1. Introducción
Los talleres que se llevaron a cabo y que se resumen en el presente artículo, buscaron responder a la inquietud presentada por el equipo directivo de la Universidad Anáhuac Mayab, ubicada en Mérida Yucatán, México. Los docentes habían expresado que con frecuencia no lograban conectar con los jóvenes estudiantes. La impresión de que la propuesta formativa no interpelaba suficientemente a los alumnos se debía, según su parecer, a que a veces se hacía uso de un lenguaje y unas categorías lejanos a la mentalidad de los jóvenes. Se evidenció la necesidad de entablar un diálogo intergeneracional y superar así la fractura y desconfianza que se daba con frecuencia. El programa de talleres fue diseñado y ejecutado para responder a esta inquietud. Los talleres tuvieron como objetivo favorecer un diálogo efectivo entre los dos grupos: los adultos (profesores y formadores) y los jóvenes (estudiantes) y como tema se eligió la cuestión del género, por ser uno de los temas más difíciles de afrontar en el diálogo entre generaciones. Consideramos que esta metodología podría utilizarse para afrontar otros temas difíciles en el diálogo intergeneracional.
No se pretendió una comprensión exhaustiva y ni siquiera suficiente del género, sino que el interés fue el de centrarse en buscar un verdadero diálogo y encuentro entre jóvenes y adultos. Se trataba de salir de esta experiencia habiendo sido capaz de comprender y recibir algo de la otra generación. Eso exigiría por parte de todos, una actitud de apertura y escucha, y ahí estaba el verdadero desafío.
2. Líneas teóricas de abordaje
2.1. De “extraños morales” a sujetos capaces de diálogo y colaboración social
El filósofo americano Hugo Tristram Engelhardt Jr. introdujo las expresiones “amigos morales” (moral friends) y “extraños morales” (moral strangers). Los amigos morales son aquellos con quienes compartimos los contenidos morales con sus reglas de evidencia e inferencia. Extraños morales son aquellos con quienes no compartimos las premisas éticas, y el conflicto puede deberse a su incompatible modo de razonar o a la discrepancia en valores morales (Cf. 1). Nuestra sociedad posmoderna, globalizada y pluralista está compuesta no sólo por “amigos morales” sino también por “extraños morales”. ¿Cómo evitar una confrontación que lleve al conflicto y a la destrucción?, y ¿cómo vivir en una sociedad compuesta por “amigos” y “extraños morales” sin caer en el relativismo que deja de buscar el bien común?
Además de la pluralidad, el fenómeno de la polarización se está haciendo evidente en muchos entornos, trayendo consecuencias negativas para el hombre y la vida en sociedad (Cf. 2). Algunos han explicado el mecanismo de la polarización afectiva (Cf. 3) y sus causas, en donde un factor importante a considerar es el diálogo polarizado en la era digital, sin embargo, no se ha podido probar el que las redes sociales sean causa de la polarización (Cf. 4). Algunos han sugerido que el diálogo polarizado no es consecuencia de, sino que se manifiesta en el contexto digital (Cf. 5). Defendemos que es necesario no sólo dar al “extraño moral” el beneficio de la duda, sino también intentar discernir la verdad en su visión moral ya que esta disposición facilita la comunicación necesaria para el funcionamiento de la vida en sociedad (Cf. 6).
2.2. Utilizar las lecciones del diálogo intercultural
Vamos a utilizar de las expresiones “amigos morales” (moral friends) y “extraños morales” (moral strangers) de Engelhardt, para hacer una analogía entre al diálogo entre grupos moralmente diversos y el diálogo entre personas de idiomas diversos. La competencia intercultural se refiere a las habilidades, actitudes y comportamientos necesarios para mejorar las interacciones en la diferencia, ya sea dentro de una misma sociedad (diferencias de edad, sexo, religión, estatus socioeconómico, afiliación política, origen étnico, etcétera) o a través de las fronteras (Cf. 7).
Para dialogar con alguien de una cultura distinta, es necesario un idioma común. En primer lugar, es necesario aprender las palabras, el vocabulario, las expresiones propias del otro idioma. En este proceso nos damos cuenta de que hay palabras idénticas o muy similares que se usan con diferentes significados. Hay conceptos que tienen más matices en un idioma que en otro y algunos idiomas tienen términos que simplemente no existen en otros y hacen difícil la traducción, sin que esto suponga que la realidad que significan no exista en otra cultura.
En segundo lugar, la comunicación con un extranjero no se reduce a la comunicación verbal, también los gestos y el lenguaje corporal son importantes. Hay cosas que no se dicen, pero que invitan, agradan, molestan u ofenden, y que hay que aprender a diferenciar. Un paso posterior a la comunicación verbal y corporal se da cuando se conocen los gustos, las tradiciones, las cosas que la otra cultura disfruta. Lo anterior es también comunicación intercultural y ayuda a conocer y entender los valores de la otra cultura. Otro paso, no fácilmente alcanzable en el diálogo intercultural, es el de entender los miedos, que son fuente de los rechazos expresados por la otra cultura.
Una actitud de apertura hacia lo diferente es de suma importancia. Para aprender palabras, conceptos y comportamientos, para conocer la historia, las razones, los valores, los gustos y los miedos del otro, es necesario dialogar y compartir con el otro.
La comparación del diálogo intercultural con el diálogo entre “extraños morales”, en este caso concreto el diálogo intergeneracional, muestra una verdad importante: uno no deja de ser quien es por saber dialogar con quien es diferente. El diálogo no implica ni olvidar ni renunciar a lo propio, ni siquiera cambiar gustos. Aprender un nuevo idioma, no implica olvidar el idioma materno, significa aprender nuevos modos para comunicarse, e incluso enriquecer los propios conceptos. De hecho, se puede llegar a ser amigo de un “extraño moral”.
2.3. Espacio seguro para que el diálogo pase de los conceptos a los valores en juego
Resulta evidente que este tipo de diálogo requiere más que confrontar ideas. Implica no sólo buscar el entendimiento mutuo en el nivel de las ideas, sino también de los valores. Nuestra sociedad pluralista y al mismo tiempo tan amenazada por polarizaciones, necesita de este tipo de diálogo, para reducir los prejuicios entre los grupos (Cf. 8,9).
Es crucial llegar a la pregunta de ¿por qué le importa al “extraño moral” un determinado tema, una determinada afirmación? Cuando él siente que tiene el espacio seguro para hablar, compartirá este por qué, revelando los valores que están detrás de su postura. Los valores son bienes percibidos que se quieren alcanzar y se teme perder. Por lo tanto, se tiende a orientar las acciones hacia ellos, y a protegerlos con las decisiones. Si el diálogo se queda sólo en confrontaciones y defesas de las propias ideas, no se llega a conocer los valores en juego. Poco o nada de constructivo sale de esos “diálogos”.
3. Método
Para estos talleres, la universidad reunió a cincuenta adultos y cincuenta jóvenes. Los jóvenes tenían entre 18 y 25 años. Tanto los jóvenes como los adultos provenían de distintas carreras y ámbitos de la universidad.
La experiencia se desarrolló a lo largo de 2 días, donde se intercalaban conferencias sobre el género y talleres orientados a provocar el diálogo intergeneracional sobre el tema. El grupo de 100 personas participó en 4 talleres y 2 encuestas, además de 3 conferencias. Los talleres se realizaron en modalidad intensiva: de 9:00 a 18:00 hrs., con comida incluida, por dos días consecutivos. Los tiempos de pausa y convivencia favorecieron el clima de confianza y encuentro. Las conferencias tenían como objetivo aportar perspectivas e información sobre el tema en cuestión, que ayudara a que los participantes revisaran, precisaran y reformularan sus posiciones. La dinámica de los talleres siguió una línea de diagnóstico, luego de apertura al diálogo por parte de los grupos, seguidos por ejercicios de diálogo, y finalizando con el balance del mismo.
La Tabla 1 muestra la explicación de las distintas actividades que se llevaron a cabo, su modalidad (si fueron individuales o grupales y, en caso de ser grupales, con qué criterio se hicieron los grupos), y los resultados de aprendizaje que se logaron al final de cada actividad.
Actividad | Modalidad | Resultado de aprendizaje |
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1. Encuesta inicial. | Individual (anónima). | Explicitar la desconfianza hacia el grupo con una visión diversa. |
2. Lluvia de ideas y selección de las condiciones y compromisos para el diálogo. | Grupos por generaciones. Sesión plenaria: presentación del trabajo por grupos y compromiso de todos. | Concretar las condiciones y el compromiso para el diálogo. |
3. Preguntas guía: conceptos y definiciones. | Grupos mixtos (generaciones mezcladas). Sesión plenaria: presentación del trabajo por grupos. | Convencimiento de la posibilidad de un espacio en el cuál expresar con libertad las diversas opiniones. |
4. Cuadro guía 1: convergencias y divergencias. | Grupos mixtos (generaciones mezcladas). | Identificar convergencias y divergencias de ideas. |
5. Cuadro guía 2: revisión y conceptualización más precisa de las convergencias y divergencias. | Grupos mixtos (generaciones mezcladas). Sesión plenaria: presentación del trabajo por grupos. | Revisar las convergencias y divergencias de ideas después de la discusión plenaria. |
6. Balance del diálogo. | Grupos mixtos (generaciones mezcladas). Sesión plenaria: presentación del trabajo por grupos. | Recoger lo aprendido en la experiencia de diálogo y generar ideas de cómo continuar el diálogo. |
Fuente: elaboración propia.
4. Resultados
4.1. Encuesta inicial
La primera actividad consistió en que todos los participantes rellenaran un módulo anónimo. Esta encuesta buscaba concretar cómo se veían a sí mismos y a la otra generación en relación con el género. El módulo fue contestado por 76 personas. En la Tabla 2, se recogen algunas respuestas a las preguntas. El criterio de selección ha sido el de elegir las veinte respuestas que más se repetían en cuanto al concepto.1 Se ha respetado la formulación original de las respuestas.
1. Respecto a la cuestión del género, la otra generación no comprende que… |
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• Nuestra generación es de mente abierta. • Lo peligroso de su planteamiento y repercusiones a mediano plazo. • A los mayores les cuesta aceptar los cambios en roles y sexualidad. • Mi vida es diferente a lo que ellos vivieron. • Pueden existir distintos géneros y cada persona es lo que decide ser con base en su historia y experiencias. • La plenitud de la felicidad está en seguir la ley natural que tenemos inscrita en nuestro corazón. • Las etiquetas no importan. • Mi vida ha sido formada por ellos, pero tengo el privilegio de decidir mi propio camino. • Que no buscamos cosas locas. • Que existen más de dos, que es una cuestión de la identidad de la persona. • Que hay realidades objetivas, que no dependen de opiniones ni de épocas. • Tenemos diferentes opiniones que deben de ser escuchadas. • Que existen sólo dos géneros. • Que es una identidad que no debería de estar sujeta a normas sociales. • Que algunas personas no se identifican con lo que se había establecido como un “género”. • El reconocerme como hombre o como mujer es una forma muy plena de ser feliz. • Sí, hemos pasado por las mismas inquietudes y tribulaciones que ellos. • Ante todo, debe de primar el respeto y la empatía por cada persona. • El mundo está en constante cambio. • Hay muchas cosas que han cambiado con respecto al género. |
Fuente: elaboración propia.
Las respuestas a esta primera pregunta van en dos direcciones: algunas apuntan más a la cuestión del género en sí, y cómo se entiende: si hay dos o más géneros, el papel de los roles y de la sexualidad y si existe o no una ley natural. La mayoría subraya la diferencia de actitudes de las dos generaciones: si son más o menos abiertas al cambio, a la tolerancia o a las etiquetas.
La Tabla 3 presenta las respuestas a la segunda pregunta en donde emerge claramente la desconfianza de ambas generaciones acerca de la posible apertura de la otra y de su disponibilidad para entablar un verdadero diálogo. Casi todas las respuestas confirman la dificultad de expresarse y dialogar con franqueza y señalan a la otra generación como la responsable de la cerrazón. Resulta más o menos claro que se encuentran a “años luz”, y esto puede llevar a que nunca se hayan expresado las propias ideas con libertad.
2. Cuando expreso mi opinión sobre un tema relacionado con el género ante una persona de la otra generación… |
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• No respetan a géneros que consideran diferentes. • No me entienden, se cierran en su idea y no son abiertos a escuchar cómo son las cosas ahora. • A veces entienden. • Por lo general los noto cerrados. • Con respeto intento expresar mis ideas, pero cuando veo que puede haber un choque prefiero no hablar. • Lo rechaza, generalmente. • Siento miedo de ser etiquetado y no ser escuchado. • Me siento obligada a responder cómo ven ellos las cosas. • Consideran que quiero enseñarles o que no sé nada. • Siento un poco de miedo a cómo van a reaccionar. • Son un poco cerrados, con ideas arcaicas. • Es difícil hacer un vínculo. • Se contraponen. • Prefiero evitar la confrontación. • Que yo estoy en otro mundo. • No trata de comprender lo que estoy expresando. • Espero una posición radical no abierta al diálogo respetuoso. • Me da miedo el daño emocional y la reacción de no pensar como ellos. • Creo que nunca he sido abierta al respecto con la otra generación. • Me siento a años luz de lo que ellos viven o vislumbran. |
Fuente: elaboración propia.
La tercera pregunta confirma esta desconfianza mutua, como se muestra en la Tabla 4. Las dos generaciones se sienten desacreditadas recíprocamente y consideran que este prejuicio hace muy difícil la verdadera comprensión. Es interesante resaltar el sufrimiento que esto supone y que se puede percibir en algunas respuestas.
3. Considero que los adultos/jóvenes piensan que nosotros… |
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• No los entendemos. • Somos incapaces de pensar en lo correcto y en lo erróneo. • Buscamos violentarlos cuando no es así. • No estamos de su lado. • Estamos equivocados al hacer las cosas diferentes. • No somos tolerantes. • Queremos coartar su libertad, violentarlos. • Que no sabemos nada, que somos ignorantes. • Solo queremos vivir una vida relax. • Etiquetamos. • Que no estamos abiertos al cambio. • Queremos prohibirles cosas. • No tenemos conflictos de género. • Estamos jodidos por la forma en la que pensamos y queremos hacer las cosas. • Somos frágiles, una generación “de cristal”. • No podemos comprenderlos, y que sus problemas son diferentes a los nuestros. • Somos apretados y mochos, anticuados. • Nos ponen un molde de rebeldes, irresponsables. • Que estamos perdidos por la tecnología y otras cosas. • Vivimos en un libertinaje desenfrenado. • Queremos oprimirlos. |
Fuente: elaboración propia
Como se observa en la Tabla 5, emergen las consecuencias de la desconfianza: las dos generaciones están convencidas que, si las decisiones dependieran de la otra, las cosas irían “objetivamente” mal. Ambas señalan que habría injusticias y daño a las personas.
4. Si las políticas de género dependieran totalmente de la otra generación… |
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• No habría libertad de expresión. • Seríamos una generación dividida. • La otra generación estaría inconforme. • Un caos. • Seríamos más libres pero el concepto de límite sería borroso. • Nos limitarían la opción a cuestionarnos. • Habría más opresiones y discriminación. • Desorden y confusión. • Complicado. • Todo se aprobaría sin suficiente reflexión, y con consecuencias negativas en el futuro. • No progresaríamos. • Hay que evolucionar. • Los lobbies de izquierda los manipularían y harían aún más daño que ahora. • Libertinaje. • Seríamos más libres. • Todo sería permitido, sin principios ni valores universales. • Habría escasez de libertad de expresión y de identidad. • Tendríamos miles de baños diferenciados. • No habría crecimiento ni desarrollo. • No contarían con una visión de género y terminarían violentando los derechos humanos de los demás. • Muchas personas se sentirían frustradas e incomprendidas. |
Fuente: elaboración propia.
En la Tabla 6 se muestra el juicio de las dos generaciones hacia la otra. Sólo tres respuestas sugieren adjetivos con un matiz que podría considerarse positivo: “libres, diversos, incluyentes”, y más adelante “sensibles, empáticos”. La tercera respuesta que entraría aquí es “ideas acertadas”, aunque va asociada a “cerrados”.
5. Tres adjetivos que según tú caracterizan la actitud de la otra generación con respecto al género. |
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• Ignorancia, irrespetuoso, necedad. • Defensivos, cerrados, impuestos. • Incertidumbre, miedo, confusión. • Libres, diversos, incluyentes. • Cerrada al diálogo. Desinformada. Sin datos. • Relativismo, radicalización, confusión. • Libertinaje, sin límites, capricho. • Feo, raro, limitado. • Intolerancia, falta de empatía, apatía. • Distante, dañino, preocupado. • Libre, fluido, sin etiquetas. • Cerrados, aunque con ideas acertadas. • Rebeldía, intolerancia. • Extrema generalización y polarización. • Intolerancia. • Falta de apertura. • Incomprensivo, obsoleto, anticuado. • Sensibles, victimistas, empáticos. • Actitud misógina, homófoba y estancada. • Radical, confrontadora, egoísta. • Cerrazón, imposición, no actitud de diálogo. • Desconocimiento, impulsivo, temor. • Prepotente, altanero, irrespetuoso. • Retadora, inestable e intolerante (por no aceptar la verdad). |
Fuente: elaboración propia.
Esta última pregunta y la que sigue, representadas en la Tabla 7 y 8, ponen de relieve la frustración de todos, adultos y jóvenes, ante la otra generación. En las respuestas se adivinan los valores que cada generación defiende, y de nuevo el sufrimiento por considerar que la otra no está abierta a comprender y dialogar.
6. Me hiere que los adultos/jóvenes… |
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• Crean que siempre están bien. • Vean mal mis acciones. • Me cataloguen sin escuchar. • No escuchen. • Supongan que no sé. • Rechacen lo que para mí es valioso. • No consideren como válidas nuestras ideas. • Crean que somos el enemigo. • Nos hagan sentir juzgados y con miedo, y que por eso a veces no podamos acercarnos a ellos y expresar nuestras inquietudes. • No piensen en el futuro y en la importancia de la familia. • Me vean como un tonto, crean que no entiendo, que no podemos hablar. • Sean egocéntricos. • Nos subestimen por ser menores de edad. • No comprendan los nuevos puntos de vista de la vida. • Desacrediten mis principios. • Piensen que sólo queremos juzgar y señalar. • No se den cuenta de que sus palabras a veces transmiten discursos de odio. • Crean que nos pueden controlar y tomen decisiones por nosotros. • Me parece triste que los adultos no solo desacrediten los temas, sino que ataquen a las personas. • No quieran trabajar juntos para construir algo juntos, y sólo esperan que nos adaptemos a su molde. |
Fuente: elaboración propia.
7. Me da miedo que los adultos/los jóvenes… |
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• No me acepten. • Tengan respuestas equivocadas. • Se polaricen sin escuchar. • Se pierdan en una existencia vacía y sin propósito. • Se exalten y busquen una gran pelea, que haya represalias. • No encuentren verdad. • Me cataloguen y difamen. • Lastimen y limiten a los jóvenes por no tener las mismas ideas. • Sigan creyendo que nuestra generación es mala y que hacemos cosas incorrectas. • Lleguen a la edad de la vejez sin comprender aún a sus hijos, sobrinos, nietos. • Sean radicales o extremistas en sus posturas. • Emitan comentarios agresivos respecto de la postura de los jóvenes. • No sigan los consejos de los mayores. • Se destruyan. • Nunca encuentran en nosotros interlocutores de confianza. • No muestren apertura y sean intolerantes. • Sigan tomando decisiones sin abrirse a cómo son hoy las cosas. • Pierdan los principios como el respeto a la vida. • Por falta de entendimiento del bien, hagan cosas horribles. • Sigan tomando decisiones basados en creencias arcaicas, y que esto afecte a nuestro futuro. |
Fuente: elaboración propia.
Se ha presentado una síntesis de la primera encuesta para evidenciar el punto de partida del segundo taller: la desconfianza recíproca entre las dos generaciones e incredulidad acerca de la necesidad o de la posibilidad de un verdadero diálogo.
4.2. Lluvia de ideas y selección de condiciones y compromisos para el diálogo
Después de este primer ejercicio, se hicieron equipos por generaciones: cinco equipos de jóvenes y cinco de adultos. Se les pidió que concretaran cuatro cosas:
− ¿Qué querían pedir?
− ¿Qué estaban dispuestos a dar?
− ¿Qué podría bloquear el diálogo?
− ¿Cuáles serían las ventajas de que este diálogo funcionara?
La Tabla 9 recoge las aportaciones de los equipos. En la presentación de los resultados, no se distingue entre las aportaciones provenientes de jóvenes y las de los equipos de adultos, aunque como en el módulo anónimo, en algunos casos es fácil deducir su procedencia.
Queremos PEDIR | Queremos DAR | Nuestros BLOQUEOS | VENTAJAS |
---|---|---|---|
• Responsabilidad afectiva • Apertura • Empatía • Respeto • No a la defensiva • Respeto auténtico • Apertura • Posibilidad de construir juntos • La libertad de equivocarnos y la empatía de corregirnos/ acompañarnos • Comprensión • Paciencia • Caridad |
• Responsabilidad afectiva • Nuevas perspectivas • Escucha activa • Respeto • Una razón para maravillarse • Testimonio • Flexibilidad • Encuentro • Empatía • Experiencia • Acogida • Paciencia • Conocimiento • Cultura • Esperanza en base a la experiencia |
• Imposición de ideas • Choque de contextos • Falta de paciencia • Que se vuelva un debate (ganar/perder) • Lenguaje • Soberbia intelectual • Prejuicios • Soberbia intelectual • No escuchar • Ideologías • No encontrar lenguaje común • Mentalidad rígida • Etiquetar • Ignorancia • Falta de paciencia • Lenguaje distinto |
• Conocer los puntos de vista de la contraparte • Generar acuerdos • Nos define y da identidad • Nuevas perspectivas • Que el diálogo se convierta en acciones • Empatía • Escucha • Comprensión • Resiliencia • Crear espacios seguros • Desarrollo del pensamiento • Posibilidad de entender al otro • Un primer paso en la búsqueda de encuentro • Muestra de buena voluntad |
Fuente: elaboración propia.
Se subraya que lo que más pidieron todos fue apertura (5 veces), seguida de empatía (3 veces). Por lo que se refiere a lo que estaban dispuestos a aportar, la respuesta más frecuente fue “nuevas perspectivas” (4 veces), seguida de respeto y empatía (2 veces cada una). En cuanto a los eventuales bloqueos, se señalaron los prejuicios (5 veces), la falta de escucha (4 veces) o de paciencia (3 veces). Finalmente, las ventajas que se vislumbraban iban en la línea de la comprensión, el encuentro y la posibilidad de construir juntos.
4.3. Preguntas guía: conceptos y definiciones
Una vez definido el compromiso que cada uno estaba dispuesto a asumir para hacer posible el diálogo, empezaron los trabajos propiamente dichos. Se hicieron 10 equipos mezclados: adultos y jóvenes juntos. La dinámica consistía en trabajo por grupos, seguida de sesión plenaria y conferencia. Las preguntas guía para el primer trabajo fueron las siguientes:
− ¿Qué es el género?
− ¿Quién inventó el término “género”?
− ¿Qué piensa la Iglesia sobre el género?
− ¿Qué suscita en mí esta palabra?
En este primer ejercicio, no se les pedía llegar a ningún tipo de consenso. Cada miembro del grupo debía expresar su respuesta a la pregunta con total libertad, y todas las respuestas eran recogidas en el acta sin correcciones ni comentarios. En la sesión plenaria, cada equipo expuso los resultados de su trabajo. Destacó la diversidad de opiniones sobre estas preguntas. Algunas señalaban con mucha precisión quién y cuándo había inventado el término (la mayoría se referían a John Money a finales de los años 60), mientras que otras decían que siempre había existido. En lo que se refiere a la opinión de la Iglesia acerca del género, la mayoría de las respuestas subrayaban el juicio negativo: que no estaba de acuerdo, que lo consideraba peligroso, una ideología, etcétera. La heterogeneidad de las respuestas fue particularmente notable en los sentimientos que suscitaba la palabra género: desde el miedo a la confianza, libertad o dictadura, alivio o temor.
Para iluminar estas respuestas, se presentó en una conferencia la génesis del término: ¿cómo se introdujo en el ámbito de la psicología, del feminismo y de la política, la reacción inicial de la Iglesia y su evolución? La conferencia no pretendía dar respuestas definitivas sino iluminar la cuestión desde una perspectiva más amplia y ofrecer un marco que ayudara a entender algunos de los motivos de las polarizaciones. Ayudó a comprender que, parte de la confusión, provenía de la no distinción de niveles en los que normalmente se plantea el diálogo, mezclando el ámbito existencial (la vida de las personas concretas), el ámbito antropológico (qué es efectivamente el género) y el ámbito político. Visualizar la génesis de la equivocidad en cada ámbito ayudó a que todos tuvieran un panorama más claro.
4.4. Cuadro guía 1: convergencias y divergencias
En el segundo trabajo por equipos,2 las preguntas guía fueron las siguientes:
− ¿Qué es el sexo?
− ¿Cómo se relacionan sexo y género?
− ¿Ser varón y mujer es algo natural o cultural?
Los equipos tenían que recoger sus respuestas y organizarlas en:
El elemento que se añadía en este ejercicio era la necesidad de individuar los puntos de acuerdo en las distintas posiciones y los aspectos por iluminar. Esto requería no sólo la recogida aséptica de las opiniones de cada miembro del grupo, sino una mayor comprensión de las distintas ideas, de sus convergencias y divergencias. A continuación, la Tabla 10 funciona como guía para recoger el resultado de este ejercicio:
Principales respuestas | Puntos de encuentro | Puntos por iluminar | |
---|---|---|---|
¿Qué es el sexo? | |||
¿Cómo se relacionan sexo y género? | |||
¿Ser varón y mujer es algo natural o cultural? |
Fuente: elaboración propia.
Nuevamente, en la sesión plenaria se expuso el resultado del trabajo de todos los equipos, seguida de una conferencia que buscaba iluminar los puntos señalados por ellos. La definición de sexo no presentaba particulares dificultades, mientras que no era tan clara la respuesta a las otras dos preguntas. Sobre la relación entre sexo y género, unos decían que eran lo mismo, otros que eran realidades independientes, y otros afirmaron que no sabían. En cuanto a la cuestión de ser varón o mujer, hubo quienes dijeron que era natural, otros cultural, y otros que los dos. Después de esta exposición de los grupos, se presentaron distintas teorías de género y se evidenciaron algunas de las ventajas y puntos frágiles de su modo de concebir la relación entre sexo y género. Con la exposición teórica se buscaba dar elementos que ayudaran a una comprensión más completa de la cuestión, haciendo ver la insuficiencia de los enfoques que reducían su complejidad, absolutizando un solo elemento. Quedó claro que no era preciso hablar de “la” teoría o “la” ideología de género, y que más bien es necesario considerar la heterogeneidad de las teorías y la imposibilidad de referirse a ellas como si fueran un bloque monolítico.
4.5. Cuadro guía 2: revisión y conceptualización más precisa de las convergencias y divergencias
El siguiente ejercicio por equipos consistió en volver al cuadro ya completado en el trabajo anterior y revisar o matizar algunos puntos, a raíz del intercambio en sesión plenaria y de la conferencia teórica. Casi todos los equipos reformularon algunas de sus ideas y señalaron con más precisión los puntos de encuentro o a iluminar. En particular, quedó más claro para todos que el ser varón y mujer era natural y cultural al mismo tiempo. Hubo además una mayor convergencia, que evidenciaba que todos iban cambiando de posición o conceptualizándola de manera más clara.
Una última conferencia desarrolló el papel de los distintos ingredientes que entran en juego en la identidad: cuerpo, psique, cultura, libertad. De esta manera, se mostraron qué elementos privilegiaba cada teoría de género, proponiendo claves desde las que discernir la mayor o menor validez de las distintas posiciones. Como se ha señalado, no se buscaba dar una solución definitiva a las preguntas en torno a la cuestión del género sino simplemente ampliar la mirada al respecto. Los participantes confirmaron que las conferencias habían ayudado a revisar sus propias ideas, y a cambiar de posición en algún aspecto.
4.6. Balance del diálogo
Al final de cada ejercicio de diálogo por equipos, se pedía que dedicaran unos minutos para hacer un balance de cómo había funcionado el diálogo en sí, con ayuda de las siguientes preguntas:
− ¿Qué me ayudó durante el diálogo?
− ¿Qué no me ayudó durante el diálogo?
− ¿Qué he aprendido?
− ¿Tengo algo que agradecer?
Se les invitaba a que tuvieran un momento de reflexión personal, seguido de unos minutos de compartir brevemente, si así lo deseaban. Esto ayudó a que todos tuvieran presente no sólo la evolución en comprensión de las ideas que se estaban afrontando, sino el ejercicio mismo del diálogo: sus condiciones, bloqueos y exigencias.
En un último trabajo por equipos, se pidió que expresaran lo que habían aprendido del diálogo. En la Tabla 11, se recoge una síntesis de las aportaciones de los distintos equipos en torno a las tres preguntas guía que se les ofrecieron:
¿Qué hemos aprendido acerca del diálogo estos días? |
---|
• ¡Que sí se puede! • Que hacen falta espacios seguros para poder confiar y platicar de estos temas. • Que no es del todo cierto que los jóvenes siempre piensan como los otros jóvenes y que los adultos siempre piensan como los demás adultos. • Que compartimos muchas ideas y valores. • Que ha sido posible porque hay respeto y apertura. • Se estableció un ambiente seguro, de confianza. • Que ha sido posible por el modo en el que se ha dirigido todo el encuentro. • Ha sido posible porque nos hemos esforzado en superar las polarizaciones. • Que llegamos con ideas sobre la otra generación que estaban equivocadas. • Que es posible dialogar sin discutir, gracias a que se han afrontado temas polémicos sin tono polémico. • Que ha sido posible por el respeto, escucha activa, hacernos vulnerables. • Ha roto los esquemas o preconcepciones que traíamos. • La importancia de hacer puentes a través de la empatía, la conexión, el respeto y la humildad. • Apertura al aprendizaje. • Que sí es posible, que tenemos como barrera el miedo y que tenemos que perder el filtro y no temer a ser juzgados. • Que todas las personas, independientemente de su edad, tienen algo valioso que aportar. • Que necesitamos la experiencia y el conocimiento de ambas generaciones. • Fue posible porque todos tuvimos la actitud de aprender, de escucha asertiva y la voluntad. |
• Que es posible, indispensable. • Que no nos entendemos porque hemos vivido cosas diferentes, pero que existe una gran voluntad de entendernos. • Que es normal que seamos diferentes. • Que somos complementarios, no opuestos. • Que es fundamental establecer un pacto de buena voluntad desde el inicio. |
¿Cómo podríamos crear más espacios como éste? |
• Perdiendo el miedo, fomentando el respeto y la responsabilidad. • Mesas de trabajo como espacios seguros. • Grupos de diálogo para fomentar espacios como éste. • Establecer vínculos de confianza. • Debe de ser una propuesta de ambas partes. • Es necesario hacer pausas y dar espacios para el diálogo. • Replicar este evento extendiéndolo al resto de la comunidad. • Dar la certeza de que en la universidad se puede hablar de todo, y que no se juzga a nadie. |
¿Qué propondríamos a la universidad? |
• Capacitación a todos los maestros. • Ampliar talleres como éstos, sobre otros temas. Hacerlo fuera de la universidad. • Abrir espacios de diálogo sobre estos temas y otros relacionados. • Ofrecer herramientas para poder sanar las heridas que vemos en los formadores y en los adultos. • Cambio de metodología en algunas clases, para favorecer el diálogo intergeneracional. • Incorporar lo aprendido en las clases y ámbitos de trabajo. |
Fuente: elaboración propia.
Como actividad final, se propuso a los participantes que resumieran en una palabra cómo sintetizarían la propia experiencia y la compartieran en sesión plenaria. Las palabras más repetidas fueron: alegría, encuentro, esperanza, “sí se puede”, puente, conversión, empatía, diálogo, sorpresa, nuevo camino. La alegría de todos fue la nota más característica de este momento conclusivo, que expresaba la satisfacción de todos por el ejercicio realizado.
Hasta aquí, la descripción de los dos talleres. En el siguiente apartado se comparten algunas conclusiones a raíz de esta experiencia.
5. Discusión y conclusiones
Las conclusiones van en dos líneas: por un lado, la experiencia misma de diálogo y la metodología utilizada; por otro, la cuestión específica del género. Por lo que se refiere al diálogo, se considera que éste fue favorecido gracias a algunos elementos del método, en particular:
La creación de un espacio seguro, donde había compromiso explícito de que se podían expresar las propias opiniones con libertad y respeto.
El compromiso asumido por todos para hacerlo posible, habiendo individuado antes los miedos y posibles bloqueos.
La conciencia de que no se trataba de ganar un debate, sino de que todos salieran enriquecidos. El planteamiento de los talleres no fue dialéctico, sino dialógico.
La conducción suave de las sesiones plenarias, que buscaba ofrecer elementos de reflexión y no dar respuestas cerradas. Esto favoreció que todos se sintieran acogidos y respetados, y al mismo tiempo estimulados a pensar desde otros puntos de vista.
Una metodología precisa de los trabajos por equipos, que encauzaba y ordenaba la reflexión y la escucha recíproca. La experiencia demostró que la desconfianza inicial estaba hecha de prejuicios, que provocaban cerrazón y temor. El método ayudó a superar esta desconfianza y a que hubiera un verdadero diálogo.
Los talleres mostraron también que es posible hacer un ejercicio crítico y de aprendizaje con jóvenes y adultos al mismo tiempo, y que este ejercicio lleva a que las ideas iniciales se maticen o cambien significativamente.
En lo que se refiere al género, la experiencia confirmó que la polarización desde la que normalmente se afronta el debate requiere de una paciente distinción de niveles, conceptos, matices. Sin estas distinciones es inevitable caer en posiciones reductivas, que se ideologizan fácilmente. Aunque ya se ha aludido a esto en la descripción misma de los talleres, se recogen ahora estas distinciones con mayor precisión.3
La importancia de distinguir los niveles desde los que se afronta el diálogo. Llama la atención que normalmente el debate se afronta sólo desde el nivel ético o político (si las parejas del mismo sexo deberían de poder adoptar, el matrimonio igualitario y otros). Las experiencias de las personas son con frecuencia una interferencia en este nivel, porque resulta difícil separar las ideas de los rostros de las personas conocidas que viven o sufren determinadas situaciones. Rara vez se logra iluminar este diálogo desde un nivel más profundo: el antropológico (qué es el género, el sexo, cómo se relacionan). El nivel antropológico se sostiene a su vez en un nivel gnoseológico (si existe una verdad, si es posible conocerla, etcétera) y metafísico (relación entre universal y particular, esencia y existencia, identidad y diferencia), que rara vez se explicitan y afrontan. Sin una clarificación de los presupuestos de fondo desde los que se afronta la cuestión, resulta muy difícil llegar a consensos en el nivel ético o político.
La necesidad de distinguir y definir adecuadamente los conceptos. El término género no es unívoco, y aquí reside la gran dificultad. Existen formas muy distintas de entender el género. Si en el diálogo se parte de la idea de que existe una única definición, no es posible bajar a matices e iluminar los aspectos críticos de cada definición. Las conferencias y una metodología precisa de los trabajos por equipos confirmaron que tanto jóvenes como adultos se acercan a este tema desde ideas más o menos simplistas, que reducen la complejidad de lo real. Sin un conocimiento más preciso y un panorama más completo de la cuestión a nivel antropológico, político y pastoral, es muy difícil iluminar realmente los conflictos y equívocos.
La cuestión del género es una cuestión importante, con evidentes consecuencias sociales según se conciba de una u otra forma. La polarización cultural y entre generaciones que se suele dar en este tema impone la necesidad de un cambio de paradigma en la forma de afrontarlo. Se considera que estos talleres, en su limitación y pequeñez, pueden arrojar luz sobre las perspectivas y caminos a seguir.
Los talleres propuestos en este artículo no son un modelo perfecto, pero se ha constatado que el diálogo intergeneracional sobre el género fue realmente favorecido y valorado positivamente por los grupos participantes.
Los talleres llevaron a que los dos grupos dejaran a un lado el miedo de herirse mutuamente, la desconfianza reciproca y la incredulidad de que el diálogo fuese posible. Los participantes terminaron expresando sorpresa y alegría de que este diálogo hubiera sido posible y generaron ideas de cómo continuar y reproducir esos espacios entre profesores y jóvenes universitarios. Se podría considerar que pasaron del paradigma de la guerra cultural al paradigma del diálogo.