Un jardín histórico, de acuerdo con el artículo 1 de la Carta de Florencia, es “una composición arquitectónica y vegetal que, desde el punto de vista de la historia o del arte, tiene un interés público, como tal, está considerado como un monumento. El jardín histórico es perecedero y renovable; su aspecto es, pues, el resultado de un perpetuo equilibrio entre el movimiento cíclico de las estaciones, del desarrollo y el deterioro de la naturaleza, y de la voluntad artística y de artificio que tiende a perpetuar su estado”.1 ¿Cómo estudiar el Jardín de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes? Creemos que el Jardín en sí mismo es una fuente histórica a la que hay que hacerle las preguntas pertinentes para conocer parte de su historia. Por esta razón, en este documento se abordarán tres momentos relativos a su importancia y repercusión en el desarrollo de la sociedad aguascalentense: su origen, su traza y sus transformaciones arquitectónicas más relevantes a lo largo de sus 192 años de existencia.
El desarrollo metodológico se centrará en dos apartados, el primero consiste en la revisión histórica del origen del barrio de San Marcos y su contexto para reconocer sus características sociales, ideológicas, económicas y de producción, así como valorizar su estatus en la línea del tiempo y, con ello, entender la importancia de su preservación y conservación como hito histórico y referente arquitectónico dentro del marco de la ciudad.
El segundo consiste en el análisis arquitectónico de la paulatina conformación tanto del barrio, el Jardín de San Marcos, como de su contexto inmediato en su devenir en el tiempo y acompañado por sus transformaciones; la traza del Jardín como una repercusión histórica y su estilo de trazo con diseño y patrones internacionales que, sin duda, aportan una belleza estética en su ornamentación y ambientación con elementos naturales, así como recorridos en su interior empleando elementos que ligan corredores con escenarios a manera de emplazamientos donde siempre existe una actividad, además de integrarse a una ciudad, donde el diseño de sus accesos son tan importantes que evocan su dinamismo e introspección de quien lo visita y recorre.
El Jardín de San Marcos, conocido así por su ubicación dentro del barrio de San Marcos en la ciudad de Aguascalientes, se encuentra delimitado perimetralmente por dos elementos: la balaustrada, que alberga una superficie de 15,227.68 metros cuadrados y un perímetro de 521.69 metros lineales, misma que se ha mantenido estructuralmente desde su origen y que forma parte fundamental en el imaginario colectivo; y los paramentos de los inmuebles que contienen una superficie de 28,923.11 metros cuadrados y un perímetro de 765.30 metros lineales, con una separación entre balaustrada y paramentos de 7.80 metros.2
El pueblo de indios de San Marcos
La villa de Aguascalientes se fundó en 1575 en el contexto de la Guerra Chichimeca como un sitio estratégico de paso entre Santa María de los Lagos y el Real de Minas de Zacatecas.3 Tras el fin de la guerra chichimeca se empezaron a repartir nuevas mercedes de tierra y estancias ganaderas a los nuevos colonos en las que trabajaban mulatos e indígenas que no estaban congregados, ya que vivían en las propias estancias y otros más en pequeñas chozas en la orilla de la villa que, las más de las veces, servían de sirvientes en las casas de los españoles del villorrio.
Los indígenas fueron aceptados por los españoles de la villa porque les servían como mano de obra, pero conforme su número fue aumentando entre los años de 1615 y 1620 se fundó el pueblo de indios de San Marcos,4 ya como congregación y no como barrio o arrabal. Se le llamó de San Marcos porque probablemente los indígenas construyeron una pequeña capilla en honor al santo evangelista, aunque para 1640 erigieron una iglesia que tenía como su titular a la Virgen del Pueblito bajo la cofradía de la Limpia Concepción de María junto con el Hospital de Indios de San Marcos.5
A partir de su fundación, el pueblo de indios inició su expansión hacia el poniente de la villa de Aguascalientes, ya que en 1626 la Audiencia y Cancillería Real de Guadalajara les repartió tierras para sus sementeras y aguas para regarlas. Entre 1644 y 1645 recibieron dos suertes de huerta y el agua suficiente para regar sus sembradíos. Sin duda, el otorgamiento de tierras atrajo a más indígenas al pueblo y por ende más mano de obra para los españoles de la villa y las haciendas que ya se habían formado cerca del villorrio, como la de Garabato y Montoro. Pero el pueblo no paró de expandirse y en 1668 “se añadieron cuatro caballerías y media en la cañada de Soyatales, a media legua de la villa de Aguascalientes”.6
Cabe decir que desde que se fundó la villa de Aguascalientes en 1575 creció sin orden, por lo que en 1609 el visitador Gaspar de la Fuentes dejó instrucciones claras para que la traza de la villa fuera ordenada y su población aumentara:
[…] y para que la dicha población vaya en aumento, mandaba e mando que de aquí en adelante los edificios que se hicieren sean juntos y congregados, de manera que la traza que ha de guardar ha de ser dejar una Plaza de cien varas en Cuadra y que la cuadra frontera a la parte del Sur esté la iglesia, y entre una cuadra y otra haya una calle de veinte varas en ancho, y luego a los lados de la dicha plaza se señalen otras tres cuadras de cien varas en cuadra cada una y en cada una de ellas haya cuatro solares, los cuales se repartan entre los vecinos que al presente hay no teniendo casas, y siempre prefieran en los dichos solares los que primero vinieron […].7
Además de la plaza mayor, la villa de Aguascalientes se fue desarrollando a través de un sistema de plazas y plazuelas que quedaban próximas a los templos e iglesias que se iban construyendo, por lo regular localizadas frente al atrio o al costado del templo.8 Por ejemplo, frente a la iglesia de la Asunción se localizaba la plaza mayor, pero al costado sur quedó una plazuela donde posteriormente se construiría el llamado Portal de Jesús y un pósito, que hoy en día ocupa el Teatro Morelos, inaugurado en 1885. Asimismo, el exconvento de San Diego desde su construcción a mediados del siglo XVII contó con atrio y plazuela y en su frente existía un solar en el que a partir de 1828 se empezó a construir un parián con su portales y casas de comercio.9
Para mediados del siglo XIX ya había cuatro plazas más: San Juan de Dios (hoy San José), Guadalupe, El Encino y San Marcos, que además contaban con un jardín. Todas estas plazas se convirtieron durante el trascurso del siglo XIX en bellos y funcionales jardines al gusto de las élites, en las que las familias pasaban un momento de solaz. Por fotografías de fines del siglo XIX y principios del XX estos jardines tenían una jardinería europea y un “modelo simétrico o rectangular del racionalismo geométrico francés con su estilo florista creado por [André] Le Nôtre”.10 Se trataba de tener estéticos jardines, pero además higiénicos y ordenados, por lo que hubo necesidad de contratar un “jardinista”11 y peones o ayudantes para mantenerlos florecientes y regados para no levantar polvareda, pues se pavimentaron hasta bien entrado el siglo XX. Por el contrario, los parques y paseos, por su extensión, “quedaron trazados bajo la influencia paisajista de la escuela inglesa.”12 Empero, en México muchas de las veces los jardines fueron eclécticos.13
En el siglo XVIII los indígenas permanecieron con la misma tierra, pero la población aumentó. Por ejemplo, en 1761 había 236 habitantes y en 1770 el pueblo se componía de 256 habitantes.14 Asimismo, construyeron en este siglo una nueva iglesia la cual se dedicó el 15 de diciembre de 1763: “Iglesia de Ntra. Sra. Del Pueblo de San Marcos, que se hizo con el trabajo de los indios y limosnas que se recogieron en el obispado”.15 Lejos de dejar de crecer el pueblo por el número limitado de tierra con el que contaba, para 1820 la población aumentó dado que disponía de 470 habitantes.16
Ya en el año de 1815 la iglesia del pueblo de San Marcos “fue erigida Ayuda de Parroquia siendo cura José María Berrueco”,17 por lo que probablemente a partir de entonces se estableció una fiesta al santo evangelista el 25 de abril. En 1824, con la promulgación de la Constitución, se otorgó la calidad de “ciudadanizar a los indios, convirtiéndolos en propietarios privados y miembros con plenos derechos de la nueva república”.18
Esta concesión que dio la Constitución a los denominados “indios”, los convirtió en ciudadanos y les permitió registrar ante notario sus propiedades como casas, huertas y solares, pero también venderlas.19 Dadas estas nuevas consideraciones legales, el pueblo de indos sucumbió ante la ambición de los ricos y poderosos que, aprovechándose de la pobreza y condiciones reinantes en la época, compraron las tierras para edificar sus casas en el nuevo barrio de San Marcos, que se fue formando a raíz de la urbanización que sufrió en esta época, pues donde estaban las huertas y sembradíos se construirían el Jardín, casas habitación, plazas de gallos y plazas de toros, dado que en el lugar se empezó a desarrollar una fiesta en honor al evangelista San Marcos.
En resumen, durante la primera mitad del siglo XIX se originó la desaparición del pueblo de indios y la consolidación de un barrio de mestizos, criollos y españoles, que desarrollarían casas habitaciones alrededor del templo y Jardín de San Marcos que, además de impulsar el crecimiento demográfico y urbano, transformarían de manera definitiva la zona poniente de la ciudad de Aguascalientes. En buena medida, los cambios y transformaciones del lugar se debieron a la conformación del Jardín y a la existencia de la Función de San Marcos, una fiesta religiosa en la que participaban los pobladores del barrio y que consistía en sacar al santo de su iglesia, llevarlo a la parroquia y regresarlo con música y danzas, y a la que posteriormente se añadieron cuatro días de función en las que había diferentes actividades lúdicas, como se verá más adelante.
Para entonces, Aguascalientes era una pequeña ciudad con apariencia colonial cuyo eje central de vida de la población era la parroquia de la Asunción y la plaza principal, espacio público en donde se desarrollaban las primordiales actividades cotidianas de la población, incluido el comercio, ya fuera con los vivanderos que se localizaban en el centro de la plaza o en las diferentes tiendas que la rodeaban.
Lo anterior quedó plasmado en una imagen (Figura 2) realizada por un viajero alemán en 1830 y publicada cuatro años después, misma en que se alude al protagonista de la columna al rey Carlos IV de España, pero según relata el historiador Agustín R. González se trata del rey Fernando VII de España.20 Carl Nebel (1805 -1855) fue un ingeniero, arquitecto y dibujante alemán conocido por sus paisajes y retratos costumbristas de México y por pintar los más importantes escenarios de las batallas de la guerra de intervención estadounidense.21
En esta época el crecimiento de la población y el desarrollo económico que alcanzó Aguascalientes, aunado a diversos factores políticos y sociales, impulsaron en 1835 el desprendimiento de Aguascalientes del departamento de Zacatecas para convertirse en una entidad federativa por poco tiempo, dado que en 1847 se volvió a la sujeción zacatecana hasta que en 1857, con la nueva Constitución, Aguascalientes volvió aparecer como un estado más de la República Mexicana.22
El origen del Jardín de San Marcos
En 1831 el ayuntamiento compró al obispado de Guadalajara por la cantidad de 400 pesos “un sitio de dos solares y medio de tierra” en el que había plantados higueras, membrillos, granados, duraznos y un mezquite, “sin casa ni cerca”.23 El propósito era formar un paseo público que con el tiempo se le conoció con el nombre de Jardín de San Marcos.
El Jardín de San Marcos se comenzó a construir en un terreno de casi 15,000 m2 con las siguientes medidas: 168 m de oriente a poniente y 88 m de norte a sur.24 Se desconoce con exactitud el uso original del terreno que ocupa hoy, sin embargo, de acuerdo a los documentos gráficos e históricos, se puede inferir que dicho sitio constituía una especie de huerta que generaba una barrera natural entre la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes y el pueblo de indios de San Marcos.25
El Jardín, en ese momento, mantuvo los árboles frutales que ya existían, se plantaron otros más y “se trazaron caminos interiores, se sembraron flores y pequeños arbustos a lo largo de todo el perímetro”.26 Posteriormente, en 1837, un documento describió lo que era aquel paseo público:
Frente a la plazuela de S. Marcos, y a distancia de quinientos pasos de la plaza mayor, está formado en un cuadrilongo de ciento treinta varas, y setenta y cinco de anchura, un jardín público cercado con una espalera de rosales. Varias calles de árboles que lo rodean y lo cruzan lo parten en ocho secciones que se cubren de flores, y en medio de todas está dispuesta una pequeña glorieta circundada de asientos, en cuyo centro se halla colocada una hermosa asta de diez y seis a diez y ocho varas de altura, en que se enarbola la bandera nacional los días solemnes de la República.27
Además de la apropiación del paseo por parte de las personas que lo visitaban, el estado también se lo apropió y le dio un uso político, ya que por lo regular se recordaban fechas y batallas gloriosas para el nuevo régimen. Para diferenciar la calle del Jardín, en 1838 se circundó el perímetro con una barda de setos, pero fue en 1841 cuando la “función de San Marcos” amplió sus días de fiesta y se permitieron los días del 24, 25, 26 y 27 de abril diversiones públicas como corridas de toros, peleas de gallos, loterías y carcamanes para recaudar dinero y construir el “balaustrado del Paseo”.28
Por lo tanto, de abril de 1842 a agosto de 1843 el gobernador Nicolás Condelle fue el que puso más empeño en construir la balaustrada, la cual fue terminada por el gobernador Felipe Cosío en 1847. Se cree que la cantera fue traída de la Hacienda de la Cantera (a escasos nueve kilómetros de la ciudad), que actualmente conserva y que fue diseñada con tintes neoclásicos por los alumnos más aventajados de la Academia de Dibujo Municipal, cuyo director era Antonio Valdez o su sucesor Ciriaco Yturrubarría.29
Para los habitantes de la pequeña ciudad y para los visitantes a ella durante el mes de abril, en que se realizaba la “función de San Marcos”, aquel espacio público se convirtió en un ameno paseo que formaba parte de sus gustos, aspiraciones e intereses y decía mucho del grado de progreso material y cultural que había alcanzado Aguascalientes después de su independencia política respecto a Zacatecas, pues había pocos parques públicos en México de estas características, aunque cabe recordar que en el continente europeo en las grandes ciudades abundaban los jardines estilo francés e inglés.
Para cuando se construyó el paseo de San Marcos había pocos, ya que “El paseo de Bucareli (trazado en 1778) quedó en el olvido desde 1851 y reducido a un basurero público hacia 1883.”30 Asimismo, la Alameda de Ciudad de México, que había sido fundada en 1593, para las primeras décadas del siglo XIX era un lugar ya poco agradable para los visitantes, así lo señaló un testigo de la época: “En 1832 Ortiz de Ayala en su tratado México considerado como nación independiente y libre denunciaba el aspecto “monótono” de la Alameda Central “porque todavía no se conoce el sistema de jardines o bosquecillos a la inglesa y setos o macizos de arbustos...” a la francesa.”31 Posteriormente, ya como jardín plenamente arbolado, trazado y plantado con flores fue de los primeros en México, ya que para entonces en la metrópoli mexicana existían únicamente el Paseo de la Alameda (1593), Paseo de Bucareli (1775), Paseo de las Viga (1785), Paseo de las Cadenas (1840), jardín del Zócalo (1866) y Paseo de la Reforma (1866).32
Diseño y trasformaciones del Jardín de San Marcos en el siglo XIX
El diseño y trazo del Jardín de San Marcos según el “Plano de las Huertas” de Isidro Epstein realizado en 1855,33 muestra la intervención que se le hizo al vergel años atrás, que consistió en transformar una plaza arbolada en un jardín de corte neoclásico, con cuatro paseos ortogonales y cuatro diagonales que convergen a un emplazamiento central, al que se puede acceder por los ejes cardinales mediante un pórtico y que se encuentra resguardado por una balaustrada perimetral.
Fuente: Servicio de Información Agroalimentario y Pesquero, Mapoteca Orozco y Berra, 689-OYB-7243-A.
Como se dijo, este proyecto tomó como referencia a los jardines europeos, que pronto se difundirían por todo México. La inspiración del Jardín de San Marcos se da en un modelo francés,34 el cual debe tener como elementos: un eje principal, florestas laterales y el agua; mientras que como características: la perspectiva, la simetría y la geometría. Los elementos que pueden identificarse: el eje principal (oriente - poniente), que comunicaba la calle central con la plazuela de San Marcos; los ramajes laterales, conformados por los arbustos que definen los andadores perimetrales y que contienen el espacio central y; el agua, reflejada a través de las fuentes y acequias que regaban los árboles y arbustos.
Dentro de las características importantes que se retomaron para el diseño del Jardín se identifica: la perspectiva, determinada por el eje central en donde la mirada del visitante se desvanece desde el extremo de un pórtico hasta el otro, guiado por la densa masa arbórea; la simetría, reflejada en la composición de sus andadores; y la geometría, que refuerza los conceptos anteriores a través de la vegetación menor. La ornamentación, otra característica importante del jardín clásico, llegaría casi medio siglo después, como se verá más adelante.
Los elementos arquitectónicos que definirían el Jardín, durante este primer momento, son el pórtico, la balaustrada y la vegetación. Los pórticos, consistentes en dos pilares trilobulados que sostienen un arco dovelado de medio punto y un remate idéntico a la balaustrada, cierran los ejes norte-sur y oriente-poniente. En estos elementos podemos visualizar la creatividad e iniciativa de los diseñadores al eliminar de los pilares los capiteles interiores y generar una basa idéntica al capitel exterior. El elemento que remata el pórtico se compone de una balaustrada con tres jarrones. Desafortunadamente la herrería y carpintería que completaba dichos accesos, cuya geometría simulaba una pelea de gallos, desapareció y en su lugar se encuentran unos portones de herrería con un diseño geométrico mucho más sencillo y discreto que el anterior.
La balaustrada se compone de tres elementos: la grada, el cerco conformado por balaustres y pilares, y el remate o jarrón. Su fábrica es de cantera rosa, cuyo banco se encontraba en la hacienda de la Cantera, a unos 8 km al poniente del Jardín. Su construcción no implicó un alto nivel de complejidad pues las piezas se trabajaron de tal manera que prácticamente se iba armando la grada, se ensamblaba el balaustre y se colocaba el repison (asiento), todo asentado con mortero de cal.
Se desconoce si aún se conserva parte de la vegetación original, pues en los documentos históricos que se ha podido consultar se habla de árboles frutales preexistentes y otros que se plantaron, sin embargo, no especifica la especie,35 por lo que sería necesario un análisis con otro enfoque para determinar a través de otros estudios su permanencia. Por ejemplo, los documentos hablan de que había cierto descuido por las autoridades y que únicamente el jardín se remozaba para las fiestas de San Marcos, pues en 1880 Catarino Rosales, encargado del jardín, renunció al empleo por “la carencia absoluta de peones, de semillas y otros elementos indispensables”.36 De los árboles que llegó a tener el jardín en esta centuria y principios de la siguiente se menciona en los expedientes el fresno, trueno, cedro y jacarandas, pero también plantas de ornamentación y vegetación como la Clitoria ternatea en tres colores, lirio, cordoncillo, manzarina, maguey enano, concha o rueda de la fortuna, en injertos en distintos colores.37 Cabe decir que los árboles y plantas sufrirían menoscabo durante la Revolución mexicana, dado que los soldados que se encontraban acuartelados frente al jardín trozaban los árboles para hacer fogatas y utilizaban el agua de las fuentes para dar de beber a su caballos.38
En febrero de 1876 se empezó a colocar la cañería para instalar una fuente en el centro del jardín, misma que fue inaugurada el 16 de abril del mismo año,39 que consistía en una taza circular de aproximadamente 40 cm de altura con un repison y que contaba al centro con un pilón con detalles fitomorfos de la cual salía el agua que era utilizada para el consumo humano por los pobladores locales.
En esta época la Función de San Marcos empezó a repuntar y su consolidación se gestó en 1884 a raíz de la inauguración del Ferrocarril Central Mexicano, pues propició que personas de lugares tan lejanos como Ciudad de México se trasladaran a las fiestas que comenzaban el 20 de abril y culminaban el 5 de mayo y cuya sede eran el jardín y explanada del templo de San Marcos.
En ese mismo año se estableció comunicación mediante tranvía de mulas entre el centro de la ciudad y el Jardín de San Marcos, gracias a don Emeterio Palacio, quien poseía la concesión en la ciudad.40
En 1887 se introdujo una mejora más en el Jardín de San Marcos, pues se colocaron cuatro fuentes41 en las esquinas del vergel, así como noventa bancas de fierro, tanto para adornar el paseo como para ofrecer el servicio de agua para usos domésticos a los vecinos. Las fuentes, de acuerdo a lo que puede observarse en las fotografías de la época, eran de un diseño modesto, con un depósito circular enmarcado en cantería, con una altura aproximada de 30 cm y al centro un pilón con un jarrón del cual salía una tubería que arrojaba el agua.
De una fotografía de una publicación de 189042 se puede observar la conformación del Jardín con uno de los pórticos de acceso al fondo y al frente la fuente de la glorieta central con una banca perimetral circular. A esto hace referencia el viajero Adalberto de Cardona, quien escribió notas en su viaje de Aguascalientes a Nueva York, describiendo cada ciudad por la que transitó. En ellas describe el jardín como: “[…] hermoso, rodeado de una elegante balaustrada de cantería, con lucidos pórticos del mismo material y puertas de hierro. En su centro hay una espaciosa glorieta de donde parten calles de árboles en todas direcciones y en medio de la glorieta una fuente de cantera también. Se calcula en 15,000 el número de personas que puede contener este jardín”.43
Para el 20 de abril 1891 se inauguró un “kiosko” (sic),44 veinte jarrones con columnas y un juego de agua en la fuente.45 El quiosco, que aún se conserva -a pesar de ser removido y posteriormente recolocado en su lugar-, tiene una base poligonal de 8 lados, desplantado sobre pilares de cantería labrada, sobre los cuales se apoyan cuatro esbeltas columnas metálicas que soportan a su vez la cubierta metálica de gajos que esta rematada con un pináculo del mismo material. Todo el perímetro del quiosco está resguardado por un barandal de hierro colado y adornado con elementos fitomorfos del mismo material y una lámina perforada de zinc.
Los jarrones que se mencionan en el párrafo anterior constaban de un pedestal o zócalo, un pilar estriado con hojas de acanto en su sección superior, rematado por el jarrón, todos de cantería, que muchas de las veces fueron destruidos por los niños que juagaban en el Jardín sin la debida supervisión de sus padres o bien por los profesores, quienes acostumbraban a llevar a los infantes para pasar un momento de solaz. Así ocurrió en el año de 1903 cuando el niño Enrique Aguilar se encontraba jugando con otros niños y rompió uno de los jarrones, por lo que la profesora Petra Aguilar pidió al ayuntamiento la condonación de la pena que importaba 8 pesos por dicho jarrón.46
Al parecer, la fuente original no fue desmantelada en el proceso de instalación del quiosco, sino que éste se desplantó prácticamente por encima y al exterior de ella y al interior de las bancas perimetrales, las cuales es probable hayan desaparecido en años posteriores sin poder precisar la fecha. Por ejemplo, en el informe del gobernador Alejandro Vázquez del Mercado del año de 1892 se dijo: “La glorieta del jardín de San Marcos, que hoy queda debajo del elegante kiosco, se le puso un bonito juego de agua.”47
El plano de 1900, levantado por el ingeniero Tomás Medina Ugarte, permite observar que la ciudad no creció en extensión hacia el poniente, sino que únicamente se mejoró la infraestructura de la zona. En relación al Jardín, se pueden apreciar las cuatro fuentes que se construyeron en 1887. Asimismo, otra mejora que se hizo a fines del Porfiriato fue la instalación de luz eléctrica.
De ser un paseo en 1831 con arbolada, huertos, plantas y flores pasó a ser un jardín trazado con calles, en los que se buscó mejorar su aspecto natural al introducir nueva variedad de árboles y plantas, pero además mejoras de ornato como bancas, fuentes, jarrones y un elegante quiosco que hoy en día es sinónimo de provincialismo, pero en aquella época representó un espacio moralizante y bello en el que las familias podían divertirse y pasar las horas a la sombra del cobijo de los frondosos árboles.48
Diseño y trasformaciones del jardín de San Marcos en el siglo XX
Al ser el Jardín la sede principal de las fiestas de San Marcos, durante el siglo XX diferentes mejoras y cambios se realizaron. Por ejemplo, en 1923 el gobernador Rafael Arellano Valle, “tomando en consideración la carencia casi absoluta de obras de arte que existen en la Capital, he ideado […] se construyan en el Jardín de San Marcos, cuatro Fuentes de Azulejos de regulares dimensiones y siguiendo el proyecto del señor Luis Fernández Ledesma”. Según el propio mandatario serían dedicadas “a los principales grandes hombres de que se gloríe el Estado de tenerlos por hijos y se instalarán justamente, en el lugar que ocupan las cuatro fuentes de piedra que están en los ángulos del Jardín”.49
De las cuatro fuentes planteadas originalmente por el gobernador solamente se construyó una de ellas que se dedicó al pintor aguascalentense Saturnino Herrán. La obra se inauguró el 31 de diciembre de 1923 frente al ángulo SE del Jardín de San Marcos, habiéndose fabricado los azulejos en el taller de alfarería de Ruperto Silva, fabricante de loza blanca.50 La fuente permaneció en el jardín cuando menos hasta 1971 cuando el director de obras públicas, Armando Albarrán Durán, informó que “la fuente de los azulejos será trasladada al jardín de Cholula”.51
La fuente también de disposición circular tenía una altura aproximada de 90 cm, con un pilón rectangular central, del cual se desprendían por cada uno de sus lados una ménsula semiesférica que preceden a un nicho que resguarda un jarrón. Toda la fuente estaba revestida con talavera y contaba con una placa del mismo material que decía “A Saturnino Herrán, a su noble espíritu. Homenaje de su ciudad natal. Nació en 1888. Murió en México en 1918”.
En 1928 el Jardín sufrió uno de los mayores agravios al patrimonio cultural edificado, ya que el Jardín de San Marcos fue mutilado con el objetivo de embellecerlo, pues se arregló el balaustrado dañado y se mandó instalar “candelabros”, bancas y “faroles coloniales” semejando al mármol. Se ha dicho que fue obra del presidente municipal Rafael Quevedo, lo cual es cierto dado que ocurrió durante su gestión, pero el proyecto era de la administración de Daniel M. García,52 aunque Quevedo pudo haber parado la obra de demolición no quiso hacerlo, como se lo recomendaba la Inspección General de Monumentos Artísticos, a lo que Quevedo contestó que esta “Presidencia agradece la idea que se sirve sugerir con respecto a las obras de embellecimiento del Jardín de San Marcos de esta Capital, la que se ha encontrado muy acertada, lamentando el que no fuera en su oportunidad, en virtud de que los candelabros y bandas fueron proyectados por la Autoridad antecesora”.53 Por lo tanto, se demolió las esquinas de la balaustrada argumentando dar mayor comodidad al transeúnte. En la memoria popular este hecho quedó registrado; el poeta Jesús Reyes Rivas escribió: “Ay, que el jardín mutilado, llora por sus cuatro esquinas…”; por su parte el ilustre Enrique Fernández Ledezma escribió: “porque la ingenua solicitud de un municipio candoroso destruyó su armonía cercenándole los ángulos y abriendo en pancoupé, cuatro entradas”.54
No conforme con lo realizado, para estas mismas fechas, el trazo del Jardín también fue modificado. Pasó de ser un jardín con una traza lineal y diagonal, a un trazo quebrado concéntrico, en el que se abrieron andadores y caminos que comunicaban los senderos principales. Las dos modificaciones anteriores se pueden constatar en un plano de la década de 1930, elaborado por la compañía Ingenieros y Contratistas S.A., de Ciudad de México.
Sobre las aperturas del Jardín en las esquinas, la modificación consistió en eliminar el remate de cada esquina y recortar hacia cada paramento alrededor de 3.50 metros, dejando únicamente en este tramo siete balaustres y colocando un tambor idéntico a los que decoran el Jardín al final de la intervención. Entre estas modificaciones hubo mejoras como la instalación de una biblioteca pública infantil al aire libre.55 También por esa época el jardín de niños Alfredo Lewis solicitó que se le facilitara un prado del jardín para sus prácticas agrícolas, lo cual le fue concedido con la consigna de “que se procure por todos los medios posibles que las plantas que se encuentran en el prado que se designó no desaparezcan por falta de cuidado”.56
La intervención al jardín no quedó en la nostalgia de los poetas, ya que a muchas personas disgustó esta modificación, por lo que las esquinas fueron reconstruidas a principios de la década de 1940.
Es importante manifestar la importancia y relevancia del Jardín de San Marcos como escenario de la Feria Nacional de San Marcos, que celebra anualmente cada periodo de abril a mayo su festividad. El Jardín es el testigo fiel de las trasformaciones del barrio que, a lo largo de estos 192 años de permanencia, ha vivido acontecimientos en el ámbito comercial, industrial, cultural y artístico, pues ha inspirado a poetas y escritores, ya que ha sido caminado por personajes inmemorables que dejaron su sentir al recorrer su espacio, tal como lo describió alrededor de 1937 el escritor Eduardo J. Correa:
Boscoso, de fresnos frondosísimos que forman túneles de follaje y de donde se alzan como cortinas de ágata, legiones de tordos y de zanates; agreste, con la exuberancia de la tierra prolífica, cuajado de lirios, floripondios, claveles, amapolas, margaritas, jazmines, girasoles, malvas, belenes, geranios, no me olvides y rosas en profusión, con diversidad de matices; poblado de trinos y rumores, cantando siempre el agua sus monólogos arrulladores en las acequias y en la fuente de caprichosa pila, poniendo en los pentagramas de los surcos fusas y corcheas de cristal… En soledad un oasis, un rincón de ensueño, una escala de Jacob.57
En 1944 el ayuntamiento capital mandó construir y colocar en el interior del jardín un monumento fabricado en cantería con zócalo y fuste labrados con detalles fitomorfos en las esquinas y rematado con el busto del célebre compositor José F. Elizondo, quien había fallecido en 1943. En años posteriores también se levantó en el interior del Jardín un monumento a Manuel M. Ponce, el cual posteriormente fue trasladado a la plaza principal. En esta época, con la finalidad de evitar el polvo de los andadores que era molesto para los paseantes y los tapancos que se empezaron instalar por esas fechas alrededor de las calles aledañas al Jardín, éste se pavimentó en el año de 1949. La mejora estuvo cargo de la Dirección de Obras Públicas a través del encargado de Parques y Jardines, señor Vicente de la Torre.58
En 1959 la feria de San Marcos recibió el carácter de “nacional” y el Patronato de la Feria empezó a ampliar sus instalaciones y a mejorar las existentes, así que en el año de 1963 se decía que “La Junta Local de Caminos se encargará de la repavimentación de los andadores del Jardín de San Marcos cuyo costo será mayor de 5 mil pesos.” Asimismo, en 1969 nuevamente el jardín fue remozado como se lee en una nota periodística: “Comenzó el arreglo de los prados del Jardín y plantación de árboles. Posteriormente comenzarán con reparación del pavimento de calles y calzada del Jardín, pintura y guarniciones, etc.”59
A principios de 1970 el Patronato de la Feria Nacional de San Marcos propuso poner adoquín en vez de pavimento. La mejora no se realizó para la feria de ese año, pero en el mes de noviembre la prensa informó que las obras estaban retrasadas probablemente por falta de presupuesto: “Circunstancias imprevistas impidieron que se diera principio a la colocación del adoquinado del Jardín de San Marcos en fecha que se tenía fijada manifestó el Director de Obras Públicas Ing. Armando Albarrán Durán.” Las obras abarcarían los “ocho mil quinientos metros cuadrados, que comprenden todos los andadores del añejo paseo”. No está demás señalar que el adoquín lo trajeron del estado de Querétaro. Empero, para el mes de diciembre las obras dieron principio como lo confirma una nota periodística y una fotografía que se publicó en la prensa, en la que se observa que las obras están muy avanzadas.60
También en el año de 1971, la Secretaría de Obras Públicas Municipales, por conducto del Ing. Armando Albarrán Durán, instruyó que se construyera una fuente monumental en el centro del Jardín, trasladando el quiosco al jardín de Guadalupe. Sin embargo, en el primer lustro de la década de 1990 el ayuntamiento restituyó el viejo quiosco por la fuente monumental en el centro del jardín.61 Para 1998 se rehabilitó de nueva cuenta, tal y como consta en una placa de cantería en uno de los andadores.
En el 2007, se enunció el Jardín de San Marcos como centro de recreación y el único parque de barrio, siendo el más grande de la ciudad con un total de 15,227 m2 y se ubica en la manzana número 98.62 En 2009, para conmemorar el 434 aniversario de la ciudad, el Jardín se intervino con acciones de limpieza de cantera y reposición de pisos en mal estado. Una de las transformaciones más relevantes fue la colocación de esculturas de bronce que representaban a los habitantes del antiguo barrio de San Marcos. Dentro de las esculturas se encuentran una vendedora de flores, niños jugando, galleros, boleros y toreros; algunas estatuas están basadas en obras de artistas aguascalentenses destacados, como Saturnino Herrán y José Guadalupe Posada. Además, se colocó iluminación ornamental al interior.
En 2010, la UNESCO inscribió a la ciudad de Aguascalientes en la Lista del Patrimonio de la Humanidad dentro del expediente del Itinerario del Camino Real de Tierra Adentro. El Jardín de San Marcos y la plaza principal son los sitios clave de la declaratoria. Si bien el Jardín no forma parte inicial del Camino Real, es el elemento simbólico más importante de la ciudad -y probablemente del estado-, al estar directamente relacionado con la Feria Nacional de San Marcos.
En 2017, el gobierno municipal emprendió tareas de pavimentación con concreto en las calles laterales del Jardín: Enrique Fernández Ledezma (norte) y Jesús F. Contreras (oriente).
Desde 2019 el municipio de Aguascalientes, a través del programa “rescate de barrios mágicos”, pretende poner en valor las transformaciones urbanas y arquitectónicas que sufrió y presenció el Jardín. Es a través de sus diferentes dependencias bajo la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia que se realizan obras de mantenimiento constante, entre las que se encuentran limpieza, reposición de piezas dañadas, iluminación y rehabilitación de pisos de piedra.
En 2023, la Secretaría de Obras Públicas del Estado desarrollaba un proyecto de intervención, con el cual se pretende, a través de la utilización de sondeos y ensayos no destructivos, la recopilación de información que permita seguir interpretando las transformaciones del conjunto arquitectónico mediante los vestigios históricos.
Consideraciones finales
A 192 años de su construcción, el Jardín de San Marcos ha sufrido diversas transformaciones, algunas más drásticas que otras (como el caso del año 1928), sin embargo sigue conservando gran parte de su diseño y riqueza original. Si bien la materialidad no es la misma que en 1847,63 los elementos y características del jardín clásico siguen presentes.
Tal ha sido su importancia para la formación y transformación de la ciudad, que diversas edificaciones han retomado características similares para integrarlas en su ornamentación. Los balaustres del pórtico del atrio y barda atrial del templo de la Antigua hacienda de Peñuelas, localizada a 20 kilómetros al sur de la ciudad de Aguascalientes, presentan un diseño similar, siendo construida entre 1847 y 1852, es decir prácticamente al finalizar la construcción del Jardín, por lo que se presume una relación de carácter proyectual, constructiva o simplemente de ornamentación entre un edificio y otro.
Además, una de las empresas vinícolas más importantes de la región, la Compañía Vinícola de Aguascalientes,64 productora del brandy San Marcos, tomó como imagen para su planta productora los pórticos del Jardín de San Marcos, realizando una réplica de los mismos sobre la carretera federal No. 45, en la salida a Zacatecas, lugar donde todos los visitantes procedentes del norte del país pudieran observarlos e identificarlos como elementos característicos del municipio y del estado.
La influencia de dicho Jardín no sólo se presenta a nivel local o regional; el arquitecto hidrocálido Mario Pani replicó a mediados de 1950 el Jardín de San Marcos en Ciudad de México. En donde antes se encontraba parte del convento de Santiago Tlatelolco y como parte del plan maestro de la unidad habitacional Tlatelolco, se colocó una réplica exacta del Jardín, con sus cuatro pórticos y balaustrada, misma que ahora forma parte de la memoria colectiva de Ciudad de México.
La Feria Nacional de San Marcos recibe cada año casi ocho millones de personas en el periodo que dura la verbena;65 el Jardín de San Marcos es visita obligada para todos los turistas y pobladores locales que deciden disfrutar de la fiesta sanmarqueña, motivo por el cual es sin duda el elemento construido más conocido e identificado del estado de Aguascalientes. Esta condición, aunada a los valores históricos, culturales y sociales, económicos y políticos de los que ha sido partícipe, la ubica como un referente arquitectónico y vegetal de interés público que se debe investigar, conservar y difundir.