1. Manos inhábiles e historia de la lengua
El hecho -más que evidente- de que la reconstrucción del devenir diacrónico del español de América pase necesariamente por el trabajo con documentos históricos1 ha obligado a los investigadores a meditar, antes de lanzarse a la tarea, sobre aspectos metodológicos muy diversos, entre los que sin duda destaca la relación que existe entre la lengua y su plasmación en el texto y, como clara consecuencia de lo anterior, las características que ha de poseer un corpus para que resulte útil a la hora de obtener los datos necesarios para reconstruir la situación que, en diversas épocas, presenta el español empleado en el Nuevo Mundo;2 teniendo en cuenta que la primera de las cuestiones ha sido tratada en abundantes ocasiones y desde numerosos puntos de vista -a modo de ejemplo, Pontecorvo y Blanche-Benveniste (1993)-, quizá sea interesante en esta ocasión pasar directamente al análisis del segundo de los puntos mencionados, es decir, al de los materiales que resultan especialmente valiosos para los historiadores de la lengua.
En este sentido, es verdad que cualquier documento histórico puede ser utilizado por el investigador -por cuanto ofrece información sobre la situación lingüística de la época en que ha sido redactado-, pero no lo es menos que existen ciertos escritos que resultan mucho más interesantes que otros, pues dejan traslucir de una manera más clara la realidad lingüística que se esconde tras ellos: en efecto, si se acepta que “un texto no es un hecho aislado de comunicación, sino que la historia y la convención cultural ha ido estableciendo unos modelos” (Bustos Tovar, 2000: 69) y que, por tanto, esa tradición heredada oculta -naturalmente, de modo parcial- las características propias del autor que lo generó, no cabe duda de que para descubrir tales características resultarán especialmente valiosos aquellos escritos en los que el peso de la tradición es menor y, precisamente por eso, reflejan mejor los fenómenos que, de otro modo, quedan sepultados bajo esos modelos históricamente establecidos.
Teniendo en cuenta lo anterior, cabe preguntarse ahora quién produce los documentos que cuentan con las características que se han señalado en el párrafo anterior, y la respuesta se encuentra generalmente en aquellos hablantes poco familiarizados con la lengua escrita que tienen la destreza suficiente como para confeccionar un texto pero que por determinadas circunstancias no han adquirido el conjunto de tradiciones que establece la práctica social de la escritura, es decir, unos hablantes que -en una descripción quizá poco precisa, pero fácilmente entendible- escriben como hablan y que, al no respetar las convenciones del código escrito, permiten obtener una visión más aproximada de la situación lingüística que existe en un momento concreto; aunque son varias las denominaciones que han recibido estos escriptores en español -tales como escritores inexpertos (Blanche-Benveniste, 1998), a partir de scripteurs maladroits, o semicultos (Petrucci, 2000)-,3 en este caso se opta por manos inhábiles, traducción del término portugués mão inábil propuesto por Marquilhas (2000: 235).4
De este modo, la cercanía a la oralidad que identifica a la documentación generada por las manos inhábiles pone claramente en evidencia su relevancia en los estudios acerca de la diacronía de las lenguas, pues permite demostrar y fechar la existencia de fenómenos de gran interés para el mejor conocimiento de su devenir histórico que en otros textos resultan difíciles de atestiguar; así las cosas, no sorprende que se hayan empleado de forma abundante en las investigaciones acerca de la historia del español, tanto de España (a manera de ejemplo, Gómez Seibane y Ramírez Luengo, 2002; Isasi Martínez y Enríquez Fernández, 2011; Sánchez-Prieto y Flores Ramírez, 2005: 24-31) como de América (entre otros, Coll, 2008; Company, 1993; Elizaincín, 1994; Ramírez Luengo y Velázquez Patiño, 2014), y de hecho son precisamente los fructíferos resultados obtenidos en estudios como los citados los que avalan la importancia de estos materiales para obtener una visión más profunda y detallada -y por tanto más realista- de las características que presenta el español en una etapa específica de su historia.
2. El corpus: una versión nicaragüense de la Oración del Santo Sepulcro
Partiendo, pues, de todo lo indicado hasta el momento, el presente trabajo persigue ofrecer una prueba más del evidente interés que poseen los escritos generados por las manos inhábiles a la hora de llevar a cabo la reconstrucción histórica del español de América; con este propósito, se pretende realizar la edición y el estudio de un texto perteneciente a esta categoría que -como se intentará demostrar más adelante- resulta de notable importancia para describir la variedad del español de Nicaragua en el siglo XVIII, y muy especialmente la configuración fónica que esta presenta ya en la primera mitad del Siglo Ilustrado.
Por lo que se refiere al documento en sí, se trata de una oración heterodoxa muy breve -unas 500 palabras aproximadamente- que José de Vidaurre, comisario del Santo Oficio de la Inquisición en León, remite desde esta población nicaragüense al tribunal de la Ciudad de México, donde hoy se conserva entre los fondos inquisitoriales del Archivo General de la Nación (AGN).5 Dado que el texto se acompaña de un memorial -fechado en la misma León el día tres de enero de 1737- en el que el propio Vidaurre indica el descubrimiento de dos oraciones “entre la gente bulgar que paresen superstisiosas que ê recojido y remito (...) para q<ue> sobre el asunto me mande quanto deuo executar”,6 parece posible localizar el escrito estudiado (que carece de data tópica y crónica) en esta ciudad o sus alrededores en algún momento de la primera mitad de la década mencionada; así mismo, es también interesante la referencia del denunciante sobre la “gente bulgar” de quien ha tomado la oración, pues se puede interpretar como un indicio del nivel sociocultural del autor de la misma y constituye, en unión a los datos anteriores, el marco de referencia que, de acuerdo con los principios de la dialectología histórica, permite interpretar y valorar de manera más precisa los fenómenos lingüísticos que se extraerán del análisis.
En cuanto a su contenido, se trata, según se ha dicho ya, de una versión de la denominada Oración del Santo Sepulcro, presente en España ya en el mismo siglo xvi y popular en la Nueva España desde entonces y hasta al menos el siglo XVIII (Campos Moreno, 2006: 289, 292);7 en concreto, el texto aquí editado narra la aparición de Cristo a santa Brígida y santa Isabel de Hungría para detallarles los pormenores de la pasión e indicarles las heridas, los golpes que recibió e incluso las lágrimas y gotas de sangre que derramó, a partir de lo cual -y siempre y cuando el lector cumpla una serie de requisitos- se le prometen ciertos beneficios, tales como conocer el día de su muerte, ser acompañado por Cristo y la Virgen en ese trance o quedar protegido frente a determinados accidentes mortales imprevistos, así como durante el parto en el caso de las mujeres. Salta a la vista, por tanto, lo alejado de la ortodoxia católica8 que se encuentra un documento como este y las pocas posibilidades que existen en principio de que logre pasar a la posterioridad; sin embargo, es precisamente este carácter heterodoxo lo que en este caso explica su conservación, pues tal circunstancia le permite trascender su propia finalidad utilitaria y transformarse, por mor del celo inquisitorial, en un pieza más de la copiosa documentación que genera la minuciosa -y asfixiante- burocracia del Santo Oficio.9
Por último, cabe mencionar que la edición se ha realizado siguiendo los criterios de la Red Internacional CHARTA (CHARTA, 2015) en su triple presentación -esto es, una transcripción paleográfica, una presentación crítica y una versión facsimilar-, a lo que se añade un estudio del texto dividido en dos partes diferenciadas: por un lado, se llevará a cabo un análisis de las características -tanto formales como escriturarias- que permiten calificarlo desde tales puntos de vista como producto de una mano inhábil (Marquilhas, 2000: 238-241; Sánchez-Prieto y Flores Ramírez, 2005: 25-26); por otro, se desarrollará un estudio de todas las características del nivel fonético-fonológico que se evidencian en el documento con el propósito de describir la configuración fónica que presenta en esta época el español nicaragüense.10 Tras estos dos puntos, el trabajo se concluye con un último apartado en el que se determinará cuál es el grado de semejanza fónica que se descubre entre la situación de la Nicaragua del Setecientos y la que se describe actualmente para este país (Lipski, 1996: 311-313; Rosales Solís, 2010), así como con una valoración, a partir de este caso concreto, de las ventajas que presenta una documentación como la aquí analizada para los estudios sobre la historia del español americano.
3. El texto estudiado, I: características formales y escriturarias de los escritos inhábiles
Por lo que se refiere a esta primera cuestión, una observación superficial del documento estudiado permite identificar fácilmente su carácter de texto producido por una mano inhábil, pues en él se descubren todas las características formales que Marquilhas (2000: 238) considera propias de tales escritos: en efecto, no es difícil observar en el facsímil cuestiones como la incapacidad de alinear perfectamente las palabras siguiendo la horizontalidad -presente en todo el texto, pero especialmente en lugares como las líneas 12, 13, 17, 18 y 19 del folio recto-11 o la tendencia a conferir a las letras una apariencia desencuadrada y al empleo del módulo grande (a manera de ejemplo, h 1r. 24, 25), a lo que se suma el trazado muy inseguro y no continuado de la escritura, detectable en Attado ala (h 1r. 21), o la ausencia de elementos de ligación entre las grafías que se descubre, por ejemplo, en Jesu o abe maria (h 1r. 2, 29),12 todo lo cual produce cierta rigidez y falta de ligereza en el conjunto que diferencia claramente un documento como este de aquellos que son generados por personas más entrenadas o habituadas en la práctica de la escritura.13
Junto a lo anterior, y más allá de lo formal, el texto ofrece una serie de rasgos escriturarios que también resultan recurrentes en las piezas producidas por las manos inhábiles y que, por tanto, también pueden ser empleados para su caracterización: a este respecto, tanto Marquilhas (2000: 238-239) como Sánchez-Prieto y Flores Ramírez (2005: 25-26) indican como propias de la impericia gráfica cuestiones presentes en la Oración como el empleo indiscriminado de mayúsculas y minúsculas -en el caso aquí analizado, sepulCro, LaCual, Deungria, enora Sion, HiJas (h 1r. 4, 6, 7)- o la segmentación gráfica no acorde con lo que dicta la tradición (sol dados, Mediero, h 1r. 11, 20; sumuerte, Li bre de to dos Peli Gros, h 1v. 4, 6), a lo que se pueden sumar otros fenómenos como la aparición de usos gráficos que rompen las tendencias de la época (myL, dyos, h 1r. 21, 24; my, h 1v. 3), la ausencia de tildación -que en este texto es absoluta- o la puntuación irregular, sea en forma de sobrepuntuación o sea en forma de ausencia total, situación que muestra este documento nicaragüense.
De este modo, no cabe duda de que existe una serie de fenómenos formales y escriturarios que permiten definir el texto aquí estudiado como producto de una mano inhábil; teniendo esto en cuenta, parece el momento de analizar qué rasgos caracterizan, también desde el punto de vista lingüístico, a estos documentos y, en consecuencia, llevar a cabo una valoración de su importancia para los estudios que pretenden reconstruir la evolución diacrónica del español empleado en el Nuevo Mundo.
4. El texto estudiado, II: las manos inhábiles y el español nicaragüense del siglo XVIII
Por otro lado, el desconocimiento que muestran las manos inhábiles de las convenciones sociales que rigen el acto de la escritura determina que en sus textos aparezcan algunos fenómenos lingüísticos que, en el caso de individuos con mayor habilidad o familiaridad con esta práctica, quedan ocultos por la tradición que rige sus usos; no sorprende, por tanto, que en tales escritos sea relativamente frecuente la plasmación gráfica de rasgos de la pronunciación que habitualmente no se reflejan en los usos gráficos aceptados o la presentación de fenómenos morfosintácticos que son propios de la oralidad y que representan estrategias características de esta -tales como focalizaciones, anacolutos o sobreentendidos-, así como, desde el punto de vista del vocabulario, la presencia de cualquier tipo de unidades léxicas, entre ellas las más populares o las diatópicamente marcadas que, en muchas ocasiones, por quedar fuera del discurso convencionalmente aceptado, no tienen cabida en otro tipo de documentos.
Así las cosas, salta a la vista que esta documentación resulta de interés para el estudio de cualquiera de los niveles que componen el sistema lingüístico, pero no cabe duda de que su importancia es todavía mayor para el caso de lo fónico, habida cuenta de que, como bien señalan Isasi Martínez y Enríquez Fernández, en estos escritos “son visibles rasgos más cercanos a la oralidad y también, en consecuencia, a los rasgos idiolectales de los redactores” (2011: 422); haciendo propias, por tanto, las palabras de los investigadores vascos y aplicándolas a este caso específico, se puede concluir que el texto que se está considerando en estas páginas constituye, por la información lingüística que aporta, un documento de primera importancia para el estudio de la situación que presenta el español nicaragüense del siglo XVIII, y más específicamente para establecer su configuración fónica en la época mencionada, tarea a la que se dedicarán los párrafos siguientes.
De este modo, la presencia de las amalgamas destos, desta (h 1r. 28; h 1v. 2) parece evidenciar -siempre y cuando no sea una mera cuestión gráfica, habida cuenta de su larga tradición en la escritura- “la connivencia entre lo fónico y lo grafémico manifestada a propósito de pronunciaciones bastante corrientes” (Frago, 1999: 209-210) en español, en esta ocasión en forma de simplificaciones de vocales en contacto que, si bien presentan carácter general y por tanto escaso interés dialectal, sirven en todo caso para demostrar la aparición de los “rasgos cercanos a la oralidad” señalados por Isasi Martínez y Enríquez Fernández (2011: 422) y avalan, al mismo tiempo, la pertinencia del método de análisis que se está utilizando en este estudio.
Más allá de esto, los fenómenos vocálicos que se descubren en el texto son tres: por un lado, la vacilación en las vocales átonas (padisi, h 1r. 8; confision, h 1v. 11), frecuente todavía en América durante el Setecientos (Ramírez Luengo, 2007: 40) y que, a la luz de estos ejemplos y de los de Ramírez Luengo (2012b: 295), constituye un rasgo presente en todos los grupos sociales de la Nicaragua de la época;14 por otro, la diptongación de los hiatos que parece ejemplificar el caso de Guaquín ‘Joaquín’ (h 1v. 22), localizable en la práctica totalidad del Nuevo Mundo desde antiguo (Ramírez Luengo, 2007: 41); por último, las monoptongaciones registradas en pusttose ‘puéstose’ (h 1r. 6) o fi ‘fui’ (h 1r. 19), que pueden reflejar la pronunciación del autor -de hecho, como inseguridades vocálicas o vulgarismos interpreta Frago (1999: 250, 273) apariciones americanas semejantes-, pero que también es posible considerar como simples muestras de la impericia del autor a la hora de representar los diptongos y, por tanto, meros errores gráficos carentes de cualquier trascendencia fónica.15
Frente a la escasez de fenómenos vocálicos que se descubre en el texto, el análisis del consonantismo ofrece datos de notable trascendencia para el objetivo último de describir la configuración fónica del español nicaragüense del siglo XVIII: en este sentido, no cabe duda de que una de las cuestiones de mayor relevancia, tanto por su importancia dialectal como por su profusa aparición en la Oración, es la abundante confusión de grafías que denota el seseo, que se descubre en voces como, entre otras, orasion, aparesio, siento, tresientas, dies, sinco, beses, gotaz o pazion (h 1r. 6, 7, 11, 13, 15, 20, 23, 26, 28); por supuesto, es evidente que la rápida generalización de tal pronunciación por América (Ramírez Luengo, 2007: 33-34) auguraba su aparición en un texto del Setecientos como este, de manera que, si bien no sorprende la constatación de la naturaleza seseante del autor del escrito, en todo caso es interesante señalarla, no solo porque demuestra la antigüedad del fenómeno actual en la zona (Rosales Solís, 2010: 143), sino también porque permite, en unión con los datos de Ramírez Luengo (2012b: 295), atestiguar la generalidad del seseo en todos los niveles sociales de la Nicaragua del siglo XVIII.
Por su parte, algunas grafías del corpus como sullo, llo, rallos o alludara ‘ayudará’ (h 1r. 5, 31; h 1v. 12, 17) muestran bien a las claras la presencia indudable de yeísmo en el habla del autor del texto, lo que resulta coincidente con el español empleado en la zona en el momento actual (Lipski, 1996: 311; Rosales Solís, 2010: 146) pero contrasta con la situación descrita para los estratos cultos de esta misma región en el siglo XVIII, donde parece ser desconocido (Ramírez Luengo, 2012b: 296), de manera que es necesario plantearse a la luz de estos datos si existe en la época una distribución de este fenómeno de corte sociolingüístico y, en caso de que así sea, en qué momento se modifica tal situación a favor de la generalización yeísta que identifica hoy al español hablado en Nicaragua.
Más allá del seseo y del yeísmo, la aspiración de la /s-/ implosiva constituye también al día de hoy uno de los fenómenos caracterizadores de la variedad nicaragüense del español (Lipski, 1996: 312-313; Rosales Solís, 2010: 144-146); pues bien, una vez más los datos del corpus analizado, con cacografías que denotan su presencia -tales como la puñadas (h 1r. 13), destos paso (h 1r. 28) o dieros ‘dieron’ (h 1r. 17)-,16 se suman a las atestiguaciones que al respecto se aportan en Ramírez Luengo (2012b: 295-296), y permiten, de este modo, esbozar una situación semejante a la actual en este punto concreto del sistema ya durante las primeras décadas del siglo XVIII. Al mismo tiempo, es importante volver al dieros ‘dieron’ ya mencionado porque, junto a la aspiración de la /-s/, demuestra también la existencia de cierto debilitamiento de la /-n/ implosiva que produce ultracorrecciones como la anterior, cuestión que se ve corroborada por la aparición de un resare ‘rezaren’ (h 1r. 27) y varios ejemplos de diero ‘dieron’ en el texto (h 1r. 20, 23)17 que quizá sean reflejo, en realidad, del empleo del alófono velarizado en tal posición y de la posterior nasalización de la vocal, una vez más en coincidencia con la situación que, al respecto, describen para el momento actual tanto Lipski (1996: 312) como Rosales Solís (2010: 149-150).
Por otro lado, la presencia de un consonantismo débil que parecen mostrar tanto la aspiración de la /-s/ implosiva como la velarización de la /-n/ en tal posición se ve reforzada también por la elisión de otros fonemas en el texto, tales como la /d/ -que se descubre de forma clara en humilda (h 1v. 15), así como en un santidá abreviado (h 1r. 4)18 y quizá en abe (h 1v. 20), imperativo voseante del verbo haber- o la /r/, especialmente en posición final, tal y como refleja un seño ‘señor’ reiterado a lo largo de todo el texto (h 1r. 2, 5, 7, 13, 22, 26; h 1v. 16), pero quizá también en grupo consonántico, si es que el único ejemplo al respecto, nuesta ‘nuestra’ (h 1v. 17), no constituye un mero lapsus cálami.19 Así pues, parece posible concluir que la existencia de los fenómenos que se acaban de describir, presentes actualmente con mayor o menor frecuencia en la región (Lipski, 1996: 311; Rosales Solís, 2010: 150), se puede retrotraer al menos hasta la Centuria Ilustrada, y que en este siglo constituye una característica compartida por los distintos grupos de la sociedad colonial nicaragüense, dado que ejemplos semejantes a estos se descubren en los documentos cultos analizados en Ramírez Luengo (2012b: 295).
Finalmente, es importante señalar unas últimas cuestiones acerca de la configuración fónica del español nicaragüense de la época que también es posible deducir del texto, si bien su atestiguación es mucho más escasa: más allá de la muy dudosa despalatalización que quizá muestre aconpanarlo (h 1v. 3), es posible que grafías como digo ‘dijo’, arenpugones ‘arrempujones’ o Guaquin ‘Joaquín’ (h 1r. 7, 23; h 1v. 22) constituyan -en caso de no ser meros lapsus cálami, sin trascendencia fónica alguna- ejemplos del empleo del alófono laríngeo o débil [h] del fonema /x/, tal como ocurre actualmente en la región (Lipski, 1996: 311; Rosales Solís, 2010: 148-149); por último, cabe señalar que el único ejemplo de grupos cultos que se utiliza en el corpus, coluna ‘columna’ (h 1r. 21) opta por la solución simplificada, algo que contrasta con el empleo de los documentos dieciochescos de nivel socioeducacional alto, en los que la preferencia por la reposición de la oclusiva implosiva es claramente mayoritaria (Ramírez Luengo, 2012b: 297), lo que parece demostrar -por supuesto, desde la provisionalidad que conlleva basarse en ejemplos tan escasos- la imposición, ya en esta época, de una distribución sociolingüística de este fenómeno semejante a la que se descubre hoy en día en todo el mundo hispánico.
Así pues, la comparación de los documentos cultos de Ramírez Luengo (2012b) y de la Oración de la mano inhábil objeto de este trabajo permite establecer ya una serie de diferencias en cuanto a los fenómenos fónicos que se reflejan en ambos corpus, tal y como se registra en el cuadro siguiente:
Fenómeno | Nivel bajo | Nivel alto |
---|---|---|
Vacilaciones en vocalismo átono | X | X |
Diptongación de los hiatos | X | |
Problemas con diptongos | X | |
Seseo | X | X |
Yeísmo | X | |
Aspiración de /-s/ implosiva | X | X |
Velarización/elisión de /-n/ implosiva | X | |
Debilitamiento/caída de /d/ | X | X |
Debilitamiento/caída de /r/ | X | X |
Empleo de alófono [h] de /x/ | X | |
Simplificación de grupos cultos consonánticos | X |
Considerando, pues, que tales divergencias responden a diferencias que están determinadas desde el punto de vista diastrático, parece posible concluir que, desde el punto de vista fónico, el español utilizado en la Nicaragua del Setecientos se caracteriza por contar con una serie de fenómenos comunes -en concreto, las vacilaciones en el vocalismo átono, el seseo y el consonantismo débil en forma de aspiración de la /-s/ implosiva y ciertas elisiones consonánticas- a los que se añaden otros que sirven para establecer cierto contraste entre los dos niveles socioeducacionales considerados, entre los que sin duda destacan la velarización y/o elisión de la /-n/ implosiva y el yeísmo, que claramente aparecen en los niveles populares y, sin embargo, parecen ser desconocidos en el habla que utilizan las clases altas de la región.20
5. A modo de conclusión
De este modo, el análisis llevado a cabo hasta este momento permite extraer una serie de conclusiones de notable interés a la hora de establecer de una forma más precisa la situación que, desde el punto de vista fónico, presenta el español de Nicaragua durante el segundo tercio del siglo XVIII.
A este respecto, el análisis de las grafías del texto que se salen de las tendencias de escritura propias de la época permite evidenciar la presencia, en el habla de los grupos populares de la región, de una serie de fenómenos presentes de manera más o menos general en el español del siglo XVIII como las vacilaciones en el vocalismo átono o la simplificación de los grupos cultos consonánticos, a los que se suman otros diatópicamente más restringidos como el seseo, el yeísmo, la velarización de la /-n/ implosiva o el empleo del alófono [h], así como la imposición de un consonantismo débil que se refleja en la aspiración de la /s-/ implosiva y el debilitamiento y/o pérdida de ciertos fonemas como la /d/ o la /r/; se trata, por tanto, de una configuración fónica muy semejante a la que los estudiosos describen para el español nicaragüense de hoy (Lipski, 1996: 311-313; Rosales Solís, 2010), lo que demuestra que, desde este punto de vista, la situación que existe actualmente se puede retrotraer al menos hasta los primeros años de la Centuria Ilustrada.
Sin embargo, quizá las conclusiones más interesantes que se puedan extraer de un trabajo necesariamente limitado como este sean las que guardan relación con el interés que, desde un punto de vista metodológico, presentan los textos de las manos inhábiles para el estudio de la historia del español americano: así, un análisis como el que se ha esbozado a lo largo de estas páginas pone de manifiesto la importancia fundamental que adquieren tales textos para la más correcta reconstrucción de la situación lingüística que presenta una determinada variedad diatópica en un momento del pasado,21 y esto no solo porque documentan las características del habla de ciertos grupos sociales que de otro modo muy escasamente hacen acto de presencia en los corpus históricos, sino también porque al mismo tiempo permiten, por medio de su comparación con los escritos de los niveles más cultos de la sociedad,22 aportar a la investigación una perspectiva de carácter sociolingüístico que enriquece en mucho las conclusiones a las que puede llegar el estudioso y que, por tanto, facilita una visión más completa -y por tanto más acertada- del español empleado en el Nuevo Mundo durante un periodo concreto de su devenir histórico.