanas de El Faro y del Mapa por su posición con vista a todo el Golfo de Fonseca (Costa 2020a: figura 19). Esta situación estratégica podría traducir la función de marcadores de territorio en una región donde varios grupos estaban instalados. En el estado actual de las investigaciones, es difícil comentar más sobre estos sitios.

Respecto al León de Piedra, asociado al asentamiento de Tehuacán, donde el material encontrado empieza en la fase Shila y se prolonga eventualmente hasta 1100 dC, la iconografía orienta más bien a una cronología ubicada entre el Clásico temprano y tardío. Se ha avanzado que Tehuacán había sido ocupado en el Posclásico temprano por grupos Pipiles, en relación con Cihuatán (Bello-Suazo 2015), pero la iconografía pipil no corresponde en nada con el León de Piedra. Por aparte, el material cerámico de este periodo es muy escaso al pie de la roca. Los grabados en medio-relieve de una lagarto recuerda en cambio casos similares en la isla Zapatera en Nicaragua, realizados por los Chorotegas que alcanzaron esta zona durante el Clásico tardío.

Por la Piedra Sellada, es difícil pronunciarse sobre la cronología con la ausencia de material diagnóstico encontrado. Solo se puede evocar huellas de paso en su cercanía en el Clásico tardío y en el Posclásico tardío. Se ha propuesto una afiliación cultural con los Xincas, por su proximidad con los asentamientos de este grupo (Costa 2020a).

Para los abrigos rocosos, el material encontrado indica que la mayoría han sido visitados desde el Preclásico tardío, menos el Cerro Corobán cuya cronología se liga con mayor probabilidad al asentamiento Casitas Blancas del Clásico tardío o terminal. En el caso de la Cueva de los Fierros, el material del Preclásico tardío no puede ser relacionado con los grabados. Con la excepción de un tiesto recolectado en superficie afuera del abrigo, el material Preclásico ha sido encontrado debajo de la capa de cenizas que compone el nivel del suelo del abrigo sobre el cual fueron grabados los motivos. La Peña Herrada posee material cuya cronología se extiende hasta el Posclásico tardío, sin embargo, por sus parecidos iconográficos con la Cueva de los Fierros, la ejecución de los grabados debería ser del Clásico tardío. Los abrigos rocosos pertenecen a una misma tradición rupestre que ha sido relacionada con los Lencas (Costa 2020a).

En Las Caritas de Guaymango, el sondeo ha sido interrumpido, pero ha permitido evidenciar material del Preclásico tardío hasta el Posclásico. La iconografía de los numerosos grabados de "caritas" nos provee indicios sobre la posible cronología de la producción rupestre. Recuerda la tradición rupestre maya de los espeleotemas, donde caras burdas aparecen frecuentemente sobre las estalactitas y estalagmitas de las cuevas en la Tierras Bajas de Guatemala, pero también hasta el oriente del país. El ejemplo conocido más cercano de Las Caritas es Plan del Jocote, a 110 km al norte de Las Caritas y a 35 m km de Copan. El glifo Ajpu incluso pudo ser identificado entre las representaciones de caras sencillas de Las Caritas. La producción de las caras podría ser del Clásico tardío, cuando las poblaciones mayas estaban atestiguadas con mayor seguridad en el suroeste de El Salvador (Costa 2020b).

El poco material encontrado en la Cueva del Chumpe indica ciertas visitas durante el Posclásico tardío. Una vez más, la iconografía nos permite proponer una cronología para la producción rupestre. El posible motivo principal de Malinalli aparece en el códice Fejervary Mayer, del grupo Borgia (XIV y XV), plancha 28, donde es asociado a Cipactli, el monstro terrestre de la tradición mexica. Ahora bien, se conoce otro grabado ubicado en un cañón debajo de la Cueva del Chumpe. Enseña un motivo parecido al del códice Fejervary Mayer, con el mismo tema de la trenza que constituye nuevamente el cuerpo de un monstruo terrestre, cuyas extremidades se terminan por una cabeza de animal con cuernos, con la gran boca abierta que coronan patas con garras muy potentes. La trenza se encuentra también sobre el famoso tambor de Malinalco (López 2009). Así, el motivo principal de la Cueva del Chumpe podría deberse a los grupos pipiles del Posclásico, la iconografía de estilo Mixteca-Puebla ha sido identificada en yacimientos rupestres en El Salvador y hasta Honduras (Costa 2018; Gelliot 2019).

Por lo que concierne los abrigos con pinturas (Corinto y la Peña de la Sirica), comparten material cerámico del Preclásico tardío, Clásico tardío y Posclásico tardío. En 2011, se propuso que los grandes abrigos pintados del norte de la región oriente de El Salvador podrían ser atribuidos a los Cacaoperas instalados en la región desde, probablemente, el Clásico (Costa et al. 2011; Costa 2020a). El material encontrado en la Peña de la Sirica tiene un componente del Clásico temprano, ausente en Corinto, lo que podría quizás relacionarse con una producción anterior de las pinturas de la Peña de la Sirica, en relación con Corinto. El material lítico, sobre todo obsidiana, parece tener por origen la fuente de La Esperanza en Honduras.

Para resumir, un marco recaba las hipótesis sobre el origen de la obsidiana para los sitios estudiados (cuadro 2). No hay que extrañar que los yacimientos del oriente (Corinto, Cerro Corobán y la Cueva del Chumpe) dependerían de la fuente de obsidiana de La Esperanza, mientras los sitios del centro y del occidente enseñan relaciones con las fuentes de obsidiana de Guatemala. Es un indicador de los lazos culturales que han prevalecido en el norte de la región oriente de El Salvador, diferentes de los observados para el occidente y el centro del país.

Cuadro 2 Cuadro resumen del posible origen de la obsidiana por yacimiento rupestre. 

Lítica Ixtepeque El Chayal San Carlos La Esperanza
Corinto
Cerro Corobán
Cueva del Chumpe
Las Caritas ? ?
León de Piedra ? ?
País Guatemala Honduras

Referencias

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Cómo citar: Costa, P. (2023). Arte rupestre y sondeos arqueológicos en El Salvador: Resultados e Interpretaciones. Anales De Antropología, 57(1). https://doi.org/10.22201/iia.24486221e.2023.78242.

Recibido: 07 de Febrero de 2021; Aprobado: 29 de Abril de 2022; Publicado: 08 de Febrero de 2023

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