La crisis sanitaria por la que atravesó la humanidad en los últimos tres años reestructuró formas de relación, códigos sociales y valoraciones del entorno urbano. Con ello, el contacto social y las redes de comunicación alcanzaron un valor nunca antes visto en la historia de la humanidad, dejando en claro que sin importar el espacio y/o condición es necesario estar en cercanía con terceros. Dentro de esta atmosfera de incertidumbre e inestabilidad socioemocional, los espacios públicos, particularmente aquellos con elementos naturales como jardines, plazas, corredores verdes, parques comunitarios, etc., cobraron relevancia en las agendas públicas y sociales, por ser lugares que mediante sus características de diseño urbano-arquitectónico-paisajístico resultan benéficos para el entramado urbano, la producción social y las redes socio comunitarias que emanan de él. Así, el contacto con la naturaleza urbana se volvió prioridad y necesidad en las sociedades modernas acechadas por un confinamiento producto de la pandemia por COVID-19.
Con la declaración oficial por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el fin de la pandemia en mayo del 2023,1 la sociedad fortaleció esta exploración de satisfactores socioambientales y urbanos que tuvieran relación con actividades al aire libre, buscando opciones y momentos para recuperar la vida pública en los espacios urbanos abiertos. Y es este escenario actual el que pone en la mesa de discusión que tanto las posturas como las propuestas del diseño biofílico sustentan la vida urbana, mejoran las condiciones de salud biopsicosocial y encaminan los centros urbanos a una dimensión sostenible en términos urbanos, ambientales, sociales y psicológicos.
Es entonces que el objetivo principal de este escrito es el de identificar y relacionar las propuestas del diseño biofílico sobre el mejoramiento a la salud pública, haciendo énfasis en el papel de la naturaleza urbana próxima como catalizador de estas nuevas necesidades. Para alcanzar dicho objetivo se parte de la visión de la psicología ambiental, postura teórico-metodológica relacionada con conceptos teórico-conceptuales y de praxis en los campos del diseño moderno, dando sentido a nuevos conceptos y propuestas que encaminan el ejercicio del diseño hacia aspectos de salud física, psicológica, ambiental y social, considerando siempre que lo natural es el elemento que fusiona ambos escenarios.
Lo verde en la salud urbana. Notas breves desde la psicología ambiental
Históricamente, la psicología ambiental como máxima autoridad en el estudio de las transacciones entre la conducta y el entorno sociofísico2 se ha encargado de generar evidencia científica sobre los beneficios a la salud gracias al contacto con áreas verdes; en entornos urbanos.
Esta exposición mediante la percepción ambiental, que engloba aspectos de calidad, estética y riesgo,3 repercute positivamente en aspectos fisiológicos como la tasa del ritmo cardiaco, tensión muscular y estrés orgánico.4 Psicológicamente ayuda a la disminución de ansiedad, estrés psicológico, estados de ánimo positivos, y una mejor autopercepción.5 En lo social se ha encontrado una mayor presencia de conductas prosociales y proambientales, que benefician las estructuras comunitarias y el valor urbano-ecológico de estos lugares públicos.6 Esto último repercute en la dimensión cultural e histórica, avalando socialmente la presencia de estos espacios públicos verdes como elementos necesarios para las dinámicas urbanas identitarias y el desarrollo de todos los grupos sociales que lo usan.7
Este listado de características positivas de la naturaleza urbana pone de manifiesto que hablar de estos lugares va más allá de elementos ornamentales y composiciones paisajísticas que apelen a la belleza escénica.8 También se deja en claro la necesidad de una conectividad ambiental que funja como antecedente para el establecimiento de relaciones sanas entre los usuarios y el paisaje urbano. De esta manera las cualidades ambientales de dichos emplazamientos como alejamiento, extensión, fascinación, coherencia y compatibilidad,9 relacionadas con propiedades colativas como novedoso, complejo, sorpresivo y conflictivo,10 influyen en la renovación de los recursos atencionales y cognitivos del individuo, mediante un proceso homeostático que permite restaurar la energía utilizada para procesar toda la estimulación urbano-ambiental del contexto inmediato.11 A esto se le conoce como restauración ambiental, o restauración psicológica.
La relevancia de este proceso orgánico y psicológico radica en la relación propuesta entre variables físico-espaciales y fenómenos subjetivos-latentes, como lo es la conducta humana. De esta manera resulta coherente y lógico pensar que la calidad física del diseño y composición de espacios públicos verdes se correlacione con elementos de salud pública; con lo cual se vuelve necesario el reordenamiento urbano y recuperación de espacios naturales, por su permeabilidad en el ejercicio de políticas públicas encaminadas a la atención de la salud y bienestar en entornos urbanos.12
Aunado a esto, la dimensión sostenible desde una perspectiva multifactorial se hace presente mediante la búsqueda de herramientas de contención/paliativas, hacia los efectos inminentes del cambio climático, crecimiento de la mancha urbana y aumento de patologías psicosociales.13 Siendo así que la presencia de elementos naturales en la ciudad es tanto obligación como derecho para salvaguardar el planeta. Un ejemplo de ello son las modificaciones planeadas en grandes ciudades como París,14 Barcelona15 y Ciudad de México,16 donde se han implementado nuevos proyectos de reordenamiento urbano y ampliación y rescate de espacios públicos (corredores verdes, parques vecinales, alamedas y el arbolado de calles y avenidas), mediante propuestas de diseño urbano-paisajístico de calidad que permita aumentar el ciclo de vida del espacio público, mejorar la imagen de la ciudad, aumentar la calidad ambiental de la zona, y generar satisfactores socioambientales y psicológicos para la población gracias al contacto habitual con elementos naturales.
Como se observa en este primer bloque, existen razones valiosas por las cuales se debe incentivar el uso, asistencia y contacto con elementos naturales como parte de la vida cotidiana de las urbes. Con ello, el contacto con ambientes naturales promociona estilos de vida más saludables, una mejor relación con el entorno urbano, y mayor valorización de la importancia de lo verde en la vida pública; además de una relación socioafectiva satisfactoria con el contexto próximo de trascendencia social, espacial, ambiental y psicológica.
Aspectos evolutivos, psicosociales y ambientales
El desarrollo sostenible se ha convertido en una de las preocupaciones mundiales predominantes en los últimos años por los dilemas ecológicos y retos sociales a los que la humanidad se enfrentará en un futuro inmediato. Sin embargo, a pesar del valor institucional y el aparente interés de los sectores económico y político, las estrategias para contrarrestar los métodos de producción y consumo no se han implementado pródigamente, cuestionando seriamente la efectividad de las actuales dinámicas urbanas.17
Con este creciente interés por la recuperación de los espacios y la vida pública, existen nuevas perspectivas sujetas a debate que proponen un método de diseño integral con la promesa de un nivel de bienestar sin precedentes para la civilización humana, en consonancia con un entorno natural óptimo. Sin embargo debe considerarse que aunque el desarrollo sostenible y las innovaciones de diseño se han dimensionado como apropiadas, estas soluciones se han centrado principalmente en minimizar el impacto negativo del medio ambiente en la sociedad, en lugar de abarcar la capacidad de la naturaleza (a menudo pasada por alto) para mejorar la calidad de la experiencia urbana y el bienestar humano.
Ahora bien, el primer registro del concepto de biofilia data de 1964 por el psicólogo social Erich Fromm, quien apunta lo siguiente: “[…] creo que el hombre que elige el progreso puede encontrar una nueva unidad a través del desarrollo de todas sus fuerzas humanas […] estos pueden ser presentados por separado o juntos a partir de la biofilia, que es el amor por la humanidad y la naturaleza, en independencia y libertad”.18
Resulta necesario acotar que desde los planteamientos de la psicología evolucionista la especie humana cuenta con una preferencia innata por la estimulación naturalista, como determinado tipo de bordes y/o graduaciones en cuanto a forma y color.19 Esto ha permitido reflexionar acerca de los vestigios del proceso evolutivo sobre nuestra fascinación por elementos naturales del contexto físico, así como por otros seres vivos, siendo la necesidad de contacto con diferentes formas y manifestaciones del mundo natural domesticado o silvestre el indicador principal de dicha preferencia.20
Entrando a las dimensiones conceptuales del constructo, Edward Wilson, quien popularizó su uso, lo describe como una afiliación emocionalmente innata de los seres humanos a otros organismos vivos,21 sosteniendo dos elementos clave: 1) la biofilia es parte de nuestra herencia genética producto de la evolución, y 2) es una respuesta emocional (que puede ser un fin en sí mismo), estimulando emociones y motivando comportamientos relacionados con sentir placer y bienestar. Esto implica en términos sociobiológicos que la biofilia funciona como un conjunto de reglas de aprendizaje que guían la respuesta adaptativa a estímulos naturales, reforzando estos lineamientos a través de adaptaciones culturales como mitos e historias.22 Por tanto estas reglas de aprendizaje son frágiles y deben reforzarse mediante el contacto habitual con la naturaleza. Es importante puntualizar que el cerebro se compone de miles de módulos diseñados para resolver problemas específicos que ocurren a lo largo de la evolución humana, por lo que, al poseer reglas de aprendizaje débiles, estos módulos deben adecuarse a las demandas del entorno.23
Existe evidencia de estudios transculturales sobre cómo el cerebro tiene una inteligencia histórica “natural” que evolucionó a partir de la necesidad de información detallada sobre la naturaleza, señalando que todas las culturas conocidas tienen nociones y constructos propios basados en patrones morfológicos y usos potenciales.24 Otra evidencia de respuestas evolucionadas a la naturaleza proveniente de experimentos de condicionamiento, sugiere que las respuestas fisiológicas y emocionales a estímulos adversos relevantes pueden ocurrir de manera subliminal con sujetos que no tienen un reconocimiento consciente de haber visto los estímulos,25 por lo tanto no se dan respuestas similares a las amenazas ambientales modernas.
Trayendo estas ideas al contexto de lo urbano, la investigación sobre el contacto con la naturaleza urbana ha demostrado fehacientemente los beneficios emocionales, fisiológicos y sociales, registrando el valor de características naturales como la cobertura vegetal, diversidad de flora y fauna y cuerpos de agua.26 Otros estudios muestran que los beneficios de la naturaleza urbana se producen mediante el contacto directo (sentado en un jardín al aire libre), el contacto indirecto (a través de una ventana) y simulaciones en decoración natural (como carteles o pinturas).27 En cuanto al funcionamiento cognitivo se ha reportado que las actividades en entornos privados con exposición a elementos naturales contribuye con el mejoramiento de relaciones en el núcleo familiar y una mejor percepción de salud,28 así como puntuaciones más altas en la evaluación de la atención dirigida y la recuperación de la atención en personas con contacto visual a elementos naturales urbanos.29
Dichos hallazgos se sustentan en dos posturas teórico-conceptuales que apoyan los planteamientos aplicados de la teoría de la biofilia: 1) la teoría de la atención dirigida o teoría de la restauración ambiental (tra), que sosteniene que el contacto visual habitual con la naturaleza reduce la fatiga asociada con la concentración intensa,30 y 2) la teoría de la reducción del estrés (tre), que propone que el contacto con lo natural mejora el rendimiento cognitivo mediante un buen estado anímico.31
Pero si bien la biofilia es el planteamiento conceptual en términos teóricos y epistemológicos, el diseño biofílico es la dimensión operacional que ofrece una estrategia de diseño sostenible para reconectar a los urbanitas con el entorno natural.32 De esta manera, la hipótesis de la biofilia aplicada a los campos del diseño busca la promoción de la importancia de los elementos naturales como pautas fundamenta-les en la planeación y composición urbana, potencializando el dinamismo y estructura socioecológica de las ciudades.33
Desde el campo de las neurociencias se han validado los beneficios psicofisiológicos y cognitivos proporcionados por la aplicación de la biofilia en propuestas de diseño,34 sustento que da pie a los conceptos de “arquitectura biofílica”35 y “urbanismo biofílico”,36 teniendo como ejemplo las intervenciones en el metro de Australia para un mejoramiento de la movilidad,37 modificaciones en el diseño urbano para auxiliar en la promoción de la salud mental,38 y propuestas de espacios educativos verdes para aumentar el rendimiento escolar.39
Lo presentado en este segundo bloque deja en claro que la intervención y reordenamiento urbano-arquitectónico-paisajístico puede estar en sintonía con la idea de una mejor calidad de vida urbana, a partir de una mayor calidad en las estructuras y zonificaciones urbanas. Esto a su vez empata con la necesidad biopsicosocial de la especie humana de encontrarse rodeada de estimulación natural benéfica que auxilie las condiciones de vida urbana, y las estructuras ecológicas del paisaje urbano; correlación que potencializa el desarrollo sostenible de los entornos urbanos.
El diseño biofílico en la construcción de un paisaje urbano verde
La investigación actual de los ambientes urbanos deriva en problemas ambientales gracias a una exposición continua a espacios hostiles y difíciles de habitar, caracterizados por contaminación ambiental, movilidad deficiente y exposición crónica al ruido y hacinamiento. En consecuencia, el devenir de los parques urbanos manifiesta cambios sociohistóricos en la evolución de su diseño, función y tamaño, dejando ver necesidades y prioridades a nivel sociocultural distintas a las de tiempo atrás. Es por ello que estudiar el impacto de los ambientes diseñados interesa por la conexión existente entre los hallazgos científicos, participación social, gestión de procesos de diseño urbano y la política ambiental, transformando la realización de proyectos arquitectónicos, urbanos y paisajísticos que provean valores para un esquema de sostenibilidad de las ciudades contemporáneas.40
De acuerdo con lo propuesto por Stephen Kellert y Elizabeth Calabrese, existen cinco condiciones fundamentales para llevar a la práctica las propuestas del diseño biofílico en las ciudades: 1) compromiso repetido y sostenido con la naturaleza, 2) enfocarse en las adaptaciones humanas al mundo natural, 3) fomentar el apego emocional a entornos naturales mediante el diseño, 4) promover interacciones positivas entre las personas y la naturaleza mediante un sentido de responsabilidad, y 5) favorecer las interconexiones y elementos de diseño integrado que den sentido a la percepción del paisaje urbano.41 A partir de estos supuestos, los autores establecen una serie de características divididas en tres categorías que resultan en requerimientos para el ejercicio de esta práctica en el diseño (ver Figura 1).
A partir de estas proposiciones de la experiencias usuario-entorno en relación con lo natural, la aplicación del concepto biofilia apoya la proposición de la integración de elementos naturales (orgánicos, análogos, diseñados) en el diseño de entornos urbanos en beneficio de la salud, y del potencial espacial y humano. Esto último se relaciona con el concepto de ciudades biofílicas, planteamiento acerca de cómo las ciudades del futuro debieran ser diseñadas y organizadas con base en la conexión innata con el mundo natural. Hoy día esta visión ha ido ganando terreno gracias a la integración de la naturaleza urbana en los planes de diseño urbano contemporáneo, dejando atrás el prototipo de ciudades mixtas.42 En consecuencia natural, es entendible que el contacto con la naturaleza urbana resultado de esta integración espacial a partir de las características morfológicas del diseño biofílico sea un detonante significativo del bienestar urbano en términos socio-comunitarios.43 Estudios desde una perspectiva socioambiental han demostrado que la presencia de la naturaleza urbana en las ciudades promueve la generosidad y cooperación.44
Como ejemplo de esta nueva visión sobre las ciudades se cuenta con los casos de Chicago, Portland y Seattle (EUA), y Toronto (CA), donde se implementaron programas biofílicos y políticas e iniciativas de reordenamiento urbano mediante incentivos y subsidios para la instalación obligatoria de elementos de diseño ambiental.45 Otros ejemplos se encuentran en ciudades como Baltimore (EUA) y Montreal (CA), donde se exige un mínimo de elementos verdes urbanos para la ecologización de callejones y aceras, así como espacios comunes en zonas residenciales con elementos de diseño paisajístico y con facilidades para la movilidad para personas con discapacidad.46 Por su parte Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y Houston (EUA) cuentan con rigurosos programas de implantación de árboles en espacios públicos estacionarios, de transición y de agricultura urbana.47
Dentro del contexto nacional, particularmente en Ciudad de México, en años recientes el gobierno ha promovido legislaciones para el aumento y mejoramiento de espacios públicos, así como el rescate de espacios en situación de abandono y degradación ambiental. De esta manera lo que antes era una planta de asfalto al sur de la ciudad, en la alcandía Coyoacán, ahora es un parque urbano “Parque Cantera” completamente remodelado con diversidad de actividades y propuestas de diseño urbano-paisajístico, cuya composición expone una integración importante de lo natural en sus zonificaciones,48 acercando a los usuarios a una experiencia urbana naturalista y en relación con las necesidades sociales, ambientales, culturales y psicológicas de distintos cohortes.
Los elementos de movilidad también entran en esta nueva tendencia de una ciudad más verde y amigable con la modificación y rescate de las estaciones del servicio de transporte público Metrobús, estableciendo y recuperando muros verdes, así como implementación de arbolado donde sea posible.49 Estos modelos se han replicado en otras zonas del país como Monterrey,50 Pachuca-Mineral de Reforma51 y Guadalajara,52 por mencionar algunos casos donde la inversión en infraestructura verde y nuevas propuestas de diseño se hacen presentes para mejorar las interacciones socioambientales y psicológicas.
A continuación, y en consonancia con lo expuesto líneas arriba, se presentan los elementos contemplados desde el urbanismo biofílico para un buen funcionamiento de las ciudades modernas en diversas escalas53 (ver Figura 2).
El listado presentado sobre lo que debiera considerar la planeación y diseño de espacios urbanos (micro-meso-macro) desde la inclusión de la naturaleza urbana favorece la presencia de relaciones orgánicas entre la dimensión objetiva (tangible) y la subjetiva (intangible) de todo espacio sociofísico, logrando así interconexiones valiosas entre el diseño biofílico, la salud y plan social de los usuarios potenciales.54 Recordando siempre que la inclusión de la naturaleza urbana es un elemento dentro de un listado de demandas que permitan un desenvolvimiento acorde a las necesidades ecológicas de las ciudades contemporáneas. De esta manera la búsqueda de satisfactores sociales, ambientales, urbanos, físicos y psicológicos empata con los objetivos establecidos por la onu en su Agenda 2030, en función de una sostenibilidad multifactorial.55 En la tabla de la Figura 3 se presentan los cuatro ejes básicos del funcionamiento del urbanismo biofílico considerando la actividad humana.56
Estas cuatro categorías, que van desde lo institucional, gubernamental, social y conductual, presentan un abanico de posibilidades importantes sobre cómo se puede acceder a elementos de sostenibilidad mediante ciertos indicadores del urbanismo biofílico. Resulta necesario recordar que la ejecución de estos obedece a un ejercicio multifactorial que involucre políticas públicas, inclusión social, determinantes ambientales y consideraciones psicológicas de la población.
Como se puede observar en este último bloque, el poder y valor de la teoría de la biofília, y en consecuencia del urbanismo biofílico, busca encausar su desarrollo con fines de restaurar, proteger y expandir la naturaleza urbana próxima a partir de estrategias de resiliencia y sostenibilidad urbana, ambiental, social y psicológica. Además de los considerables beneficios directos de la naturaleza urbana, también se entiende que el acceso a la naturaleza hará que los individuos, familias y comunidades tengan una mejor percepción de la calidad de vida urbana, que terminará por incentivar la externalización de conductas prosociales y proecológicas, teniendo como resultado un proceso adaptativo acorde a las circunstancias espaciales del entorno próximo.
Reflexiones finales
A lo largo de esta conversación se presentaron tres vertientes principales (psicología ambiental, hipótesis de la biofilia, diseño biofílico) que desencadenan en un mismo punto: la salud pública y su relación con la naturaleza urbana. Esto implicó la exposición de las interrelaciones entre la conducta, el espacio sociofísico y el diseño de éste, dejando en claro que el estudio de sus correlaciones es necesario para entender no sólo las formas de relación y aproximación de nosotros con el entorno próximo, sino también el valor de las consecuencias y contingencias dentro de esta relación, donde el papel del diseño es pieza clave en el funcionamiento espacial y socioambiental de las urbes contemporáneas.
De tal suerte que resulta coherente vislumbrar la cercanía entre condiciones epidemiológicas, patogenizantes y de bienestar subjetivo en la población, con la cantidad y calidad de espacios urbanos habitables con características naturales, tanto en su composición como en su propuesta de diseño urbano-arquitectónico-paisajístico. Esto permite la inclusión de posturas naturalistas en el diseño de entornos urbanos con la finalidad de salvaguardar las condiciones actuales, y auspiciar una mejor calidad de vida.
Con ello la conceptualización de una ciudad biofílica adquiere un papel primigenio para el desarrollo de ciudades futuras, a partir de la premisa del decremento de la calidad de los entornos urbanos y un aumento en las afectaciones sobre la salud y estado emocional de las personas. Y es que no es cosa fácil apelar a nuevas consideraciones en el diseño urbano, si recordamos la tradición y peso histórico del desarrollo de emplazamientos humanos enfocados a la funcionalidad y producción comercial. Sin embargo también es notable que los cambios de paradigmas sociales, resultado de la producción científica en los campos ambientales, sociológicos, psicológicos y de diseño han permitido la implementación gradual de nuevas plataformas que apelen a un desarrollo urbano y ecológico sostenible.
En consecuencia, es posible sustentar las acciones globales para la reconfiguración de espacios públicos mediante un mayor protagonismo de la naturaleza, dando prioridad al desarrollo y fortalecimiento de estructuras psicológicas, sociales, culturales y ambientales que permitan afrontar los no tan nuevos retos ecológicos de este siglo. Por ello es que exponer los alcances de las propuestas del diseño biofílico cae en la pertinencia y necesidad en el ejercicio teórico y aplicado del campo del diseño y de las ciencias sociales y de la conducta, siendo este ejercicio trandisciplinario lo que fortalece las aportaciones de otras ópticas científicas para el estudio del mundo; como es el caso de la psicología ambiental. Sobre todo en un contexto donde la escasez de recursos naturales, huella ecológica, cambio climático, pérdida de biodiversidad y áreas naturales protegidas están más presentes en las urbes.
Así, y bajo el entendido de la importancia de los componentes naturales como antecedentes de estados de salud psicofisiológicos benéficos para la población, las soluciones de diseño basadas en la naturaleza que aboguen por una conectividad urbana integral, donde se considere tanto infraestructura como satisfactores socioambientales y psicológicos, son herramientas analíticas y prácticas indispensables para entender el entramado urbano, y vislumbrar caminos de mejora para un futuro próximo. Es evidente que esta postura contemporánea apela a factores de desarrollo sostenible en términos ambientales, socio comunitarios y culturales, y elementos de índole económica y política, siendo estos últimos los que muchas veces cobran mayor representatividad por considerarse como ejes rectores del desarrollo urbano. Y así era, pero en tiempo pasado.
Es entonces que debe considerarse que mucho de esta resignificación del papel de la naturaleza en los ambientes antropogénicos se debe a la investigación psicoambiental y al establecimiento de teorías y métodos de comprobación del impacto de las condiciones físicas (objetivas) sobre elementos psicológicos (subjetivos). Con ello, hablar de bienestar urbano y diseño biofílico posibilita una conformación teórica para el estudio de la dimensión psicológica de elementos de sostenibilidad urbana en espacios públicos verdes.